Cuando esté disponible los jugadores de Diablo IV se encontrarán con un juego que abraza de nuevo la oscuridad para volver a los orígenes, esos con los que definió el género del rol de acción. Con esta entrega Blizzard Entertainment se ha propuesto entregar todo aquello que se espera de un ARPG como Diablo, pero mejorarlo e introducir cosas nuevas en una saga que nos lleva acompañando desde hace más de 25 años. La gran novedad es la apertura del mundo de Santuario, que ofrece más formas de exploración y de abordar el contenido.
Desde el primer día Diablo IV ofrecerá acceso a cuatro clases, cada una con su propia mecánica y estilo de juego. Son las siguientes:
- Bárbaro: Los bárbaros tienen una fuerza sin igual y llevan un arma para cada ocasión. Profieren gritos de guerra amenazantes para hacer temblar a las hordas que se aproximan.
- Druida: Los druidas son cambiaformas salvajes que se transforman para luchar junto a otras criaturas. Controlan el poder de la tierra, el viento y la tormenta, y desatan la cólera de la naturaleza con efectos devastadores.
- Nigromante: Los nigromantes son taimados invocadores que comandan hordas vengativas de muertos vivientes. Canalizan su esencia y se valen de los huesos, la sangre y las sombras para derrotar a sus enemigos.
- Pícara: Las pícaras son luchadoras ágiles especializadas en combate a larga o corta distancia. Son capaces de derrotar a cualquier enemigo con sus armas imbuidas y poderosos ataques de combo.
- Hechicera: Las hechiceras controlan los elementos para garantizar la victoria. Gracias a su dominio de las fuerzas de la naturaleza, lanzan rayos, empalan a sus oponentes con púas de hielo y provocan lluvias de meteoritos llameantes para eliminar a cualquier enemigo.