“Actualmente, no hay planes para bajar el precio de nuestro hardware durante este año fiscal”, dijo Shuntaro Furukawa, presidente de Nintendo, durante la presentación de los últimos resultados económicos de la compañía. Furukawa también descarta un aumento en el precio de la consola, pero alerta de que el yen continúa débil y que los costes de aprovisionamiento siguen siendo altos, así que permanecerán “monitoreando la situación detenidamente”. No sería la primera vez que una consola sube de precio tras su lanzamiento, PlayStation 5 es un ejemplo de ello, pero que esto pase siete años después sería inaudito (y difícil de explicar).
Al contrario que Sony y Microsoft, que suelen vender sus consolas con pérdida o con unos márgenes muy estrechos, Nintendo quiere hardware rentable que mantenga su valor a lo largo del tiempo. Si a este deseo le sumamos el contexto económico hace que sea más difícil para la compañía rebajar el precio de Nintendo Switch. Furukawa reconoce que el precio de algunos materiales ha bajado, pero afirma que “los costes generales siguen siendo altos”. Asimismo, el ejecutivo recuerda el impacto que tienen la inflación y el tipo de cambio.
Durante el pasado año fiscal se vendieron 17,97 millones de Nintendo Switch, un 22,1 % menos que el anterior. La previsión de Nintendo es colocar 15 millones de consolas durante el actual ejercicio y si este pronóstico se cumple la caída interanual de las ventas será del 16,5 %. La compañía japonesa ha reconocido que su vaticinio es optimista, pero confía en que el software ayudará a cumplirlo. De momento tenemos a The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom haciendo su trabajo, pero falta por saber qué llegará durante la segunda mitad de 2023 más allá de Pikmin 4, que estará disponible el 21 de julio.