“Los semiconductores son un elemento básico de todos los sectores energéticos, y por lo tanto adquieren una importancia que yo calificaría de geoestratégica mundial en un contexto de transformación digital tan profundo de nuestras economías”, ha comentado Pedro Sánchez durante la segunda edición del Wake Up, Spain! Aprendizaje, crecimiento y sostenibilidad en la Europa solidaria, un simposio organizado por El Español, Invertia y D+I. “España no va a perder la carrera de la tecnología más avanzada”.
“Muy al contrario, el gobierno de España quiere que nuestro país definitivamente sea y se sitúe en la vanguardia del progreso industrial y tecnológico”, ha añadido Sánchez. “Y este PERTE representa esa gran apuesta que yo calificaría de ambiciosa y audaz para atraer importantes inversiones de la industria de los semiconductores y las nuevas tecnologías que serán claves para alcanzar esa ansiada autonomía estratégica también a nivel europeo”.
A falta de que se apruebe y concrete el Plan Estratégico para la industria de los microchips y semiconductores, se desconoce cómo se invertirá ese dinero y cuáles son los objetivos concretos del Gobierno español. Si la meta era atraer a una compañía privada como Intel el PERTE llega un poco tarde. A mediados de marzo la compañía estadounidense reveló sus planes para Europa y en ellos España tiene un papel residual y limitado a la participación del Intel el en Barcelona Supercomputing Center – Centro Nacional de Supercomputación.
El objetivo de la Unión Europea es alcanzar el 20 % de la producción de semiconductores del mundo. El doble que ahora. Para conseguirlo el pasado febrero presentó la Ley Europea de Chips, que pretende movilizar 43.000 millones de euros para “garantizar la seguridad del suministro, la resiliencia y el liderazgo tecnológico de la Unión Europea en las tecnologías y aplicaciones de semiconductores”.
Quizás algunos recordarán que a finales de los años 80 y durante los años 90 España tenía en Tres Cantos (Madrid) una fábrica de chips propiedad de Lucent Technologies, una extinta compañía que entonces era propiedad de AT&T. Más adelante terminó siendo absorbida por Nokia. La planta, que daba empleo a unos 950 trabajadores, anunció su cierre en 2001 por el desplome de las ventas provocado por la competencia del mercado asiático.