“Desde que lanzamos Oculus Go hace dos años, la tecnología de realidad virtual ha mejorado a un ritmo increíble”, dice un representante de Oculus en un mensaje a la comunidad. “El éxito de Oculus Go demostró por primera vez que un diseño todo en uno puede ofrecer experiencias muy inmersivas. Un año más tarde, Oculus Quest redefinió esta categoría con un completo seguimiento de cabeza y manos impulsado por nuestro sistema [sin sensores externos] Insight”.
“[...] La respuesta de la comunidad ha sido abrumadoramente positiva, y nos ha dicho alto y claro que los 6DOF [seis grados de libertad] son el futuro de la realidad virtual”, añade la compañía.
Oculus Go es un visor de realidad virtual independiente, que no requiere de ordenador ni cables ni hardware adicional. Esta autonomía junto y su precio, se vende a partir de 159 euros, lo convirtieron en una opción muy atractiva para aquellos que no querían invertir una gran suma de dinero para jugar a títulos de realidad virtual. Sin embargo, su limitado sistema de seguimiento 3DOF y la posterior aparición de Oculus Quest, una opción igual de independiente pero con seguimiento absoluto (6DOF), lo dejaron en una posición complicada.
Además, a finales de 2019 Oculus Quest se transformó en un visor para PC gracias a Oculus Link, un programa que permite conectar al dispositivo autónomo a un ordenador para jugar a toda la biblioteca de juegos disponibles para Oculus Rift y Rift S.