Activision Blizzard, que consigue sus beneficios de algunas de las sagas más rentables de toda la industria como World of Warcraft, Call of Duty o Destiny, se consideraba en 2014 como la cuarta mayor compañía de videojuegos, y sostuvo un crecimiento en la valoración financiera de sus acciones del 90% durante 2015, motivo según Vivendi de la venta del resto de su participación.
Precisamente hoy desde el blog de la distribuidora se anunciaba que Call of Duty Black Ops III, lanzado en noviembre, se había convertido en el título más vendido del año en el mercado global y de EE.UU. (no necesariamente en otros territorios como en los distintos europeos, donde franquicias como FIFA repiten anteriores posiciones).
La transacción de Vivendi no debería en principio interpretarse como un alejamiento de la industria del videojuego, ya que recientemente extendía su alcance adquiriendo importantes participaciones en Ubisoft y en la importante desarrolladora para móviles Gameloft. Las operaciones de fusión y posterior recompra de Activision llegaron a los titulares varias veces por su naturaleza compleja, al poner en juego el futuro de estudios con una gran trayectoria como Sierra o Blizzard e implicar a personalidades muy poderosas como el presidente de Activision Bobby Kotick.