* MAL ADENTRO.
Hace ocho años Chris Pruett, quizá el mayor experto en videojuegos de terror en Occidente, explicaba en su imprescindible artículo
Understanding Japanese Horror algunas de las características formales del llamado j-horror, el survival horror nipón y sus extrapolaciones en el cine. Más allá de los espíritus recurrentes de melena negra y la obsesión por relacionar la tecnología con lo sobrenatural, Pruett subrayaba el gesto más habitual en los grandes exponentes del género: la certeza de que el universo, tanto en su faceta mundana como en las distintas versiones del más allá, se rige por reglas que nadie puede saltarse. Férreas normas impuestas desde siempre que son las que dan forma a esta y otras realidades, y que están presentes en toda obra de terror japonesa a lo ancho de cualquier medio literario o audiovisual. Son las que dan sentido a la inercia narrativa de muchos juegos y películas, “debe suceder esto, esto y esto para que termine ocurriendo aquello”, pero también lo que propone la ruptura y el conflicto que dan origen al terror. El ejemplo habitual también tiene mucha presencia en el Occidente: los horrores de la ciencia y la asunción tácita de que si te dejas llevar por la ambición y acumulas más poder del que debes, el universo impondrá sus reglas y todo acabará saliendo mal.
Shinji Mikami es la materialización andante de esta concepción del terror: sus juegos son bestias encadenadas a una serie de manierismos mecánicos, estéticos y argumentales de los que no puede escapar. Babea y ruge y se sacude, pero está sujeto y bien sujeto. Y quizá, por el bien de los espectadores que rodean su jaula y discuten con susurros la ferocidad de su mirada y el horror de sus garras afiladas, sea mejor así.
Hoy tenemos sobre la mesa la enésima constatación de que Mikami siempre pide lo mismo en su cafetería, siempre lee los viernes por la noche y siempre juega a la primitiva con la misma combinación. El tipo es un hijo de su cultura y el apego típicamente nipón a toda forma de rutina y protocolo inamovible se hace presente también en el fruto de su trabajo. The Evil Within es una nueva franquicia que se estrena en una nueva generación pero que viene directamente desde 2005. En aquel año se producía un punto de inflexión en la carrera de su director, pero también en todo un género: el lanzamiento de Resident Evil 4. La cámara persecutoria y el viraje hacia la acción y el tiroteo rompían con los precedentes de la saga y planteaban un nuevo escenario en la industria donde el survival horror empezaba a morir comercialmente y a dejar su espacio a fórmulas más aguerridas y adrenalínicas. Fue una evolución traumática en el libro de estilo de Mikami, y ahora parece que con The Evil Within trata de matizar aquella apuesta, de dar un paso atrás y otro hacia un lado, espoleado por la influencia del último gran zarpazo del género: The Last of Us.
Para que nos entendamos: The Evil Within es un Resident Evil 4 que sustituye las armas automáticas y las oleadas de enemigos por el sigilo de Joel y Ellie abatiendo infectados por la espalda. Se recuperan vestigios de la serie de Capcom como los sustos y la munición escasísima, y se toma de The Last of Us la mecánica del sigilo (esconderse, estudiar patrones y usar señuelos sonoros como botellas de cristal), se mezcla todo junto al clásico guion delirante de Mikami con personajes sin el menor atisbo de humanidad, verosimilitud o sentido alguno, la plantilla de enemigos de RE4 y RE5 (peones campesinos o negros random y cabronazos corpulentos bien duros armados con motosierras) y el cóctel resultante es de los que no saben de maravilla pero te bebes enteros sin darte cuenta.
Quizá el problema de The Evil Within no es tanto estructural como colateral. Es la experiencia Mikami, es lo que más o menos siempre hace, y es honesto con el jugador desde el primer momento; no promete innovaciones: soy tu amigo de siempre, aquel que hace una década que no ves. Pero resulta que hace una década teníais 16 años, las hormonas a tope y el cerebro a medias, y tu amigo no ha cambiado mucho desde entonces. Todo el proceso de refinamiento del control, todos los avances en el tema del sigilo, la forma de encajar las carreras y los sprints cuando eres descubierto con una forma plausible de despistar a los enemigos, la comunicación bien gestionada con el jugador; toda evolución ha sido ignorada de forma deliberada bajo la probable creencia de que si querían traer de vuelta el survival horror clásico debían traerse también todo lo que se hacía mal en aquella época. Algunos argumentarán que las dos cosas deben ir juntas; yo prefiero pensar que no, que se le pueden poner las cosas difíciles al jugador y a su frágil corazoncito sin necesidad de entorpecer la experiencia.
La intención de homenajear tiempos pasados es parte evidente de esas decisiones de diseño, al igual que muchos de sus rasgos estéticos. El segundo tramo del juego es un calco de la Galicia rural de acento sudamericano, aquella de caminos embarrados y chabolas de madera donde señoras encapuchadas y granjeros con horcas trataban de ensartarnos en una pared; y de hecho el primer encuentro con un enemigo estándar es en sí mismo un guiño al mítico primer zombi del primer Resident Evil. En lo técnico, me temo, tampoco estamos tan lejos de un juego de hace diez años: la estupenda iluminación y algunos modelados muy correctos hacen resaltar todavía más las carencias de los escenarios, plagados de superficies borrosas y cargas impuntuales. Ya sabíamos que la cosa iba cuesta abajo con los últimos tráilers, pero cualquier esperanza de volver a ver lo del E3 2013 queda definitivamente muerta y enterrada.
The Evil Within funciona, divierte, y eso es innegable, sobre todo para quienes tengan algo de experiencia en los jugos de su autor, pero lo doloroso del asunto es que transmite la sensación de que detrás todos esos tropiezos y elecciones cuestionables (y no hablo solo del control defectuoso en combate, lo rudimentario de su sistema de sigilo o la torpe comunicación con el jugador; es que la cámara es un suplicio enloquecedor y las “cinematográficas” bandas negras arriba y abajo son una molestia absurda en la era del 16:9), detrás de todo eso, decía, se esconde un juego mejor de lo que finalmente ha salido del horno. Si tenemos la suerte de que Shinji Mikami no solo haya vuelto al videojuego de terror sino que además decida quedarse, quizá algún día veamos el verdadero Mal Adentro sin tener que tolerar algunas decepciones.
![[+risas]](/images/smilies/nuevos/risa_ani3.gif "más risas")
Aprende rapido y escucha muy bien 
Esta todo mimadisimo con ese menu retro de antes. Menudo abismo que hay entre el colonial marines y el isolation xD 
![[fiu]](/images/smilies/fiu.gif "disimulando")
![[tadoramo]](/images/smilies/adora.gif "Adorando")
Tiene cosas realmente buenas de lo que llevo jugando apostando por una mecanica diferente a lo visto hasta ahora. Aunque si es cierto que bebe del outlast con el tema de esconderse y tal pero a su vez ofrece una jugabilidad del palo a tener que explorar cada zona en busca de piezas, botiquines e incluso municion pero lo gracioso es que no recoges cargadores si no que pillas balas contadas directamente xD![[carcajad]](/images/smilies/nuevos/risa_ani2.gif "carcajada")
Pero es que a parte tiene detalles y cosas que me han sorprendido un huevo. Hay momentos que el tio le da por oler en la taquilla donde estas escondido. En esos momentos te dice el juego que te eches para atras y pulses 2 botones para no respirar durante unos segundos!! ![[sonrisa]](/images/smilies/nuevos/risa_ani1.gif "sonrisa")
![[amor]](/images/smilies/nuevos/enamorado.gif "enamorado")
vaya locura esa parte uf... si con uno ya es jodido, con 2 o 3 es el novamas
brutal xDD
