“Aunque ARM y Nvidia no compiten directamente, la propiedad intelectual de ARM es un elemento importante en los productos que compiten con los de Nvidia, por ejemplo en los centros de datos, la automoción y el Internet de las cosas”, dice Margrethe Vestager, vicepresidenta de la Comisión Europea responsable de Competencia. “Nuestro análisis muestra que la compra podría implicar una restricción o degradación del acceso a la propiedad intelectual de ARM, lo que distorsionaría muchos mercados donde se utilizan semiconductores”.
La Comisión Europea considera que la propiedad intelectual que atesora ARM le otorga un poder significativo en algunos mercados, así que muestra su preocupación por la dirección que podría tomar la compañía si termina en manos de Nvidia. En concreto, a Bruselas le inquieta que la nueva entidad dificulte el acceso a la tecnología de ARM a empresas con las que Nvidia compite. Además, la Comisión afirma que la investigación preliminar sugiere que la operación podría reducir la competencia en varios campos como los procesadores para centros de datos.
La investigación de la Comisión Europea también examinará más a fondo si la compra puede tener efectos negativos en la innovación y el gasto de I+D, ya que Nvidia podría reorientar las inversiones de ARM hacia sectores que le son más rentables. Por otro lado, hay licenciatarios de ARM que compiten con Nvidia y podrían mostrarse reacios a seguir compartiendo información, situación que según Bruselas también dañaría la innovación.
Antes de iniciar la investigación, Nvidia se comprometió a abordar algunas de las preocupaciones de la Comisión, pero esta considero que eran insuficientes para despejar todas sus dudas. La Comisión tiene 90 días hábiles, hasta el 15 de marzo de 2022, para decidir sobre la operación. Según Reuters, Broadcom, MediaTek y Marvell respaldan la compra, mientras que Google, Microsoft y Qualcomm ya mostraron su desacuerdo hace meses.