Durante los últimos años se han publicado diversos estudios demostrando que compartir archivos de forma gratuita puede tener efectos positivos en la industria del entretenimiento. Entre ellos se encuentra uno publicado recientemente por el Joint Research Centre de la Union Europea.
El artículo de la LSE critica como los grupos de presión detrás de la industria descartan selectivamente estudios que demuestran estos beneficios. Además asegura que dichos grupos se apoyan en otros estudios con una dudosa metodología y que, en ocasiones, contienen conclusiones exageradas. Por ejemplo, el texto muestra que la industria del entretenimiento está generando grandes beneficios a pesar del lúgubre panorama del que productoras y discográficas se suelen quejar:
“A pesar de las declaraciones de la Motion Picture Association of America (MPAA) que afirman que la piratería está acabando con la industria cinematográfica, las películas de Hollywood alcanzaron récords de ingresos de taquilla en 2012, 35 mil millones de dólares, un incremento del 6% respecto al año anterior.”
Incluso la industria de la música está generando beneficios de forma relativamente estable. La venta de entradas y archivos en descarga digital ha aumentado a grandes pasos en la última década y, aunque la venta de discos ha disminuido, no hay pruebas de que la piratería sea la causa:
“Es posible que la industria musical se esté estancando, pero las drásticas caídas en los ingresos que se están produciendo según las discográficas ni están claras ni han sido demostradas” asegura el artículo.
Los autores mencionan el efecto promocional de portales como SoundCloud o YouTube, y señalan la necesidad de generar nuevos modelos de negocio para adaptarse a la situación actual. Se sugiere también considerar a los usuarios que comparten archivos como una oportunidad y no una amenaza ya que, de hecho, los usuarios que comparten archivos suelen gastar más que los que no lo hacen.
El informe concluye animando al gobierno del Reino Unido a ignorar informes críticos con la piratería que provengan directamente de empresas de la industria del entretenimiento y a reconsiderar su postura respecto a la ley del Digital Economy Act (DEA). Señalando que estrategias que persiguen o castigan al usuario (como la ley francesa de los tres avisos) no son en absoluto efectivas.