La desaparición de la FAP se produce por un cambio de estrategia de los creadores de contenido. La industria audiovisual estadounidense representada por la cada vez más futil Motion Picture Association of America (MPAA) defiende desde hace dos meses sus intereses en España mediante el bufete de abogados Santiago Mediano, mientras que AEVI, la asociación que forman los principales desarrolladores y distribuidores de videojuegos (incluyendo Sony, Microsoft y Nintendo), ha decidido trasladar sus casos al despacho Bardají & Honrado. En consecuencia, la Federación Antipiratería se ha quedado sin clientes.
En declaraciones a Público, Tourné afirma que el balance de sus más de 30 años dirigiendo la FAP “tiene que ser positivo”. De sus tres décadas al frente de la organización recuerda desde la primeras actuaciones en videoclubs hasta la llegada de Internet, una revolución para la que no estaban preparados. Pero la gran obra de Tourné ha sido su trabajo como lobbista presionando tanto a gobiernos del PSOE como del PP para lograr cambiar leyes en favor de los intereses de la industria que integraba e impulsaba la FAP.
Tourné se vanagloria de la aprobación de la Ley de Economía Sostenible (actualmente conocida como Ley Sinde-Wert) y afirma que gracias a la presión “párrafos escritos enteros que hemos escrito para distintas legislaciones son ahora ley”. Además, reconoce que esta labor de lobby también se ha producido a nivel europeo en alianza con otras asociaciones. En este sentido, recientemente se ha aprobado una ley de copyright que contempla el filtrado de contenido.
El gran lamento de Tourné solo parece ser la imagen pública que proyectaba la FAP defendiendo los intereses de sus clientes. Sostiene que la campaña donde se comparaba la “piratería” con robar un bolso o un coche “fue un error” [...] “porque nos puso muy en contra a los consumidores”. También reconoce que el papel de la SGAE, “que era el bicho más odiado del mundo”, como paladín de la defensa de la propiedad intelectual no ayudó. “A toro pasado [...] yo hubiese intentado con más fuerzas haber llegado a acuerdos con los prestadores de servicios [...] quizá también hemos sido a veces demasiado agresivos”, dice Tourné.