Trump confirmó el acuerdo mediante un mensaje publicadoen su cuenta de Twitter. “Yo la cerré [ZTE] y ahora le permito reabrir con altas garantías de seguridad, un cambio en su gestión y dirección, deben comprar componentes estadounidenses y pagar una multa de 1.300 millones de dólares”. ZTE también ha aceptado la presencia de inspectores estadounidenses para certificar que la compañía no vuelve a violar el pacto alcanzado en 2017.
El entendimiento al que han llegado Estados Unidos y ZTE, el segundo mayor fabricante de equipos de telecomunicaciones de China, ha sido criticado por los dos grandes partidos estadounidenses, que han acusado a Trump de ceder a las presiones de Pekín. El senador demócrata Chuck Schumer dice que si se levantan las sanciones “Trump estaría ayudando a que China vuelva a ser grande otra vez”, mientras que el republicano Marcos Rubio afirmaque este “es un gran acuerdo... para ZTE y China”.
Lo cierto es que ZTE es importante tanto para Estados Unidos como China. Este gigante de las telecomunicaciones mantiene 74.000 empleados, el año pasado registró unos ingresos anuales de casi 15.000 millones de euros y conserva estrechos vínculos con el gobierno de Pekín. Para las compañías estadounidenses, que venden a ZTE entre un 25 y 30 % de los componentes que utiliza en sus equipos, perder a este cliente podría tener un impacto significativo.
Tampoco debemos olvidar que las sanciones a ZTE se impusieron en medio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ha quedado suspendida después de que Pekín prometiera a Washington aumentar "significativamente" las importaciones de productos estadounidenses.