Como podreis comprobar, la cantera va bien:
Mientras el fútbol profesional sigue debatiéndose en busca de una una línea de juego propia, el fútbol base mantiene invariable su filosofía. En las categorías inferiores se puede ganar o perder, pero las ideas son claras. Obviamente, es imposible el parangón entre los dos grandes bloques que configuran el fútbol de la entidad. Ni lo intentamos. El fútbol formativo tiene sus metas, y el profesional, las suyas. Pero ahí abajo vale la pena meter la nariz. Y como muestra, que nos expliquen cómo el Infantil A, de la mano de Òscar Perarnau, lleva dos temporadas seguidas ganando todos sus partidos de competición, teniendo en cuenta que entre ambas media un lógico cambio generacional.
El trabajo y sus frutos
Temporada 2001–2002. Òscar Perarnau se sienta en el banquillo. Ha acumulado experiencias al frente de los Alevines A y B y el Infantil B. De su mano, el Infantil A entra en juego y gana los 30 partidos de Liga y los 5 del Campeonato de Catalunya. Marca 219 goles y sólo recibe 12.
Acaba la campaña y esos chavales ascienden a la categoría superior: Cadete. Se produce el relevo generacional, pero no pasa nada.Empieza la Liga 2002–2003. Hasta el domingo, 22 partidos disputados (el último, en Girona, 0–3), 22 victorias, 98 goles a favor, 3 en contra. Quedan 8 para el final.
Òscar Perarnau asegura que “no hay varita mágica en esto del fútbol. El acierto está en la captación de muchachos y en el trabajo diario. Luego, un punto de suerte, que también influye, pero sobre todo saber quiénes y cómo son los chicos, sus posibilidades, y trabajar, trabajar mucho con ellos, saberlos llevar, entenderlos. Porque esta es una edad muy crítica, de pleno crecimiento, de cambios como futbolista y como persona: físicos, anímicos...”.
Es un periodo del fútbol apasionante. Perarnau afirma que “otro de los aspectos remarcables en el fútbol base del Espanyol es trabajar el equilibrio. Hay que tener en cuenta que a estas edades puedes tener a un chaval menudo y delgadito y a otro muy alto y fornido, y juegan juntos porque son de la misma edad y categoría. Hay que saber compensar a uno y a otro. Y esto, el Espanyol lo hace francamente bien”.
No entra en personalismos sobre los grandes goleadores del equipo, que los hay, “porque aquí lo que vale es fomentar la ilusión de todos y el trabajo colectivo”.
Cada fin de semana, con o sin competición, los ojeadores del fútbol base blanquiazules, entre ellos Òscar Perarnau, se desplazan a un buen número de campos para ver jugar a chavales con proyección. “Es duro, pero también apasionante, porque como he dicho ahí está el acierto a la hora de captar a un niño que además de jugar bien se adapte a las conveniencias y exigencias de un fútbol base como el del Espanyol, desplazarse, fundamentalmente fortalecer sus estudios, formarlos sin que se rompa su entorno familiar. No es fácil”.
55 partidos de competición oficial. Todos ganados. 317 goles marcados y 15 encajados. Es obvio que algo sí se hace bien en el fútbol perico
Un saludo y seguiremos informando