Ultros pone a los jugadores en la piel de un astronauta que aparentemente ha estrellado su nave contra el Sarcófago, una gigantesca matriz cósmica a la deriva en el espacio que contiene un antiguo ser demoníaco conocido como Ultros. El Sarcófago vive dentro del bucle eterno de un agujero negro y los jugadores deberán explorarlo para entender su papel a la vez que luchan para romper el ciclo. De lo contrario, se convertirán en un eslabón más entre la destrucción y el renacimiento. Mårten Brüggeman, director de Ultros, lo describe como “aventura psicodélica de ciencia ficción y plataformas, una experiencia de combate y jardinería”.
A pesar de que Ultros es un título de exploración y acción, su mundo busca ir un poco más allá e indaga en temas como la salud mental, la vida, la muerte y los ciclos kármicos “a través de una profunda historia y narración ambiental”. Como en otros juegos de su género, el mapa se expande a medida que el héroe consigue más habilidades, mientras que el combate se centra en los movimientos y en obligar a estar cerca del enemigo. Cuando los rivales caigan, soltarán vísceras cuya calidad varía en función de lo hábil que haya sido el golpe mortal. Comer estos restos restaura salud y proporciona nutrientes que permiten acceder a mejoras del árbol de habilidades.
La parte de jardinería de Ultros incluye plantar semillas y comer el fruto de las plantas. Un dispositivo llamado Extractor que adquiere habilidades a lo largo del juego ayudará en las tareas de horticultura. Además, las plantas ofrecen diferentes beneficios, como la creación de plataformas para encontrar rutas alternativas. “Con estos recursos del juego, puedes comer todo lo que encuentres, y eso aumenta tu nutrición, como un sistema de puntos de experiencia. Pero también es la economía de cómo funciona el ecosistema del juego”, comenta Brüggeman.
Para los que se pregunten de dónde sale el estilo artístico de Ultros y su universo de color, la respuesta es Niklas “El Huervo” Åkerblad, conocido por su trabajo en Hotline Miami. El desarrollo del título corre a cargo del estudio sueco Hadoque.