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L D (EFE) Según explicaron a Efe,un hombre de origen rumano, de entre cuarenta y cincuenta años, se roció con la gasolina que portaba en una botella de agua de litro y medio. Tras varios minutos amenazando con prenderse fuego y pese a los esfuerzos de disuadirle de su mujer y otros dos familiares, el hombre utilizó un mechero para encender la gasolina entre los gritos de las personas presentes.
Inmediatamente, dos agentes de la Guardia Civil intentaron desprenderle las ropas y sofocaron el fuego. A los pocos minutos acudió una SAMU y el herido fue trasladado a un centro hospitalario.
Uno de los agentes resulto herido en una mano al tratar de apagar el fuego.
La mujer del quemado explicó a los medios de comunicación presentes que su marido, su hija y su nieto habían venido a España para trabajar y habían sido estafados tanto en el trabajo como en la casa en la que supuestamente iban a vivir. "Ante la desesperación", explicó la mujer, su marido se habría prendido fuego.
Isabella, la hija, explicó que su familia quiere regresar a Rumanía y que para ello necesitan que alguien les preste cerca de cuatrocientos euros para pagar los billetes, un dinero que ellos se comprometen a devolver. La joven insistió en que su familia no llegó a España con ánimo de robar o de prostituirse, sino con el propósito de trabajar, y señaló que durante un tiempo se dedicaron a vender latas de refrescos en la playa, pero dejaron de hacerlo cuando supieron que esa actividad está prohibida.
Añadió que, a través de diferentes trabajos, lograron reunir el dinero suficiente para poder comprar los billetes de vuelta a su país, pero alguien les estafó, por lo que, dijo, ahora ya no confían en nadie. Además, Isabella explicó que cada vez que han llamado a la Policía Local para reclamar ayuda, éstos se han puesto en contacto con los servicios sociales, quienes, a su vez, han llamado a la Cruz Roja, de forma que el proceso que convierte en un círculo al que nadie pone fin.
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Obviamente, en esta situación la única forma que había de romper ese "círculo al que nadie pone fin" era causarse quemaduras en el 70% del cuerpo. Yo desde luego es lo que haría si estoy en un país extranjero con mi mujer, mi hija y mi nieta y no tengo dinero para el billete de vuelta. ¡Pues pegarme fuego, coño! ¡Si es que es de cajón! Mierda de país sin emprendedores y sin I+D, oyes.
Pero eso sí, sin mariconadas. Estas cosas hay que hacerlas a lo grande. Me sitúo con toda mi familia y un bidón de gasofa a las puertas de cualquier edificio gubernamental, aviso a la prensa para que me filmen bien y quedar en los papeles como un perturbado, amago durante varios minutos para dar tiempo a que lleguen los periodistas rezagados y... zasssssss ¡me echo el bronceador!
Claro que mi mujer se pondría a gritar. Ellas son así. Me acompaña a la Delegación del Gobierno llevando yo un mechero y un bidón de gasolina. Está allí mientras monto el previo para atraer a la prensa... ¡¡y todavía se sorprende de que me prenda fuego!!. Si es que...
Claro, así ya empiezo a comprender porque Darth Vader no volvió a casarse. Después del pollo que le debió montar Amidala por tirarse a la lava no le debieron quedar muchas ganas. Santo varón.