Idoia Rodríguez Buján era parte de la gran familia que forman la decena de casas de Bidueiro, en la parroquia de Nodar, en Friol (Lugo). Era una gran conocida en el pueblo, adonde acudía cuando su trabajo de soldado se lo permitía. Muchos de sus vecinos no podían ayer evitar emocionarse al hablar de ella, una joven de 23 años que de niña acompañaba al médico -y también alcalde- en las visitas domiciliarias a los enfermos de Nodar.
Muchos, a pesar de vivir a escasos metros, reconocían no sentirse con valor para abrazar a la familia de Idoia, la única hija de un matrimonio dedicado al campo. Fue en su domicilio, en la conocida como casa de Estraviz , donde los padres de la soldado fallecida recibieron la fatal noticia. Pocas horas después, su madre Consuelo, llena de dolor, nos mostraba en la eira una foto donde Idoia lucía la indumentaria militar. Sólo el coraje de una madre, ahora huérfana, permite reconocer en tales momentos la eterna bondad de una hija y el amor por una profesión: «Era unha nena moi boa. Era o que a ela lle gustaba».
Su experiencia
Casi tres años en la Brigada de Infantería Ligera Aerotransportable (Brilat), con sede en Pontevedra, certifican que Idoia Rodríguez disfrutaba de su profesión. Algún vecino, según reconocía ayer, le había llegado a comentar en algún momento la posibilidad de cambiar de trabajo. Pero la recomendación cayó, una y otra vez, en saco roto.
Minutos antes de la llegada del alcalde Antonio Muíña al lugar de Bidueiro, los familiares optaron por guardar silencio. El trágico anuncio era muy reciente y difícil de digerir, a miles de kilómetros de su única hija. Respeto y comprensión pedían antes de encararse públicamente a una noticia que nunca quisieran haber recibido. Los familiares más allegados llegaron primero; después lo hicieron los pésames oficiales a través del teléfono. Así discurrió el mediodía y la tarde de ayer en la casa de Estraviz , donde el padre de Idoia, Constantino Rodríguez, recibió una llamada de pésame del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.
Durante las primeras horas de la tarde, y a falta de nuevas informaciones oficiales confirmando cuándo se realizaría la repatriación del cadáver, el trasiego de coches era continuo. Un movimiento poco habitual en una parroquia ganadera de unos 250 vecinos, por lo que algunos tuvieron que afanarse en vigilar el cambio del ganado de una finca a otra.
A escasos metros del domicilio familiar de Idoia, dos vecinas de edad lamentaban la pérdida de la joven, de la que aseguraban: «Era unha boa rapaza. Cando estaba era raro que non nos viñera visitar. Era moi amiga de ir ver a todos». A pesar de la noticia, ambas no dejaron su trabajo en la huerta, quizá esperando un momento de intimidad para acercarse al hogar de Idoia y arropar a la familia.
Fueron también sus padres los encargados de hablar con la pareja de Idoia. Su novio, del vecino concello de Arzúa, debía encargarse de recogerla en los próximos días, ya que antes del 5 de marzo estaba prevista la llegada de los militares destinados en la Agrupación Táctica Aspfor XV, según las últimas informaciones oficiales.
En la casa de Estraviz , que lleva el nombre del abuelo fallecido hace años, se vivieron por la tarde los peores momentos. Los familiares recibieron al regidor en el interior del domicilio. Tras manifestarle su pésame, Antonio Muíña recordaba emocionado a la joven Idoia.
Visitas
El mandatario, que también es médico de profesión, destacó la amabilidad y la vitalidad de la joven. Aseguró que más de una vez tuvo que acudir a Bidueiro a pasar consulta y, en más de una ocasión la joven le acompañó en sus visitas: «Cando viña a Bidueiro a atender a calquera enfermo recordo que ela me acompañaba a todas as casas cando era pequena». Además de concejales, miembros de la cooperativa agraria y familiares, fueron muchos los amigos que se acercaron al hogar donde Idoia seguramente relataría las experiencias vividas tan lejos de casa.