Ayer finalmente Putin reconoció que fue Rusia quien derribó el avión comercial de Azerbaijan Airlines el día de Navidad de 2024, en el que murieron 38 personas. El día 28 ofreció una disculpa pública por lo que calificó como "accidente", pero no llegó a asumir responsabilidad alguna. Ahora sí, tal vez por el alejamiento cada vez mayor del presidente del país azerbaiyano. Diez meses ha tardado la rata del Kremlin en hacer público lo que todo el mundo sabía, que fue atacado por misiles estrellándose a orillas del Mar Caspio porque según él el espacio aéreo estaba invadido por drones ucranianos y se produjo una confusión. Los misiles no habrían impactado directamente, sino estallado a unos 10 m de aparato, dañándolo severamente, por lo que habría habido tiempo de aceptar la oferta de aterrizar en territorio ruso en lugar de intentar regresar. Esto no me queda muy claro porque no hay explicación de por qué la detonación se produjo cerca y no en el propio aparato, que sufrió daños pero no se desintegró al instante. Tal vez fuera un error de precisión en el misil, que pudo fallar a medias el objetivo.
Dice que ofrecerá indemnizaciones a las familias de las víctimas. A buena hora... Eso sí, los del aparato de Malasyan Airlines de hace una década todavía siguen esperando.