Muse Kiwi escribió:Katxan, se llama anarcocapitalismo porque estan en contra del estado y su legitimación para coaccionar y agredir a las personas.
Dices que mas proteccionismo es la solución cuando vivimos en mundo con proteccionismo e intervención del estado y estamos en la situación que estamos. Precisamente por eso Europa que es muy proteccionista cada vez va ir a peor economicamente y también va a peor en que esta perdiendo los valores que dieron lugar a nuestra civilización pero eso es otra historia...
Por lo de que los de Asia nos vayan a comer los pies, hace mucho que nos han pillado ya solo hay que ver la compra de deuda que estan haciendo por los paises europeos y todo esto bajo esas medidas proteccionistas tan buenas.
Si los chinos e Indios quieren tener un mejor nivel de vida lo podran tener porque primero la población mundial no va a crecer mucho mas ya y segundo al final siempre se encuentra la forma de satisfacer esas necesidades si se deja que el libre mercado funcione.
Y por ejemplo imagina un guerra cuyo proposito es imponer empresas de un país en otro, en realidad esto ya no tiene nada que ver con los principio básicos del capitalismo, sino que es el estado el que esta haciendo esa guerra e imponiendo que se pongan empresas en ese pais, eso ya no tiene nada que ver con la esencia del capitalismo que dice que las interacciones económicas tienen que producirse de manera voluntaria, sino mas bien con la naturaleza de los estados: imposiciones, agresiones, etc...
No sé en qué te basas para pensar que la población mundial va a estancarse. De hecho, vivimos una explosión demográfica sin precedentes en toda la historia y que debería preocuparnos muchísimo a todos. Es evidente que en occidente esta tendencia se debe al aumento espectacular en la esperanza de vida, mientras que el crecimiento es básicamente cero, no se tienen más hijos que gente muere. Pero es que los occidentales somos una minoría en el mundo. Hasta 1750 la población mundial apenas crecía. A partir de esa fecha, la colonización masiva de nuevos territorios, principalmente en América, provocó un aceleramiento muy apreciable del aumento de población. Y aunque en occidente la tendencia se ha frenado bruscamente, solo somos una minoría, en el resto del mundo la natalidad continúa desatada, muy especialmente en oriente y no hay nada que indique que vaya a bajar. Nada. No es un dato para tomárselo a broma ni a la ligera. No se puede crecer indefiniblemente.
Y el capitalismo, si no crece... se muere. Así de simple. Es como el tiburón que no puede dejar de nadar, porque necesita que el agua pase constantemente por sus branquias. El capitalismo no puede estancarse, mucho menos retroceder, necesita coger volumen, cada vez más, ser más grande, más producción, más consumidores, más optimización en los gastos, más, más, más... pero de donde no hay no se puede sacar. Y de momento hay, pero esto no va a durar eternamente. De hecho, no va a durar muchas décadas más. Y no parece que vayamos a poder explotar otros planetas en unos cuantos siglos. Así que... ¿cómo lo hacemos? A mí me gustaría saberlo, en serio.
Te dejo unos pocos datos, por si te interesan:
El incremento constante de la población mundial y la disparidad de su distribución territorial se está produciendo unilateralmente en los países más pobres y poblados, lo que plantea y agrava el problema de la superpoblación. Un ejemplo: Brasil, en 1900, tenía 17 millones de habitantes; en 2000, 170 millones. El contrapunto está en el crecimiento negativo y el envejecimiento de algunos países de Europa, pero esto no atenúa el balance global.
Hacia 1830, la población alcanzó la cota de los 1.000 millones de personas. El 65% de ellas vivía en Asia, el 21% en la próspera Europa, y menos del 1% en América del Norte. Pasaron casi cien años antes de que naciera el niño 2.000 millones, hacia 1920. La tasa de crecimiento de la población oscilaba entonces alrededor del 1% anual. Pero, desde mediados del siglo XX, los antibióticos y otros avances en medicina, agricultura y sanidad mejoraron la expectativa de vida, aumentando el número de niños que vivirían para tener sus propios hijos.
En 1961, ya éramos 3.000 millones. Al final de ese decenio, la tasa de crecimiento se situó en un pico persistente del 2,04% anual. Así, sólo 14 años bastaron para añadir otros mil millones. En 1975 se alcanzaron los 4.000 millones. Aunque las nuevas técnicas reproductivas ayudaban a frenar la tasa de crecimiento, con tanta gente ya en el planeta, se estaba produciendo una «explosión» demográfica, cuyos epicentros se sitúan en el mundo subdesarrollado.
En 1986, nació el niño 5.000 millones. Y hacia octubre de 1999, se alcanzaron los 6.000 millones de seres humanos. En la actualidad, Europa y África cuentan cada una con un 12% de la población mundial. En América Latina, vive el 9%. En América del Norte, el 5%. Y lo mismo que a principios del siglo XIX, Asia es el hogar de la mayoría de los habitantes de la Tierra: cerca del 61 por ciento, es decir, más de 3.500 millones de personas.
En agosto de 2004, los contadores de la población indican que se han superado ya los 6.450 millones de habitantes. Para mediados del presente siglo XXI, y a pesar de una leve tendencia a la baja en la tasa de crecimiento, nuestros números seguirán disparándose hasta la asombrosa cifra de unos 9.000 millones de personas. Además, casi todo este crecimiento habrá tenido lugar en países pobres, donde ya hoy la gente carece de alimentos y agua para cubrir la demanda. No es descartable en absoluto que lleve razón Giovanni Sartori, cuando sostiene: «El mayor peligro para el mundo es la superpoblación de los países pobres» (El País, 11 mayo 2003; véase también su obra La Tierra explota, de 2003).

Es evidente que la naturaleza en algún momento decidirá autorregular ésto y lo hará en forma de hambrunas y epidemias. Por otro lado, los flujos migratorios se dispararán, es impepinable. Si a alguien le molesta ahora ver la cantidad de extranjeros que hay por las calles, que se vaya preparando, lo de la Europa blancucha tiene los días contados. Solo habría un modo de frenarlo, y es que en sus lugares de origen pudieran conseguir unas condiciones dignas de vida. Pero eso solo se lograría con un comercio justo, algo que jamás aceptaría el mercado actual y mucho menos el que el sr. Soto desearía, condonando las deudas externas de esos países y aportando ayudas, especialmente en materia de educación que vaya haciendo poco a poco cambiar de mentalidad a unas sociedades donde el tener 10 hijos es lo más natural del mundo y nadie se plantea que sea de otro modo.
En cuanto a liberalizar los mercados, ya te he puesto un ejemplo de liberalización. La globalización. En un momento dado, los mandamases decidieron que era hora de tomar algunas medidas para abrir los mercados y tomaron las medidas para ello. Seguro que para teóricos como Soto fueron unas medidas muy tímidas e insuficientes, pero incluso con eso, sus consecuencias han sido claras: deslocalización de empresas (¿a quién no le han amenazado con llevar la fábrica a Chequia si no se contenían los sueldos?), aumento de las desigualdades en los países pobres, destrucción de pequeñas y medianas empresas... la globalización ha supuesto la subordinación total de los países débiles a los más fuertes y la oportunidad de que los gigantes asiáticos inunden el mercado con sus productos, basándose en la explotación inhumana de sus operarios.
Simplemente hay que poner en Google "consecuencias de la globalización" y leer. Es raro encontrar una buena consecuencia, en cambio ha habido muchos efectos devastadores en las cuentas familiares. Eso sí, muchas multinacionales han engordado sus números una barbaridad.
Y eso simplemente entornando un poquitín la puerta. Si algún día se llega a abrir de par en par, como sugiere Soto... bueno, ese día que dios nos pille confesados. Yo no puedo competir con un vietnamita cuyo sueldo apenas sobrepasa un tazón de arroz al día para sobrevivir y poco más. La fábrica en la que yo trabajo (japonesa) tiene otra gemela en thailandia. Es idéntica en todos los aspectos. Allí cobran menos de la décima parte que nosotros y tan solo tienen 5 dias de vacaciones en todo el año. Y cuando digo 5 días, me refiero a que los otros 360 días del año trabajan. Sin aranceles en Europa, tengo claro que los japoneses jamás habrían instalado aquí ni una sola factoría. Ni los japoneses, ni los norteamericanos ni nadie. Las cuentas del mercado son muy simples: si no tengo aranceles, pongo la fábrica donde más barato me sale. No solo por sueldos y condiciones laborales. Es que si no me tengo que preocupar de residuos medioambientales porque no hay legislación al respecto, también me ahorro una pasta. Si los impuestos de sociedades son muy bajos, me ahorro otra pasta. Si las exigencias de controles de calidad y seguridad son muy bajos me ahorro otra pasta. Y toda esa pasta que me ahorro me compensa de sobras el tener que fletar un barco y llevar mis productos a la otra punta del globo. Son simples matemáticas y economía básica, maximizar los beneficios minimizando los gastos.
Creo que cualquiera puede entender ésto. Y solo fue un pasito, uno muy pequeño y muy tímido, en la dirección que apunta Soto. Con la globalización bajo el brazo las empresas llamaron a la puerta de unos cuantos países en desarrollo. Toc, toc. ¿Se puede? Mire, soy comercial de la marca tal, ya nos hemos comido el mercado occidental y me preguntaba si usted estaría interesado en comprar el producto X.
Oh, por supuesto que sí, señor vendedor, jopé, qué ilusión me hace, sí, yo también quiero tener tele, y coche y lavadora y teléfono móvil. Mire, le compro uno y le dejo que venda otros a mi familia si los contrata a todos para fabricar más productos X. Y esto no se lo voy a decir, pero en cuanto salga por la puerta voy a ponerme a fabricar yo también productos X como loco y voy a ir a venderlos a su casa mucho más baratos.
Bueno, y retiro lo de que el sr. Soto sea un gilipollas, ya que ha logrado vivir, supongo que muy acomodadamente, de sus teorías económicas que tendrían un nefasto efecto sobre el global de la población, de gilipollas no tiene nada, bien listo que es. Sin demasiados escrúpulos, porque de seguro no ignora que las grandes cifras macroeconómicas subirían espectacularmente, pero se calla quiénes y en qué grado pagarían las gravísimas consecuencias, pero bastante listo.
Es la diferencia entre buscar una economía que de beneficios a los accionistas y una economía que de calidad de vida a la población. Que pueden parecer objetivos coincidentes, pero que no siempre es así, ni mucho menos.
Y un vídeo de propina. No es de ningún sesudo catedrático teórico de nada, lo cual no le quita que tenga una visión muy clarividente de la situación.
http://www.youtube.com/watch?v=Zwk50-15mVs