Según Whitten, la unidad de procesamiento gráfico de Xbox One ha aumentado su frecuencia en 53MHz, pasando de 800 MHz a 853 MHz. Además, el equipo de diseño ha reconstruido los controladores de la gráfica para optimizar su rendimiento.
Al parecer, cuando el hardware final de Xbox One pasó de la teoría a la práctica, en Microsoft constataron que tenían margen para aumentar la frecuencia de la GPU sin comprometer la estabilidad del sistema. Actualmente, el hardware de Xbox One se encuentra en fase de beta interna, y el sistema operativo se actualiza casi a diario para terminar de afinarlo.