El software creado por la compañía israelí Shine permite bloquear la publicidad en webs y aplicaciones, pero no la integrada que se muestra en las redes sociales como Twitter o Facebook. El objetivo de esta obstrucción que el cliente puede elegir si habilitar o no, sería el de ahorrar ancho de banda al usuario, pero a nadie se le escapa que también se trata de un ataque frontal a Google, cuyo servicio de publicidad es uno de sus pilares.
Pero del dicho al hecho hay largo camino. Los operadores europeos pueden probar el software y presionar a Google, pero es muy poco probable que la Comisión Europea permita que obstruyan tráfico en su propio beneficio. Las compañías de Internet deben tratar todos los datos por igual, y bloquear los anuncios supondría una violación de la neutralidad de la red que la Unión Europea garantiza.
Después de que los editores europeos hayan conseguido que Google les pague 150 millones de euros, parece que ahora son los operadores quienes buscan su parte del pastel. El objetivo es conseguir que Google se siente a hablar con los proveedores y comparta parte de los enormes ingresos que genera la publicidad en los dispositivos móviles.