Hoy me he vengado de un niño que me tocaba la moral cuando le daba clase el año pasado y de sus amigos que suelen venir a tocar el timbre y salir corriendo.
Los niños han venido esta tarde a avisar/amenazar de que pasarían a recoger su impuesto revolucionario de caramelos. Yo estaba dando clase, pero he llamado a mi madre para que me comprara unos cuantos de la tienda de abajo. No había de los de toda la vida, pero ha traído asquerosos malvaviscos, gominolas y Solanos de nata y fresa.
Este es el sencillo procedimiento que he seguido:
Paso 1: Sacar los Solano de sus papelitos y maldecirlos en nombre de Al Gore por generar tantos residuos.
Paso 2: Cortar guindillas extrapicantes por la mitad y restregarlas con amorosa dedicación por la superficie de todos los Solanos.
Paso 3: Reír con malignidad y esperar la llegada de esos diablos enanos.
Paso 4: ¡Qué niños más monos, mira qué graciosos van con sus trajes de Todo a Cien de monstruos genéricos! Venga chicos, os habéis ganado estos superchufitrocos y mocafrutimelos.
Paso 5: Escuchar gritos en la lejanía. Éxito.
Y encima han protestado porque les he dado pocos.
P.D.: ¿Podría morir alguno de ellos por alergia a las guindillas?
P.D.2: Para que veais que no todo es maldad en mi interior, he avisado de mi terrible plan a la madre de mi principal enemigo para limpiar mi nombre y mi conciencia. Se ha descojonado.
Espero haber llegado tarde.