A mí jamás, siempre iba de estrangis. Guardaba parte del dinero que me daban para desayunar en el colegio y me fundía 5 o 10 duros en el recreativo.
Incluso en ocasiones me quedaba sin comer, con tal de aprovechar toda la pasta para un buen vicio al Final Fight, Toki, Out Run, Ghouls and ghost etc.
Ya conforme me iba haciendo mayor, mis padres ya toleraban algo más que frecuentase esos sitios, pero aún así nunca les decía que iba a jugar al recreativo.
Y por supuesto, jamás podía pedirles dinero para ir a jugar a las "maquinitas", lo veían como sinónimo de ludopatía, vicio, malgastar el dinero, gentuza, etc.
En fin, qué tiempos aquellos de llegar al salón recreativo y ver esas máquinas llenas de pringue, colillas, quinquis, sonidos atrayentes y botones estropeados.
Aún hay noches que sueño que voy al viejo recreativo de mi ciudad, con una supuesta "nueva apertura" con los mismos dueños y los mismos quinquis de aquella época. Cuando me despierto me da mucha rabia que todo haya sido un sueño.
Volverán las oscuras maquinitas...