En relación con lo que está sucediendo, me voy a permitir recomendar un par de lecturas:
La galaxia Internet, del profesor Castells, de la UOC, y El código y otras leyes del ciberespacio, de Lawrence Lessig; éste último, escrito en 1.999, y del que posteo unos fragmentos que, hoy por hoy, resultan más que clarificadores:
"Coincidiendo en el tiempo con el desvanecimiento de la euforia postcomunista (mitad de la década de los años noventa) emergió en los países occidentales otra "nueva sociedad" que muchos acogieron con tanto entusiasmo como cuando se recibieron a las nuevas sociedades que prometían surgir del postcomunismo europeo. Se trataba del ciberespacio. Primero en las universidades y centros de investigación y, más tarde, en la sociedad en general, el ciberespacio se  convirtió en el objetivo de las utopías libertarias. En el ciberespacio podría reinar la libertad sin Estado. Ya que no había sido posible hacerlo en Moscú o Tiblisi, en el ciberespacio podría cristalizar la sociedad libertaria ideal.
El catalizador de tal cambio fue más bien inesperado, pues el ciberespacio había nacido a partir de un proyecto de investiagación del Departamento de Defensa de los Estados Unidos (...). El anillo cerrado y de finalidad única de las redes telefónicas se vió desplazado por la estructura abierta y de finalidad múltiple de las redes basadas en la transferencia de paquetes de datos. Y, con ello, la antigua arquitectura de distribución de información del tipo "de un emisor a muchos destinatarios" (como la tv, la radio, los periódicos o los libros) se vió complementada por otra arquitectura en la que cada persona podría ejercer como su propio redactor-jefe y publicar lo que desease. Las personas podían comunicarse y asociarse de modos inéditos hasta ese momento. El nuevo espacio prometía un tipo de sociedad imposible de crear en el espacio real: libertad sin anarquía, control sin Estado, consenso sin poder.
(...)Se afirmaba que el Estado no podría regular el ciberespacio, que éste era esencial e irremisiblemente libre. Los Estados podrían proferir todas las amenazas que quisieran, pero la conducta en el ciberespacio no se podría regular(...).
El por qué de estas afirmaciones nunca quedó muy claro. (...) El término ciberespacio evoca control y no libertad. Proviene de una novela de William Gibson (El neuromante, 1984) y su etimología enlaza el mundo de la cibernética, es decir, el estudio del control a distancia. La cibernética, pues, persigue un fin muy claro: la regulación perfecta, por lo que su principal motivación es la de encontrar mejores maneras de dirigir (...).
La libertad en el ciberespacio no surgirá de la ausencia de Estado.
(...) igual que en cualquier otro lugar, vendrá de la mano de un Estado, sea cual sea su forma (...) . No existe ninguna razón para pensar que un terreno abonado para la libertad vaya a surgir por sí solo en el ciberespacio. Es más, ocurre justo todo lo contrario (...) tenemos razones para creer que el ciberespacio, por sí solo, jamás cumplirá su promesa de libertad. Abandonado a su propio destino, el ciberespacio se convertiría en una herramienta perfecta para el control.
No necesariamente un control por parte del Estado, ni tampoco necesariamente un control destinado a un fin maligno o fascista. La tesis fundamental de la presente obra es que la mano invisible del ciberespacio está construyendo UNA ARQUITECTURA diametralmente opuesta a lo que ERA el ciberespacio en sus orígenes. Esta mano invisible, con la mediación del COMERCIO, está edificanco una arquitectura que perfecciona el control ( una arquitectura que posibilita una regulación altamente eficiente). Estamos contemplando la materialización de lo que Vernon Vinge predijo en 1996: una arquitectura distribuida de control regulatorio, y de lo que Tom Maddox avanzó entonces: un eje formado por el Estado y el comercio. 
Este libro gira en torno a este cambio y a los modos en que podemos evitarlo. Si nos detenemos a observar la dirección en que evoluciona el ciberespacio (...) podemos llegar a ver cómo gran parte de la "libertad" presente en la época de su fundación se irá desvaneciendo en el futuro. Los principios que ahora mismo consideramos fundamentales no perdurarán necesariamente en el tiempo, y la libertad en que se cimentaba el ciberespacio irá desapareciendo lenta e inexorablemente.
Si deseamos que el ciberespacio sobreviva, tal como fue concebido originalmene, y que los valores que conocemos de aquel mundo perduren, tenemos la obligación de comprender los cambios que están teniendo lugar y de saber qué podemos hacer en respuesta a ellos. "
Bueno, pues eso decía Lessig ya en 1999 y no se equivocó. Perdón por la parrafada, pero lo cierto es que las cosas van por ese camino; es decir, ya hoy por hoy y en este estado de cosas, es imposible pensar que no va a haber "regulación" de la red. La habrá nos guste, o no. Lo único que nos queda es lograr que los Estados y el Poder Judicial acometan una regulación que respete los valores y principios que consideramos FUNDAMENTALES. Y si no logramos eso, sucederá lo que dice Lessig: que serán las grandes empresas de software, de la industria del ocio y los intereses comerciales quiénes "regulen" la red a su medida, cometiendo todo tipo de abusos, en detrimento de las libertades y derechos de todos los usuarios. Y, muy probablemente, buscando la manera de identificarnos a todos de un modo permanente, y poniendo zancadillas al soft de código abierto y a la encriptación. 
La disyuntiva es esta, o se hace un regulación PÚBLICA y TRASPARENTE, conocida por todos, y en la que podamos participar, o estamos bien *odidos.
Saludos y, de nuevo, perdón por la filosofada.