EL PAIS
González Laya: “Entramos en la era de una Administración estadounidense depredadora en lo geopolítico y en lo económico”
La exministra de Asuntos Exteriores española cree que la respuesta europea a las políticas comerciales de Donald deben ser duras y unitarias
Bruselas - 03 ABR 2025 - 05:45 CEST
Arancha González Laya (San Sebastián, 55 años) se muestra muy dura con las políticas comerciales de Estados Unidos. Desde su dilatada trayectoria en asuntos comerciales dentro de organismos multilaterales como la Organización Mundial del Comercio (OMC), la ONU y la Comisión Europea, esgrime un discurso articulado y muy crítico con esta Administración estadounidense de Donald Trump con un matiz que deja claro en conversación telefónica: habla de las políticas comerciales estadounidenses, no de las personas que están al frente. Esas políticas son las que la exministra de Asuntos Exteriores española define una y otra vez como “predatorias”. Hasta ahora dice no haber visto nada igual en su carrera, quien ahora es decana de la Escuela de Asuntos Internacionales de París, dependiente de la prestigiosa SciencePo.
Pregunta. ¿Qué implica para el comercio internacional lo que está haciendo Estados Unidos?
Respuesta. Si tuviera que resumirlo, diría que no es comercio justo, se trata de políticas predatorias. Entramos en la era de las políticas predatorias, en la era de una administración estadounidense depredadora en lo geopolítico y en lo económico. Ese es el punto de partida si queremos entender como funciona un depredador que destruye sistemas, marcos normativos para imponer su ley y para extraer el beneficio, obligando a los demás a aceptar los costes.
P. Es duro lo que dice.
R. Pero esta es la realidad. Cuando un país cuestiona la política fiscal de otro, cuestiona el IVA, los impuestos digitales, las regulaciones medioambientales. Cuando rompe todos los pactos construidos desde hace 80 años para la gestión de las políticas comerciales. Y lo hace solamente en su propio beneficio. Eso son prácticas predatorias.
P. Usted tiene bastante experiencia en comercio internacional, ¿ha visto algo parecido?
R. Jamás en la vida. Ni siquiera en su versión número uno. En el primer mandato [de Donald Trump] esto se planteaba como una manera de negociar. Pero es que ahora no se plantea así. No puedes negociar cosas que son innegociables. Por eso creo que se parece más a una política predatoria. Cuando te dicen que los términos de la discusión son Groenlandia, políticas medioambientales, políticas de igualdad, políticas fiscales. Ahí ya no estamos en una negociación, estamos en una imposición, en una extracción de beneficios para Estados Unidos, al coste que sea para los demás.
P. ¿No cree que estemos ante golpear primero y luego negociar como se vio hace cuatro años?
R. No parece que sea golpe para negociar, porque los términos de esa negociación son inasumibles para cualquier país. No es asumible para Dinamarca negociar la soberanía de Groenlandia. No es asumible para España que le dicten sus políticas fiscales. No es asumible para Canadá que le digan que va a ser el Estado número 51. Eso no entra dentro del perímetro de una negociación. Cuando te ponen eso sobre la mesa, tú ya has entendido que eso no es negociable.
P. ¿Y cómo respondemos?
R. Con unidad y dureza. Con unidad porque nuestra fuerza nos la da nuestro mercado, una política comercial común. Por eso, por encima de todo, no hay que romper la unidad europea. Romperla es pan para hoy y hambre para mañana. Y el otro ingrediente importante es la dureza, porque ese es el único lenguaje que entiende quien busca imponer prácticas predatorias. La dureza significa responder. Responder primero porque no sé si hay espacio para negociar después. No creo que la UE pueda negociar su regulación tecnológica, que es algo que no va de economía, va de democracia. No creo que tenga que renunciar a su capacidad fiscal ni que renunciar a su compromiso con el cambio climático.
P. ¿Qué negociamos entonces?
R. Podemos negociar aranceles sin problemas, pero no podemos negociar nuestra regulación digital, construida para proteger nuestra democracia. Hay un tercer ingrediente para responder: las alianzas con otros países. Una de las debilidades de EE UU es que dispara contra todos sus socios comerciales. Y si todos le responden con dureza, va a ser muy difícil para EE UU. Por tanto, la UE debe cuidar sus alianzas con los grandes socios comerciales y con los grandes actores en el comercio internacional, Japón, Corea, China, Brasil, México, Canadá, India, Vietnam.
P. ¿Y cómo lo ha hecho Bruselas hasta ahora en las primeras respuestas, como la de los aranceles al acero y el aluminio?
R. Estamos siendo el actor responsable, defendiendo nuestros intereses, no echando leña al fuego. Europa no ha empezado esta guerra comercial. Esto hay que repetirlo constantemente. No podemos caer en esta trampa que nos tienden de que si respondemos se nos acusa de ser agresivos. No, nosotros no hemos empezado esta guerra. No la queremos. Creo que hasta ahora lo estamos haciendo bien. Mantengamos esta línea, esto sería muy importante.
P. ¿Hay que recurrir al instrumento anticoerción para golpear a las importaciones de servicios estadounidenses?
R. La política de la administración estadounidense es un caso de libro de coerción económica para la cual la Unión Europea tiene un instrumento.
P. Hay dudas jurídicas si los aranceles son generales para todo el mundo.
R. La cuestión no es que se lo imponga a todo el mundo. Es por qué impone ese arancel. Si te lo impone porque no le gusta el IVA o tu regulación del sector digital es un caso de libro de coerción económica. En la Organización Mundial de Comercio (OMC) hay toda una panoplia de instrumentos contra el comercio desleal. Pero esto no trata de comercio desleal. Aquí se describen todas aquellas prácticas que a esta administración estadounidense no le gustan y no por ser contrarias a la legalidad internacional. En ningún sitio de la legalidad internacional se dice que no tienes una autonomía fiscal siempre que lo hagas de manera no discriminatoria: Europa no aplica un IVA a un producto importado y un IVA distinto a un producto doméstico. Aplica el mismo. Aquí se trata de una coerción para que no tengas impuestos o regulaciones que afecten a empresas estadounidenses. Eso es coerción económica.
P. Entonces hay que golpear sobre los servicios.
R. La administración europea tendrá que evaluar la conveniencia de utilizar este instrumento. Está bastante claro donde tiene una debilidad EE UU: en los servicios. El objetivo es mostrar dureza e influir en aquellos sectores que van a tener capacidad para influir en la administración estadounidense.
P. Decía el otro día el presidente de Business Europe, Fredrik Persson, que la relación comercial de la UE con EE UU es insustituible a corto y medio plazo.
R. No creo en este planteamiento. Estoy de acuerdo en que EE UU es hoy insustituible para Europa. Pero también Europa es insustituible para Estados Unidos. Funciona en ambos sentidos y por eso los mercados financieros responden como lo están haciendo. Es la relación comercial más fuerte del mundo. Nuestro objetivo no es romperla, es responder con dureza para dejar claro que esto tiene también un gran coste económico y financiero para Estados Unidos. El objetivo no es de repente buscar el desacople de la economía americana.