Panrico rectifica y vuelve a comercializar el bollo recién horneado tras probar un año con un modelo más higiénico pero muy criticadoMAURICIO BERNAL
BARCELONA

El conato de rebelión tuvo lugar hace poco menos de un año, cuando los responsables de Panrico anunciaron que sacaban de circulación el que con toda seguridad figura entre sus productos más preciados, si no está directamente encabezando la lista: el donut fresco. Los clientes que hacían de tomar un bollo recién horneado una especie de ceremonial matutino llenaron de lamentos las barras de las cafeterías, algunos se quejaron directamente a la empresa y los más jóvenes y con herramientas de expresión más a la moda consignaron su desengaño en sus blogs. Si la creación de un grupo en Facebook es síntoma de que una protesta tiene enjundia, entonces la protesta contra Panrico la tenía. Y no a otra cosa que a la percepción del malestar popular se debe la decisión de la empresa de dar marcha atrás. Así es: después de unos meses de ausencia, ha vuelto el donut fresco.
Dos campañas
Uno de los blogueros desencantados era Nacho Giral, que en mayo publicó una entrada resumiendo lo que más o menos pensaba todo el mundo: no importaba el contenido, y sí el continente. Panrico había sustituido el bollo fresco, recién horneado, por uno que servía envuelto en una caja de plástico, según la publicidad para conservar los atributos del producto durante días. Cuatro, para ser exactos. «Pedir un donut en el bar ha perdido todo su encanto –escribió Giral–. Tener que abrir una caja de plástico le ha hecho perder su encanto de bollo, y ahora ha pasado a ser un producto de supermercado».
Giral es socio fundador y director de Atrápalo, la agencia de viajes por internet, y su blog es algo más que una bitácora anónima; entre la larga docena de respuestas que recibió hubo una que lo invitó a sumarse al grupo de Facebook bautizado con el siguiente nombre: ¡Por los donuts de siempre... sin plástico!, además de comentarios que desmentían categóricamente el argumento de la empresa de que con plástico o sin plástico los donuts sabían igual. En La vida es una mierda y encima te mueres, un blog que presume de pesimismo, el autor no solo lamentaba la pérdida («corren malos tiempos», «no sabe igual»), sino que proponía su propia campaña para volver al bollo de siempre: ¡¡Este no es mi donut!! Así, con doble exclamación.
El malestar de los internautas era un trasunto de lo que estaba ocurriendo la calle, lo que un portavoz de la empresa, ahora, tras la rectificación, ha definido así: «El cliente de cafetería estaba perdiendo el sentimiento». Porque, por supuesto, la clave es emocional. La mayor parte de los que tuvieron un momento para hablar o escribir y criticar el nuevo donut se tornaron insólitamente sentimentales, y consideraron que además de despojarlos de un hábito les estaban quitando un patrimonio, un bollo que involucraba recuerdos y la imagen de una madre preparando la merienda escolar. «La compañía ha reaccionado para dar satisfacción a todos sus públicos, entre ellos el consumidor de impulso, el de siempre, que tiene unos hábitos y no quiere modificarlos».
Una costumbre
Las peripecias del donut han durado algo menos de 12 meses y han retratado los delicados hilos en que se asienta la costumbre: la gente no quería un donut más higiénico, más aislado de los humos del bar, y del polvo, menos expuesto a las manos sucias del camarero: la gente quería el donut de siempre. Ha quedado en entredicho, además, el buen olfato de la compañía para anticipar a sus clientes; esa intentona de insurrección podían haberla sospechado.
Nacho Giral recibió un correo electrónico en enero. De Panrico. «Habían leído mi blog, me consta que son una empresa muy activa y les había llegado el post». Le informaron de que volvía a circular el donut fresco. La empresa había invertido 35 millones de euros en producir y dar a conocer la nueva línea de bollos, y no retiraba los nuevos –envueltos, cuatro días frescos– de los estantes, pero sí resucitaba los viejos. «Me pareció muy honroso que rectificaran», dice Giral, que decidió colgar una entrada sobre el asunto. Volvió a criticar («El producto puede ser exactamente el mismo, pero la experiencia de consumo es muy diferente; es como tomarse un vino gran reserva en vaso de plástico») y acabó escribiendo: «Volveré pronto a mis donuts matinales». Lo que hará probablemente toda la legión de insurrectos