Me acabo de levantar y me encuentro con este fragmento del Congreso que me ha hecho arquear una ceja más de lo habitual. Irene Montero, sí, la misma que en EOL despierta más odio que el DRM en los videojuegos, ha tenido un encontronazo verbal con Jorge Buxadé de VOX. Pero lo curioso no es el quién, sino el qué.
El debate iba sobre la vivienda. No sobre banderas, ni historia, ni “la dictadura de lo políticamente correcto”. Sobre el hecho tangible de que hay gente que no puede pagar un alquiler sin dejarse medio sueldo, o que directamente es expulsada de su barrio por subidas especulativas. Y sobre qué herramientas tiene (o debería tener) el Estado para evitarlo.
Irene menciona la expropiación. Palabra maldita, ya lo sé. Pero no inventa nada: está en la Constitución, artículo 33.3, y se ha aplicado para construir carreteras, metros, estaciones o incluso campos de fútbol. Si mañana expropian tu casa para ampliar una autovía, nadie se rasga las vestiduras. ¿Por qué entonces sí cuando hablamos de frenar la especulación con viviendas vacías de bancos y fondos buitre?
La respuesta de Buxadé es el clásico “que empiecen regalando su casa los políticos”. Chascarrillo fácil, pero poco útil si queremos hablar en serio. Porque, más allá del teatro del Congreso, hay un debate real sobre el acceso a la vivienda como derecho o como producto financiero. Y mientras lo convertimos en meme, la peña sigue durmiendo en habitaciones a 500€ o compartiendo piso a los 40.
No se trata de santificar a Montero —ni falta que hace—, sino de no perder de vista el foco. ¿Queremos dejar que el precio de un techo dependa exclusivamente del mercado? ¿O entendemos que hay momentos en los que el interés general debería pesar más que el interés inmobiliario?
Sé que decir esto en EOL es arriesgado, porque aquí Montero tiene menos popularidad que el Always Online de Xbox One. Pero incluso una persona que te caiga mal puede tener razón en una idea concreta. Y esta vez, al menos, la discusión merecía algo más que risitas y golpes de pecho.
No va de Irene, ni de Buxadé. Va de que la vivienda no sea un lujo reservado para unos pocos. Y si para eso hay que desempolvar herramientas legales olvidadas, igual es el momento.