Pregunta a ...

paco_man escribió:
Avestruz escribió:El +1 es una función simple que cumple perfectamente para lo que dice extintor, no tiene más misterio, luego si pica más o menos ya depende de las taras mentales de cada uno

Hombre si alguien se caga en "tu plumaje" y ese alguien recibe un +1, eso pica desde luego. Si te sientes ofendido no creo que nadie piense que tienes taras mentales. XD

El +1 es una especie de conformidad de mensajes que en ocasiones son muy desagradables.

Sí, pero no hablo de dar +1 a mensajes insultando, yo a esos no les doy, hablo de mensajes "normales".
(Que igual me viene ahora alguien con un mensaje con insultos de hace dos años al que le di masunito, pos vale, se me habrá escapado, pero por lo general evito hacerlo, para eso está andromedita)
paco_man escribió:
Avestruz escribió:El +1 es una función simple que cumple perfectamente para lo que dice extintor, no tiene más misterio, luego si pica más o menos ya depende de las taras mentales de cada uno

Hombre si alguien se caga en "tu plumaje" y ese alguien recibe un +1, eso pica desde luego. Si te sientes ofendido no creo que nadie piense que tienes taras mentales. XD

El +1 es una especie de conformidad de mensajes que en ocasiones son muy desagradables.

Ah que miras si dan +1 a otros?

Las cabecitas bien?
Yo creo que la función +1 puede representar que piensas igual y es un +1ito o que si pensar igual, lo ha escrito bien y lo valoras.

Pero lo que dice @Avestruz lo veo a menudo, gente que le da +1ito a post racistas, insultos, flames, etc. etc.
exitfor escribió:Ah que miras si dan +1 a otros?

Las cabecitas bien?

Calla hipoglúcido !!

@Avestruz Andrómeda no da +1 tan alegremente (y sin mirar) como sí hacen otros. cawento

@[erick] Imagino que tendréis en cuenta eso, el que ha escrito el mensaje ofensivo y los que han apoyado dicha acción con su masunito.
Estáis feedbaqueando por encima de vuestras posibilidades.
[erick] escribió:Yo creo que la función +1 puede representar que piensas igual y es un +1ito o que si pensar igual, lo ha escrito bien y lo valoras.

Pero lo que dice @Avestruz lo veo a menudo, gente que le da +1ito a post racistas, insultos, flames, etc. etc.

Yo lo que realmente creo de todo este tema sinceramente es que me podéis comer toda la polla
[erick] escribió:Además que todos los que participan en los hilos de política creen que lo que van a escribir es muy relevante y que puede cambiar el curso de las elecciones, por más que he dicho que lo que digamos 4 "frikis" en un foro de "friki" de videojuegos tiene transcendencia cero en la política, vamos que no vamos a cambiar nosotros el resultado electoral.


Con eso discrepo. Las llamadas al absentismo político en los foros de videojuegos no sé la efectividad que tendrá, pero si lo hacen y hay quien paga, alguna debe tener.

Pero lo que si está documentado por agencias de policía de todo el mundo es el papel que tienen como germen para adoctrinar y encauzar hacia otros canales privados como grupos de WhatsApp,Telegram, Discord donde el mensaje es mucho mas radical y desde ahí, volver a canales públicos a seguir difundiendo el mensaje ahora que "son de los nuestros".

Por lo que no, de las elecciones se encargan principalmente los medios de masas, los nichos relevantes se encargan de crear la base para normalizar sus mierdas para que los medios de masas puedan hacerlas pasar por sentido común.
paco_man escribió:
exitfor escribió:Ah que miras si dan +1 a otros?

Las cabecitas bien?

Calla hipoglúcido !!

@Avestruz Andrómeda no da +1 tan alegremente (y sin mirar) como sí hacen otros. cawento

@[erick] Imagino que tendréis en cuenta eso, el que ha escrito el mensaje ofensivo y los que han apoyado dicha acción con su masunito.

Mirar seguro que mira, otra cosa es que se la sude que haya insultos / comprenda el contenido del mensaje xdd
DemAsiado serio me pafece este hilo...
dlabo escribió:
Con eso discrepo. Las llamadas al absentismo político en los foros de videojuegos no sé la efectividad que tendrá, pero si lo hacen y hay quien paga, alguna debe tener.

Pero lo que si está documentado por agencias de policía de todo el mundo es el papel que tienen como germen para adoctrinar y encauzar hacia otros canales privados como grupos de WhatsApp,Telegram, Discord donde el mensaje es mucho mas radical y desde ahí, volver a canales públicos a seguir difundiendo el mensaje ahora que "son de los nuestros".

Por lo que no, de las elecciones se encargan principalmente los medios de masas, los nichos relevantes se encargan de crear la base para normalizar sus mierdas para que los medios de masas puedan hacerlas pasar por sentido común.




Pero precisamente ahí radica la confusión fundamental que me parece necesario —y casi diría ineludible, aunque resulte incómodo— desentrañar con una cierta paciencia intelectual (algo de lo que, por cierto, solemos carecer cuando reducimos debates tan complejos a un par de consignas, ya sea en un foro de videojuegos, en un hilo de Twitter o en la sobremesa con el café recalentado). Verás, la insistencia en señalar a los foros como semilleros de radicalización tiene un componente de verdad, pero también un componente de exageración narrativa que solo puede sostenerse si uno se coloca, como quien dice, las gafas de la conspiración permanente. Sí, claro que existen mecanismos documentados por cuerpos de seguridad —he leído suficientes informes de Europol y del FBI como para no andar opinando a la ligera—, pero también es cierto que esos mismos informes suelen matizar hasta la saciedad que el grueso de los procesos de captación no se produce en la superficie abierta, sino en esos pasillos semiprivados donde ya se ha hecho un trabajo previo de erosión de la confianza en lo institucional, en lo común, en lo que podríamos llamar el “espacio compartido”.

Ahora bien, reducirlo todo al binomio “medios de masas / nichos radicales” es quedarse en una suerte de infantilismo analítico, porque el ecosistema comunicativo actual ya no funciona bajo la lógica vertical de hace treinta años. Antes la televisión o la prensa podían marcar la pauta con un par de editoriales y el ciudadano medio, inerme, las recibía con mayor o menor escepticismo pero sin capacidad real de réplica. Hoy, en cambio, lo que tenemos es una especie de polifonía caótica en la que lo mainstream toma prestado de lo marginal y lo marginal se legitima precisamente porque lo mainstream lo recoge, lo cita, lo blanquea con el brillo de la respetabilidad institucional. En otras palabras: el ciclo no es lineal, sino circular, incluso autorreferencial, y cualquier análisis que no contemple esta retroalimentación se queda en el nivel de las caricaturas.

De hecho, me atrevería a decir que lo verdaderamente interesante —aunque aburridamente complejo, lo admito— es cómo esos foros aparentemente banales (el de un videojuego, el de un meme compartido, el comentario irónico en un streaming) se convierten en espacios de socialización política no porque contengan un panfleto directo, sino porque naturalizan ciertas formas de hablar, de burlarse, de minusvalorar, de reducir al adversario político a un chiste compartido. Eso no es propaganda explícita, es normalización cultural. Y en ese sentido, culpar exclusivamente a los “nichos” es no querer ver que la maquinaria más eficaz es precisamente la que se disfraza de inofensiva, la que parece un simple chascarrillo, la que baja las defensas. El medio de masas entra después, cuando esa normalización ya ha calado: solo tiene que recoger la ola y darle barniz de discurso público.

Por eso, francamente, cuando me dices “de las elecciones se encargan los medios de masas”, no puedo sino levantar una ceja con un gesto entre condescendiente y exasperado, porque lo que está en juego no es únicamente el recuento electoral, sino la construcción misma de lo que consideramos pensable, debatible, aceptable. Y esa construcción empieza en los márgenes, se alimenta en los pasadizos semiprivados y, finalmente, se legitima en los altavoces principales. Pensar que una pata se sostiene sin la otra es, perdóname la franqueza, como creer que el teatro puede montarse solo con telón y butacas, olvidando al tramoyista, al apuntador y a los actores secundarios que, aunque nadie aplauda directamente, son los que hacen posible la función.

Permíteme, pues, que despliegue este tapiz conceptual con calma, como quien desenrolla una alfombra persa ante un invitado que en realidad solo venía a quitarse los zapatos y descansar, pero se encuentra atrapado en una disertación interminable sobre la calidad del nudo, la historia de la seda y el comercio caravanero en Samarcanda.

Lo primero que habría que aclarar, y aquí es donde creo que reside la mayor miopía en las interpretaciones habituales, es que hablar de “radicalización” exclusivamente en términos de contenido explícito (el famoso “adoctrinamiento”) es quedarse en la superficie del fenómeno. El poder real, el poder verdaderamente insidioso, radica en la repetición aparentemente inocua. No es que en un foro de videojuegos alguien publique un manifiesto político incendiario y automáticamente decenas de jóvenes digan “¡oh, sí, me apunto a la revolución!”; eso es una caricatura. Lo que sucede es mucho más sutil: la chanza constante, la burla reiterada a ciertas figuras, la cosificación del adversario político como “NPC” o como meme. Ese caldo de cultivo no convence de golpe, sino que erosiona progresivamente el horizonte de lo decible. Y lo más fascinante (y perturbador) es que todo esto se da en espacios que los propios participantes no conciben como políticos, lo cual neutraliza cualquier defensa crítica.

En segundo lugar, es necesario enfatizar —aunque esto suene pedantemente académico, y de hecho lo es— que los medios de masas no actúan como generadores autónomos de agenda, sino como mecanismos de amplificación y validación. Lo que aparece en la televisión, en la radio o en la prensa ya ha sido, en la mayoría de los casos, preensayado en los márgenes digitales. Se trata de un proceso de sedimentación cultural: lo que primero aparece como chiste escandaloso en Twitter, luego circula en grupos de Telegram como “verdad alternativa”, después se enuncia en un foro de Reddit como “opinión disruptiva”, y finalmente termina recogido en un titular de periódico con el formato: “Crece el debate sobre…”. En ese momento ya no importa si el contenido es veraz, razonable o incluso coherente: lo que importa es que se ha instaurado como objeto de debate legítimo. Y ese, créeme, es el verdadero triunfo de la estrategia.

Tercero, y aquí es donde me detengo con un énfasis quizá excesivo pero necesario, la idea de que el poder comunicativo está únicamente en manos de los grandes medios es, permíteme decirlo con franqueza, una visión decimonónica. Hoy, lo que define el éxito discursivo no es tanto la autoridad del emisor como la capacidad de generar ecos. La red funciona como un inmenso sistema de cámaras de resonancia en el que la veracidad es un valor secundario frente a la viralidad. Así, una mentira eficazmente empaquetada, convenientemente emotiva y revestida de ironía puede recorrer en horas el trayecto que antes a un editorial le llevaba semanas. Y lo fascinante —aunque trágico— es que, una vez que ha alcanzado masa crítica, los medios tradicionales se ven obligados a recogerla para no quedar rezagados. Se convierten, en suma, en rehenes de esa dinámica.

Por último, y esto quizá sea lo que menos se quiere escuchar porque nos obliga a mirarnos al espejo, los usuarios mismos —esos que alegremente repiten memes, que participan en hilos sin darle demasiada importancia— son agentes activos del proceso. No hay un “ellos” radicalizando desde las sombras y un “nosotros” inocente que solo recibe. No. La frontera es difusa: cualquiera que ironiza, que comparte un chiste racista o misógino sin creérselo demasiado, está contribuyendo a esa normalización. Y cuando el medio de masas lo recoge, el terreno ya está preparado: ya no parece una aberración, sino una opinión más en el abanico de lo posible.

Ahora bien, ¿no resulta todo esto un poco deprimente? Seguramente sí. Pero lo verdaderamente deprimente es que, en el fondo, seguimos queriendo aferrarnos a narrativas simples: “la culpa es de los foros”, “la culpa es de los medios”, “la culpa es de los políticos”. Esa pulsión de buscar un único culpable es, paradójicamente, el mayor obstáculo para comprender la dinámica real, que es estructural, transversal, y en la que todos participamos aunque no lo admitamos.

Y podría seguir, créeme, porque apenas he rascado la superficie. Podría meterme en teorías de la comunicación de Habermas, en la noción de hegemonía cultural de Gramsci, en los marcos cognitivos de Lakoff, y demostrar cómo todos ellos, aunque formulados en contextos distintos, confluyen en señalar lo mismo: que la batalla política hoy no se libra en las urnas únicamente, sino en la definición previa de qué pensamos que es de sentido común. Pero sería alargarme demasiado… aunque, claro, esa es precisamente la invitación que me has hecho.
jfbtdxv escribió:
dlabo escribió:
Con eso discrepo. Las llamadas al absentismo político en los foros de videojuegos no sé la efectividad que tendrá, pero si lo hacen y hay quien paga, alguna debe tener.

Pero lo que si está documentado por agencias de policía de todo el mundo es el papel que tienen como germen para adoctrinar y encauzar hacia otros canales privados como grupos de WhatsApp,Telegram, Discord donde el mensaje es mucho mas radical y desde ahí, volver a canales públicos a seguir difundiendo el mensaje ahora que "son de los nuestros".

Por lo que no, de las elecciones se encargan principalmente los medios de masas, los nichos relevantes se encargan de crear la base para normalizar sus mierdas para que los medios de masas puedan hacerlas pasar por sentido común.




Pero precisamente ahí radica la confusión fundamental que me parece necesario —y casi diría ineludible, aunque resulte incómodo— desentrañar con una cierta paciencia intelectual (algo de lo que, por cierto, solemos carecer cuando reducimos debates tan complejos a un par de consignas, ya sea en un foro de videojuegos, en un hilo de Twitter o en la sobremesa con el café recalentado). Verás, la insistencia en señalar a los foros como semilleros de radicalización tiene un componente de verdad, pero también un componente de exageración narrativa que solo puede sostenerse si uno se coloca, como quien dice, las gafas de la conspiración permanente. Sí, claro que existen mecanismos documentados por cuerpos de seguridad —he leído suficientes informes de Europol y del FBI como para no andar opinando a la ligera—, pero también es cierto que esos mismos informes suelen matizar hasta la saciedad que el grueso de los procesos de captación no se produce en la superficie abierta, sino en esos pasillos semiprivados donde ya se ha hecho un trabajo previo de erosión de la confianza en lo institucional, en lo común, en lo que podríamos llamar el “espacio compartido”.

Ahora bien, reducirlo todo al binomio “medios de masas / nichos radicales” es quedarse en una suerte de infantilismo analítico, porque el ecosistema comunicativo actual ya no funciona bajo la lógica vertical de hace treinta años. Antes la televisión o la prensa podían marcar la pauta con un par de editoriales y el ciudadano medio, inerme, las recibía con mayor o menor escepticismo pero sin capacidad real de réplica. Hoy, en cambio, lo que tenemos es una especie de polifonía caótica en la que lo mainstream toma prestado de lo marginal y lo marginal se legitima precisamente porque lo mainstream lo recoge, lo cita, lo blanquea con el brillo de la respetabilidad institucional. En otras palabras: el ciclo no es lineal, sino circular, incluso autorreferencial, y cualquier análisis que no contemple esta retroalimentación se queda en el nivel de las caricaturas.

De hecho, me atrevería a decir que lo verdaderamente interesante —aunque aburridamente complejo, lo admito— es cómo esos foros aparentemente banales (el de un videojuego, el de un meme compartido, el comentario irónico en un streaming) se convierten en espacios de socialización política no porque contengan un panfleto directo, sino porque naturalizan ciertas formas de hablar, de burlarse, de minusvalorar, de reducir al adversario político a un chiste compartido. Eso no es propaganda explícita, es normalización cultural. Y en ese sentido, culpar exclusivamente a los “nichos” es no querer ver que la maquinaria más eficaz es precisamente la que se disfraza de inofensiva, la que parece un simple chascarrillo, la que baja las defensas. El medio de masas entra después, cuando esa normalización ya ha calado: solo tiene que recoger la ola y darle barniz de discurso público.

Por eso, francamente, cuando me dices “de las elecciones se encargan los medios de masas”, no puedo sino levantar una ceja con un gesto entre condescendiente y exasperado, porque lo que está en juego no es únicamente el recuento electoral, sino la construcción misma de lo que consideramos pensable, debatible, aceptable. Y esa construcción empieza en los márgenes, se alimenta en los pasadizos semiprivados y, finalmente, se legitima en los altavoces principales. Pensar que una pata se sostiene sin la otra es, perdóname la franqueza, como creer que el teatro puede montarse solo con telón y butacas, olvidando al tramoyista, al apuntador y a los actores secundarios que, aunque nadie aplauda directamente, son los que hacen posible la función.


No si en verdad tienes parte de razón compañero @jfbtdxv Pero lo más importante aquí es la disconformidad que se palpa en el ambiente. Por las mejoras sanitarias y en la alimentación, la población española pasó de 11 millones a inicios del siglo, a 18 a finales. Es decir, un crecimiento importante, pero no tanto comparativamente con Gran Bretaña que pasó de 11 millones a 37 en el mismo período. Esta diferencia se debió a que en España la mortalidad no bajó tanto y se mantuvo alta.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

1865-73. Crisis financiera, paralización. Estalla la burbuja del ferrocarril. Hasta el 73, cierran muchas líneas y entidades financieras y se pasa de 58 a 14. Las inversiones en el ferrocarril fueron de tipo especulativo donde no se tenía en cuenta la viabilidad de las líneas ni la calidad de los materiales usados, sino el aumento de su valor en bolsa. Cuando se empezaron a ver la falta de rentabilidad de las líneas abiertas, comenzaron la retirada de capitales y las quiebras de sociedades de créditos, compañías ferroviarias y bancos.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

1865-73. Crisis financiera, paralización. Estalla la burbuja del ferrocarril. Hasta el 73, cierran muchas líneas y entidades financieras y se pasa de 58 a 14. Las inversiones en el ferrocarril fueron de tipo especulativo donde no se tenía en cuenta la viabilidad de las líneas ni la calidad de los materiales usados, sino el aumento de su valor en bolsa. Cuando se empezaron a ver la falta de rentabilidad de las líneas abiertas, comenzaron la retirada de capitales y las quiebras de sociedades de créditos, compañías ferroviarias y bancos.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.
¿Y cómo te enteras si te han dado +1?
@jfbtdxv por curiosidad ¿Cual ha sido el prompt? ¿Dale la razón a este sin que parezca que se la das?
paco_man escribió:
jfbtdxv escribió:
dlabo escribió:
Con eso discrepo. Las llamadas al absentismo político en los foros de videojuegos no sé la efectividad que tendrá, pero si lo hacen y hay quien paga, alguna debe tener.

Pero lo que si está documentado por agencias de policía de todo el mundo es el papel que tienen como germen para adoctrinar y encauzar hacia otros canales privados como grupos de WhatsApp,Telegram, Discord donde el mensaje es mucho mas radical y desde ahí, volver a canales públicos a seguir difundiendo el mensaje ahora que "son de los nuestros".

Por lo que no, de las elecciones se encargan principalmente los medios de masas, los nichos relevantes se encargan de crear la base para normalizar sus mierdas para que los medios de masas puedan hacerlas pasar por sentido común.




Pero precisamente ahí radica la confusión fundamental que me parece necesario —y casi diría ineludible, aunque resulte incómodo— desentrañar con una cierta paciencia intelectual (algo de lo que, por cierto, solemos carecer cuando reducimos debates tan complejos a un par de consignas, ya sea en un foro de videojuegos, en un hilo de Twitter o en la sobremesa con el café recalentado). Verás, la insistencia en señalar a los foros como semilleros de radicalización tiene un componente de verdad, pero también un componente de exageración narrativa que solo puede sostenerse si uno se coloca, como quien dice, las gafas de la conspiración permanente. Sí, claro que existen mecanismos documentados por cuerpos de seguridad —he leído suficientes informes de Europol y del FBI como para no andar opinando a la ligera—, pero también es cierto que esos mismos informes suelen matizar hasta la saciedad que el grueso de los procesos de captación no se produce en la superficie abierta, sino en esos pasillos semiprivados donde ya se ha hecho un trabajo previo de erosión de la confianza en lo institucional, en lo común, en lo que podríamos llamar el “espacio compartido”.

Ahora bien, reducirlo todo al binomio “medios de masas / nichos radicales” es quedarse en una suerte de infantilismo analítico, porque el ecosistema comunicativo actual ya no funciona bajo la lógica vertical de hace treinta años. Antes la televisión o la prensa podían marcar la pauta con un par de editoriales y el ciudadano medio, inerme, las recibía con mayor o menor escepticismo pero sin capacidad real de réplica. Hoy, en cambio, lo que tenemos es una especie de polifonía caótica en la que lo mainstream toma prestado de lo marginal y lo marginal se legitima precisamente porque lo mainstream lo recoge, lo cita, lo blanquea con el brillo de la respetabilidad institucional. En otras palabras: el ciclo no es lineal, sino circular, incluso autorreferencial, y cualquier análisis que no contemple esta retroalimentación se queda en el nivel de las caricaturas.

De hecho, me atrevería a decir que lo verdaderamente interesante —aunque aburridamente complejo, lo admito— es cómo esos foros aparentemente banales (el de un videojuego, el de un meme compartido, el comentario irónico en un streaming) se convierten en espacios de socialización política no porque contengan un panfleto directo, sino porque naturalizan ciertas formas de hablar, de burlarse, de minusvalorar, de reducir al adversario político a un chiste compartido. Eso no es propaganda explícita, es normalización cultural. Y en ese sentido, culpar exclusivamente a los “nichos” es no querer ver que la maquinaria más eficaz es precisamente la que se disfraza de inofensiva, la que parece un simple chascarrillo, la que baja las defensas. El medio de masas entra después, cuando esa normalización ya ha calado: solo tiene que recoger la ola y darle barniz de discurso público.

Por eso, francamente, cuando me dices “de las elecciones se encargan los medios de masas”, no puedo sino levantar una ceja con un gesto entre condescendiente y exasperado, porque lo que está en juego no es únicamente el recuento electoral, sino la construcción misma de lo que consideramos pensable, debatible, aceptable. Y esa construcción empieza en los márgenes, se alimenta en los pasadizos semiprivados y, finalmente, se legitima en los altavoces principales. Pensar que una pata se sostiene sin la otra es, perdóname la franqueza, como creer que el teatro puede montarse solo con telón y butacas, olvidando al tramoyista, al apuntador y a los actores secundarios que, aunque nadie aplauda directamente, son los que hacen posible la función.


No si en verdad tienes parte de razón compañero @jfbtdxv Pero lo más importante aquí es la disconformidad que se palpa en el ambiente. Por las mejoras sanitarias y en la alimentación, la población española pasó de 11 millones a inicios del siglo, a 18 a finales. Es decir, un crecimiento importante, pero no tanto comparativamente con Gran Bretaña que pasó de 11 millones a 37 en el mismo período. Esta diferencia se debió a que en España la mortalidad no bajó tanto y se mantuvo alta.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

1865-73. Crisis financiera, paralización. Estalla la burbuja del ferrocarril. Hasta el 73, cierran muchas líneas y entidades financieras y se pasa de 58 a 14. Las inversiones en el ferrocarril fueron de tipo especulativo donde no se tenía en cuenta la viabilidad de las líneas ni la calidad de los materiales usados, sino el aumento de su valor en bolsa. Cuando se empezaron a ver la falta de rentabilidad de las líneas abiertas, comenzaron la retirada de capitales y las quiebras de sociedades de créditos, compañías ferroviarias y bancos.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

1865-73. Crisis financiera, paralización. Estalla la burbuja del ferrocarril. Hasta el 73, cierran muchas líneas y entidades financieras y se pasa de 58 a 14. Las inversiones en el ferrocarril fueron de tipo especulativo donde no se tenía en cuenta la viabilidad de las líneas ni la calidad de los materiales usados, sino el aumento de su valor en bolsa. Cuando se empezaron a ver la falta de rentabilidad de las líneas abiertas, comenzaron la retirada de capitales y las quiebras de sociedades de créditos, compañías ferroviarias y bancos.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.


Mejor me espero a la película. Será igual de aburrida que este tocho, pero al menos podré ojear el móvil de vez en cuando
pantxo escribió:
paco_man escribió:
jfbtdxv escribió:


Pero precisamente ahí radica la confusión fundamental que me parece necesario —y casi diría ineludible, aunque resulte incómodo— desentrañar con una cierta paciencia intelectual (algo de lo que, por cierto, solemos carecer cuando reducimos debates tan complejos a un par de consignas, ya sea en un foro de videojuegos, en un hilo de Twitter o en la sobremesa con el café recalentado). Verás, la insistencia en señalar a los foros como semilleros de radicalización tiene un componente de verdad, pero también un componente de exageración narrativa que solo puede sostenerse si uno se coloca, como quien dice, las gafas de la conspiración permanente. Sí, claro que existen mecanismos documentados por cuerpos de seguridad —he leído suficientes informes de Europol y del FBI como para no andar opinando a la ligera—, pero también es cierto que esos mismos informes suelen matizar hasta la saciedad que el grueso de los procesos de captación no se produce en la superficie abierta, sino en esos pasillos semiprivados donde ya se ha hecho un trabajo previo de erosión de la confianza en lo institucional, en lo común, en lo que podríamos llamar el “espacio compartido”.

Ahora bien, reducirlo todo al binomio “medios de masas / nichos radicales” es quedarse en una suerte de infantilismo analítico, porque el ecosistema comunicativo actual ya no funciona bajo la lógica vertical de hace treinta años. Antes la televisión o la prensa podían marcar la pauta con un par de editoriales y el ciudadano medio, inerme, las recibía con mayor o menor escepticismo pero sin capacidad real de réplica. Hoy, en cambio, lo que tenemos es una especie de polifonía caótica en la que lo mainstream toma prestado de lo marginal y lo marginal se legitima precisamente porque lo mainstream lo recoge, lo cita, lo blanquea con el brillo de la respetabilidad institucional. En otras palabras: el ciclo no es lineal, sino circular, incluso autorreferencial, y cualquier análisis que no contemple esta retroalimentación se queda en el nivel de las caricaturas.

De hecho, me atrevería a decir que lo verdaderamente interesante —aunque aburridamente complejo, lo admito— es cómo esos foros aparentemente banales (el de un videojuego, el de un meme compartido, el comentario irónico en un streaming) se convierten en espacios de socialización política no porque contengan un panfleto directo, sino porque naturalizan ciertas formas de hablar, de burlarse, de minusvalorar, de reducir al adversario político a un chiste compartido. Eso no es propaganda explícita, es normalización cultural. Y en ese sentido, culpar exclusivamente a los “nichos” es no querer ver que la maquinaria más eficaz es precisamente la que se disfraza de inofensiva, la que parece un simple chascarrillo, la que baja las defensas. El medio de masas entra después, cuando esa normalización ya ha calado: solo tiene que recoger la ola y darle barniz de discurso público.

Por eso, francamente, cuando me dices “de las elecciones se encargan los medios de masas”, no puedo sino levantar una ceja con un gesto entre condescendiente y exasperado, porque lo que está en juego no es únicamente el recuento electoral, sino la construcción misma de lo que consideramos pensable, debatible, aceptable. Y esa construcción empieza en los márgenes, se alimenta en los pasadizos semiprivados y, finalmente, se legitima en los altavoces principales. Pensar que una pata se sostiene sin la otra es, perdóname la franqueza, como creer que el teatro puede montarse solo con telón y butacas, olvidando al tramoyista, al apuntador y a los actores secundarios que, aunque nadie aplauda directamente, son los que hacen posible la función.


No si en verdad tienes parte de razón compañero @jfbtdxv Pero lo más importante aquí es la disconformidad que se palpa en el ambiente. Por las mejoras sanitarias y en la alimentación, la población española pasó de 11 millones a inicios del siglo, a 18 a finales. Es decir, un crecimiento importante, pero no tanto comparativamente con Gran Bretaña que pasó de 11 millones a 37 en el mismo período. Esta diferencia se debió a que en España la mortalidad no bajó tanto y se mantuvo alta.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

1865-73. Crisis financiera, paralización. Estalla la burbuja del ferrocarril. Hasta el 73, cierran muchas líneas y entidades financieras y se pasa de 58 a 14. Las inversiones en el ferrocarril fueron de tipo especulativo donde no se tenía en cuenta la viabilidad de las líneas ni la calidad de los materiales usados, sino el aumento de su valor en bolsa. Cuando se empezaron a ver la falta de rentabilidad de las líneas abiertas, comenzaron la retirada de capitales y las quiebras de sociedades de créditos, compañías ferroviarias y bancos.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

Hasta 1855, los liberales moderados intentaron crear una red de ferrocarriles solo con capital español. Las primeras líneas se pusieron en circulación: La Habana-Güines (1837), Barcelona-Mataró (1848), Madrid-Aranjuez (1851), Sama de Langreo-Gijón (1853), Jerez-Puerto de Santa María (1854).

Pero como pero los resultados fueron muy modestos, se cambió la estrategia con la Ley General de ferrocarriles de Junio de 1855, que facilitó un crecimiento de las inversiones en este sector.

1865-73. Crisis financiera, paralización. Estalla la burbuja del ferrocarril. Hasta el 73, cierran muchas líneas y entidades financieras y se pasa de 58 a 14. Las inversiones en el ferrocarril fueron de tipo especulativo donde no se tenía en cuenta la viabilidad de las líneas ni la calidad de los materiales usados, sino el aumento de su valor en bolsa. Cuando se empezaron a ver la falta de rentabilidad de las líneas abiertas, comenzaron la retirada de capitales y las quiebras de sociedades de créditos, compañías ferroviarias y bancos.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.

Hubo éxodo rural, del campo a las ciudades, pero limitado por el limitado desarrollo industrial. El desarrollo industrial trajo la aparición de barrios burgueses, llamados ensanches, que se construyeron en torno al casco antiguo tras derribar las murallas medievales, y también la aparición de los barrios obreros, con viviendas de baja calidad en las periferias urbanas. Como las ciudades no pudieron ofrecer trabajo a toda la población que llevaba, hubo un gran emigración ultramarina, hacia Argentina, México, Cuba y Brasil (finales del siglo XIX e inicios del XX).

Antes de la revolución industrial, sobre todo energía humana, animal, leña, y un poco de energía eólica (molinos) e hidráulica (norias). Después de la revolución industrial, se pasó a un gran uso de la energía hidráulica y del carbón. El carbón se usaba para las máquinas de vapor en industrias, barcos y ferrocarriles. El problema del carbón español es que es de baja calidad y caro de extraer, por lo que resulta más barato comprar carbón inglés.

En 1782, Carlos III había fundado el Banco de San Carlos como una entidad privada con protección real. El objetivo era atraer ahorros de particulares para que la Corona pudiera convertir esos capitales en inversiones vendiéndole vales (equivalente a papel moneda). Con la Guerra de Independencia en banco se arruinó.

En 1829 el moderado Ballesteros, nacionalizó el Banco de San Carlos y lo refundó con el nombre de Banco Español de San Fernando. La idea era que el Estado corriera con sus deudas para sanearlo y que sirviera de apoyo financiero a la Corona durante la Guerra Carlista. Fue el único que emitía papel moneda.

Desde 1844, se crearon nuevos bancos privados que compitieron con el anterior, el de Barcelona (44), el de Isabel II (en Madrid 45) y el de Cádiz (47), que también podían emitir papel moneda.

Crisis de subsistencia en el campo, se hundió la demanda por lo que el sector textil catalán pasa una nueva crisis con descenso importante de la producción (1/3). Esto desencadena la 2ª Guerra Carlista (1846-49) . Con el sector textil se hunde la metalurgia y con ello se produce una crisis bursátil. Tras dos años de inversiones especulativas, el de Banco de Isabel II quebró con la crisis del 46. De nuevo el Estado corrió con las deudas fusionándolo con el Español de San Fernando, que se pasó a denominar Banco de San Fernando.


Mejor me espero a la película. Será igual de aburrida que este tocho, pero al menos podré ojear el móvil de vez en cuando

Ya que estás aquí, tengo algo que comentarte:

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Guarismo escribió:¿Y cómo te enteras si te han dado +1?

Muy fácil, tienes que ser un engreido/tarado de cojones e ir mirando tanto si te han dado +1 como ao te han reportado un mensaje.

No te rías, que hay mucho tarado.
Papitxulo escribió:Ya que estás aquí, tengo algo que comentarte:

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Como sois los pobres, joder.
pantxo escribió:
Papitxulo escribió:Ya que estás aquí, tengo algo que comentarte:

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Como sois los pobres, joder.

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Papitxulo escribió:
pantxo escribió:
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pantxo escribió:
Papitxulo escribió:
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ES GRASIOSO PORKE HEL MEMEH ZE PWEDE YMTERPRETAR KOMO HAMTININTEMDO
Papitxulo escribió:
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Claro que es hate. Porque soy neutral, llevo jugando desde que tengo 2 años, y tengo todas las consolas de Noentiendo desde antes de la NES.

Ni de izquierdas, ni de derechas.
pantxo escribió:
Papitxulo escribió:
pantxo escribió:
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ES GRASIOSO PORKE HEL MEMEH ZE PWEDE YMTERPRETAR KOMO HAMTININTEMDO


Claro que es hate. Porque soy neutral, llevo jugando desde que tengo 2 años, y tengo todas las consolas de Noentiendo desde antes de la NES.

Ni de izquierdas, ni de derechas.


exitfor escribió:
Guarismo escribió:¿Y cómo te enteras si te han dado +1?

Muy fácil, tienes que ser un engreido/tarado de cojones e ir mirando tanto si te han dado +1 como ao te han reportado un mensaje.

No te rías, que hay mucho tarado.

Se supone que eso es el objetivo, ¿si no pa qué lo ponen?
72 respuestas
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