Darxen escribió:paco_man escribió:Ostras, no conocía la restauración de ese cuadro. Otra animalada absurda.
Una restauración siempre ha de respetar al 100% la obra original, aunque a ojos de un "experto" tenga un supuesto defecto. Hay que ser idiota para darle más luz al fondo del cuadro para resaltar al sujeto, la madre que lo trajo.
Eso ya no es restauración, eso es cargarse la obra de mala manera. Pero esta gente tiene tanto ego que no puede evitar "dejar su sello" en el trabajo que le han encomendado.
En el pueblo natal de mi madre (no quiero decir cuál es) había un Cristo crucificado de más de 300 años que el autor quiso representar sin pezones. Pues en la última restauración, ¿a que no adivinas qué le pusieron? Pero en ese pueblo hay tanto cateto que a nadie le parió mal.
desconozco el caso del greco en concreto, pero tenéis que pensar que, en muchas ocasiones, los fondos negros y los aspectos neblinosos no son intención del autor original, sino que es mierda. es bastante habitual en cuadros de épocas en las que se iluminaba con velas. el hollín se iba pegando al lienzo haciéndolo cada vez más oscuro y matando los colores.
la gioconda también tiene ese toque "misterioso" y lo que tiene en realidad son 2 dedos de roña que el museo no tiene huevos de quitar.
Recuerdo que se organizó un comité de expertos tras esa polémica restauración, y salió en los informativos, en él se presentaron quejas y alegaciones. Entre ellas alguien denunció no sólo la desaparición del fondo oscuro sino también el hecho de que se "comieron parte del contorno del hombro" (no recuerdo si el derecho o el izquierdo), aparte del halo de la cabeza. Aquello no era la típica mugre oscura de los cuadros barrocos, el retrato fue intervenido en el pasado con la intencionaliad de obtener la imagen que siempre se recordaba de la obra maestra, un retrato justamente distintivo por ser una cabeza y una mano resaltando en la oscuridad. Para mí aquello fue una negligencia sobre la que institucionalmente "corrieron un túpido velo", exactamente como ha pasado ahora con La Macarena, sólo que al ser esta un icono popular que sale a la calle todos los años, no hay márgen para escurrir el bulto.
Hay que tener en cuenta una cosa, todos damos por hecho que nuestro patrimonio artístico está consolidado y alguien vela por su integridad, pero luego pasan cosas como ésta, y te das cuenta de que no es así, porque pueden entrar en juego (incluso dentro de instituciones públicas) influencias, intereses y privilegios personales. Hay que despertar, en Sevilla, mucha chaquetita, mucho postureo y clasismo rancio de "a ver quién está más metido o sabe más del mundo cofrade", pero con esto que ha pasado se ha visto la mentira, qué ese mundo supuestamente elevado, solemne e inalterable, está sustentando en intereses muy mundanos, y en personas no precisamente preparadas.
Al frente de las hermandades debe haber profesionales que sepan velar por la integridad de la obras de arte (que es lo que son por encima de todo), a este respecto sobran completamente la gente enchufada y los devotos ignorantes en la materia. En este sentido no quiero hacer sangre con Arquillo, pero me pregunto si la precisión de las manos de un hombre de 85 años puede conservar la destreza intacta de antaño. ¿Quién ha tomado la decisión de seguir confiando en esta persona? Me refiero al propio Arquillo, ya sea él, su hijo o el equipo con el que trabaje, porque yo personalmente desconozco si tienen el crédito suficiente para llevar a cabo una tarea tan crítica. Igual la hermandad simplemente quiso seguir contando con él por una relación de amistad, por un tema económico, o por una cuestión de mera costumbre, y ésto no puede ser.