Me recuerda a los cantos rodados del Gugenheim (sí, yo tampoco tengo ni zorra idea de cómo leches se escribe). Hay (o al menos había cuando yo fuí) un montón de cantos rodados en el suelo. Y eso era todo.
Cantos rodados de río, sin ningún tipo de tratamiento ni nada, tal cual, allí tirados. En la planta de abajo también estaban las sillas sin asiento (solo el respaldo y las patas). Eso ni es arte ni es nada. Bueno, en cierto sentido sí es arte, porque solo un artista puede conseguir vender esas chorradas que no las querrían ni en la chatarrería por un pastón de la ostia.
Y, por favor, que nadie me compare a ésto con Picasso, es como comparar la mierda con un solomillo.