Un pequeño texto de porque
El Plan Ibarretxe es un plan ilegal porque es inconstitucional: vulnera reiteradamente la Constitución Española de 1978, atentando contra el sujeto constituyente de la misma, que es la Nación española, y contra la unidad de su soberanía residenciada en el pueblo español.
Es un plan doblemente tramposo: porque se presenta como reforma estatutaria lo que en realidad es una reforma constitucional consistente en una ruptura con la Constitución vigente. Y es también tramposo porque se quiere presentar como "propuesta amable" de convivencia con España lo que en verdad es un proyecto que establece las bases para la secesión y la independencia. Es un plan antidemocrático, porque, aunque halla sido aprobado por mayoría absoluta del Parlamento Vasco, vulnera gravemente el procedimiento constitucional y estatutario previsto para la reforma rupturista que pretende. Y es bien sabido que en democracia el procedimiento normativo obliga a las mayorías y a las minorías por igual. Es un plan inmoral: porque su aprobación en el Parlamento vasco contó con tres votos avalados por el terrorismo etarra, según se desprende de la carta del prófugo y presunto asesino Ternera leída descaradamente ante el pleno de la cámara por el satélite de ETA Otegi. Y por ello también es un plan éticamente reprobable, por defender todo lo contrario de lo que en él se propone, que se aprueba por el nacionalismo terrorista y no terrorista, ambos unidos en una repugnante coincidencia. Casi un millar de ciudadanos vascos y Españoles servidores del Estado de Derecho y de otras profesiones, políticos electos incluidos de los partidos constitucionalistas Españoles han sido asesinados. Sólo por respeto y por honor a las víctimas del terrorismo ya es rechazable el Plan Ibarreche. Es un plan políticamente indecente y que convierte en indecentes a los que lo proponen y avalan, pues la prioridad absolutamente indiscutible de la política vasca debe ser la de acabar de una vez con el terrorismo de ETA y sus cómplices. Porque con el terrorismo de por medio la democracia no es real ni es autentica nunca. Es un plan profundamente anti-social y sectariamente frentista. Trata de construir la utópica nación vasca destruyendo y enfrentando a la sociedad real, diversa y plural, existente. Por ello es un plan para la confrontación y el enfrentamiento entre ciudadanos y territorios. Es un plan de los nacionalistas y para los nacionalistas contra todos los demás. Es un plan gravemente empobrecedor y desestabilizador para toda la sociedad, que nos conduce hacia un futuro de riesgo e incertidumbre como han denunciado las principales asociaciones empresariales vascas. ¿Es un plan legítimo? Insiste el Lehendakari en que su plan es legítimo. Y algunos comentaristas políticos así lo afirman también. Desde luego el plan carece de legitimidad histórica: la Nación Española existe desde hace más de cinco siglos. La Comunidad Autónoma de Euskadi surge como sujeto político en 1979, hace poco más de 25 años. Tiene su origen en la disposición adicional primera de la Constitución Española de 1978, que reconoce y ampara los Derechos Históricos de los territorios forales previendo en cualquier caso la actualización de dicho régimen foral en el "marco de la Constitución y los Estatutos de Autonomía". Los territorios forales de Alava, Guipúzcoa y Vizcaya nunca gozaron de la soberanía que solo la imaginación delirante de Sabino Arana les llego a atribuir. ¿Qué otra legitimidad le puede asistir al lendakari para su propuesta? Sin duda la que se fundamenta en el derecho a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones. Derecho que se puede materializar en proyectos políticos. Esta es la única legitimidad que asiste al Lendakari y a quiénes han apoyado tal proyecto. Legitimidad, desde luego, lastrada y viciada por todo lo anteriormente expuesto y que, sin duda, la convierte en una "legitimidad deslegitimada". Ante un desafío de tal calado, que rompe con la Constitución mediante un procedimiento jurídicamente incorrecto, políticamente desleal y éticamente reprobable, la respuesta del presidente Zapatero y del Gobierno Socialista suscita inquietud por su debilidad, recelo por su incapacidad y temor por su dependencia del nacional socialismo de Maragall y del independentismo de Carod Rovira. Es preocupante que el presidente Zapatero no quiera recurrir al Tribunal Constitucional contra el Plan Ibarretxe. Es preocupante que en esta situación no quiera alcanzar con el Partido Popular un pacto sobre el modelo territorial de España, cuando al mismo tiempo ha abierto un proceso de reformas estatutarias sin límites definidos. Es preocupante que siga empeñado en despenalizar la convocatoria y realización de Referéndums ilegales. Es preocupante que desde el 30 de diciembre pasado, día en que se aprueba el Plan Ibarretxe por el Parlamento Vasco hasta el 14 de enero de 2005 el presidente Zapatero no se haya reunido con su Gobierno ni con el líder del Partido Popular Mariano Rajoy para analizar la situación y diseñar una estrategia clara y gradual para hacer frente a dicho plan. Es preocupante la tibieza del presidente del Gobierno a la hora de advertir sobre los recursos ordinarios y extraordinarios que el ordenamiento jurídico español contempla para defender el orden constitucional Es preocupante que lidere un partido, el PSOE, cuyos dirigentes nos sorprenden diariamente con propuestas por las que tenemos que parecernos a todos menos a nosotros mismos. Tenemos que copiar del Senado de Alemania. Bélgica y Suiza serán nuestros modelos para utilizar las lenguas autonómicas en las Cortes Generales. Nuestro modelo jurisdiccional puede ser el de los Estados Unidos de América. Para las consultas populares se acude al modelo canadiense de Québec. Y para justificar las selecciones deportivas autonómicas se fijan en el Reino Unido. Pero, ¿se puede alguien imaginar a la Cámara de los Comunes hablando en gaélico o a los länder alemanes, Babiera incluida, cada uno con su selección de fútbol en competiciones oficiales? Y es preocupante sobre todo, que el presidente Zapatero no sepa todavía hoy qué es España; y que por ello se atreva a decir en sede parlamentaria, en el Senado, que la Nación española es un concepto "discutido" y "discutible", siendo España la Nación más vieja de Europa. Preocupa y mucho a los ciudadanos el desafió del plan Ibarretxe. Pero es más alarmante, a día de hoy, la preocupación de los ciudadanos por la tibia actitud del presidente Zapatero y su Gobierno ante el Plan Ibarretxe. --- José Manuel Barquero Vázquez es senador del PP por Álava.