Un par de veces al mes
Una invitación a las puertas del sueño.
Siempre acompañada, la soledad,
es un tibio licor que purifica el alma.
Nada es más importante en la vida
que las pequeñas cosas.
Ni nada resta más dolor
que verse presa de esos ojos.
Un par de veces al mes pienso en ella.
No lo puedo, ni lo quiero evitar.
Solo, en algún lugar,
donde nadie pueda ver esa lágrima
resbalar hasta el mar.
Que las pequeñas cosas
a veces sólo se ven al volver la vista atrás.
Aún queda lugar en esta cabeza,
para aprender a ignorar la sabiduría ajena.
Aún quedan piedras que propicien más caídas
y, brasas que se han de regar
antes de que vuelva la alérgica primavera,
en una postal, desde el centro de la Tierra.
Aún queda un último vals que salve las distancias.