un cachito de Star Wars autoctono (comentar, no escribir)

La puerta se abrió con un siseo y él entró en el complejo de oficinas. Marius Dree era un reconocido agente del Servicio de Investigación de la Nueva República (la SINR); tenía una merecida colección de galardones que le fueron otorgados en sus anteriores misiones, y que guardaba con orgullo. Llegó a la capitanía de su equipo de investigación a los dos años de incorporarse a él, y se había ganado rápidamente la confianza y respeto de los miembros que lo formaban. El corelliano destacó entre los de su promoción por sus ingeniosos planes y su sangre fría en momentos clave, y batió muchos de los récords en los ejercicios de entrenamiento.
Marius nació en Corellia; de padres humildes pero trabajadores, ingresó en la academia militar por influencia de su abuelo, el que le contó muchas de sus aventuras y luchas contra el Imperio, cuando él era joven. Posteriormente, se especializo en la rama de la investigación, y acabó entrando en la SINR a los veinticinco años. Mide un metro ochenta; delgado, de piel mas o menos pálida y ojos expresivos; estos son de un color grisáceo, que parecen azularse cuando estaba de júbilo y palidecerse en los momentos tensos. Rasgos faciales marcados. Cabello castaño claro, corto y liso.
Le habían asignado una misión en Kran-Bal, un planeta perdido en el otro extremo de la galaxia. Al parecer estaba al borde del cataclismo. No conocía de él mas que su posición, así que no tardo en informarse.
Kran-Bal es el duodécimo planeta del sistema Phirphos, y uno de los pocos que albergan vida. En la lengua de los Il’nh’adish, Kran-Bal significa “tierra invertida”, refiriéndose a la singular disposición de las capas del planeta. Inexplicablemente, la atmósfera del planeta contiene un altísimo nivel de vapor de agua, que al condensarse hace ya muchos años, formaron el extraño océano que hoy día ocupa el cielo de Kran-Bal, pasando la litosfera del planeta ha ocupar toda la superficie.
Parecía interesante. Según le habían dicho, el asunto estaba relacionado con las creencias religiosas de los Il’ians. Marius no tenía ningún tipo de educación religiosa, pero las respetaba todas. Para esta misión, habían asignado a Marius un nuevo compañero. Se llamaba Taryin. Solo había oído comentarios acerca de sus excelentes hazañas, pero nunca lo había visto ni hablado con él.

Se acercó a una de las numerosas consolas, y pulsó algunas teclas en una rápida sucesión. La pantalla se iluminó frente a él con el expediente solicitado. Los Didran son una raza de facciones reptilianas, nativos de Tullust, la tercera luna del planeta Sullust. Su nutrición se basa en el metano, el azufre y otros componentes de la atmósfera de su planeta que resultan nocivos para la raza humana. Manos y pies tridáctiles acabados en garras, de andar bípedo. Su piel escamosa de tonos rojizos y marronosos les permite camuflarse entre las rocas de su árido planeta. Muchos de los que viajan por la galaxia deben hacerlo portando mascarillas de filtración, aunque gracias a su gran capacidad para adaptarse al entorno, algunos de los más jóvenes no necesitan mascaras y pueden respirar libremente en casi todas las atmósferas. La esperanza de vida media es de unos ciento veinticinco años, y el color de sus escamas se oscurece con el paso del tiempo. Son depredadores natos, gracias a su agilidad y su tremendo instinto de caza. Su creciente expansión por la galaxia conocida les ha llevado a enemistarse con los trandoshanos (otra raza de facciones reptilianas) por sus ideas totalmente contradictorias y el orgullo de ambas razas, tanto, que allí donde se encuentran dos miembros de estas razas se desencadena un combate a muerte. Esto les ha valido a los Didran la mala reputación que cargan a sus espaldas. Ésta era la parte técnica, extraída de la Enciclopedia Galáctica.
Taryin entro en la SINR a la “temprana” edad de cuarenta años, a la cabeza de un grupo de recién reclutados espías didranos. Experto en infiltración. Ha recibido numerosas condecoraciones por su valor y destreza, tanto en misiones espaciales como en operaciones en tierra. Se le otorgaron los “ojos de diamante” por su éxito en una importante y arriesgada misión, un galardón que no había recibido ningún soldado de la Nueva República desde hacía veinte años. Taryin medía un metro sesenta, espaldas anchas y una gélida expresión facial. Sus ojos de reptil eran de un color amarillo muy intenso, y transmitían una sensación escalofriante. Movimientos seguros, fugaces y furtivos. En el holograma de la base de datos, cubría su rostro con una mascara completa, que remarcaba aún más la inexpresividad de sus ojos. Vestía la tradicional indumentaria de los adeptos del clan Kluhkan (clan de la sociedad de los Didran versados en el arte del asesinato y el combate sin armas); pese a eso, Taryin nunca había despreciado la posibilidad del desintegrador, que utilizaba con asombrosa habilidad. Posee un voluble carácter cuando entra en frenesí, desatando su furia, eso sí, de manera controlada. Actúa con una seguridad pasmosa, sin dudas, como si supiera que lo que está haciendo es lo correcto.
Una lagrima de sudor frío le recorrió la espalda. Daba miedo solo de pensar en él.

(Gracias por no dormiros durante la lectura ;))
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