Todas las pequeñas cosas

Lowell está baneado por "saltarse baneo con clon"
Como medir el paso del tiempo. Como poder percatarnos de nuestra evolución. Lo llamaron segundos, minutos y horas. Lo llamaron días, semanas, meses y años.

¿Y nuestro pasado? ¿Existió? ¿No sería más lógico pensar que el pasado es presente y el futuro también lo es? Nuestra maldita manía de buscarle explicación y buscarle denominación a las cosas es lo que, a veces, nos impide ver más allá de lo que nos han enseñado. Todo lo que sabemos no sirve de nada, puesto que nuestros ideales están asentados en algo que damos por supuesto.

¿Qué ocurre si ponemos todo en duda? Quizá, al llegar ese momento, al plantearlo, es cuando se empieza de 0, volviendo a analizar todo con lupa, volviendo a crear creencias y maneras de pensar diferentes. Al final, vemos que no existe la verdad o la mentira, sino simples puntos de vista distintos. Todo se reduce a la fe, el egoísmo y la confianza de creer en lo que pensamos y quedarnos así más tranquilos.

Es un ejercicio de autocomplacencia. Queremos saberlo todo. Pretendemos medirlo todo, que nada escape a nuestro alcance. Abarcar lo máximo posible. Exigencia personal que termina en lo anteriormente dicho.

Pero lo más bonito de la vida es todo aquello que no tiene explicación. Aquello que no se pueda expresar ni oral ni de manera escrita. Puro sentimiento. Es ahí, y sólo ahí, donde surge la felicidad.

El amor, el observar un edificio, la competitividad de un partido en un terreno de juego. Emoción, lágrimas y alegría. De eso, no existe duda.

De este texto, quizá.
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