Super Pick 2000
-Esto no es lo que yo quería, este no es el Super Pick 2000, es el 1500!- Gritaba el niño enfadado.
-Pero cariño...
-Quiero el Super Pick 2000! - Interrumpió.
La madre del pequeño mostraba inseguridad y nerviosismo, no había encontrado lo que su hijo quería, y ahora se sentía mal por eso.
-Tranquilo Carlos, esta tarde te compraré tu muñeco- El pequeño se tranquilizó, aunque contestó enfurruñado.
-Lo quiero ahora.
Sara, era una madre soltera, y había criado a su hijo lo mejor que había podido, aunque ha veces era capaz de reconocer que estaba demasiado consentido. El padre de Carlos huyó cuando se enteró de que su novia desde hacia poco mas de dos semanas se había quedado embarazada de el, y de que ella no tenia ningún propósito de abortar. Sara tuvo a su primer y único hijo hasta el momento un caluroso 11 de agosto, y sus padres le habían ayudado a seguir adelante con un hijo a la edad de diecisiete años. Ahora Carlos ya tenia ocho años y su madre savia lo suficientemente bien como era de dura la vida. Hacia poco mas de un año de que Sara y su hijo se fueran a vivir a un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad, estaba a dos kilómetros de casa de sus padres por lo que conocía bastante bien la zona.
Hoy era 11 de Agosto y Carlos cumplía su noveno año de vida. La mañana no había comenzado muy bien pero Sara sabría como hacer que su hijo estuviese orgulloso de ella. Aquella misma tarde salieron al centro comercial en busca de el regalo del chico.
Ya habían cruzado las puertas automáticas y paseaban por el interior del edificio, sus reflejos se mostraban felices en el reflejo de las pulidas baldosas sobre las que caminaban. Los escaparates les rodeaban y habían miles de cosas en las que fijarse, Sara y Carlos rieron , charlaron, y discutieron deteniendo el paso ante cada pequeño capricho que el chico quería observar.
Pero, esta vez se detuvo sin apuntar con su pequeño dedo a ningún lugar, a ningún peluche gigante ni pelota brillante. ahora se había quedado inmóvil en el pasillo, agarrado a la mano de su madre y cabizbajo.
Sara se inclinó hacia el, y este dijo casi susurrando:
-Mamá.
-Si? - Contestó ella mientras miraba a su alrededor, observando lo que podía haberle impactado tanto.
-Donde está mi papá?- Preguntó curioso clavando la mirada en el rostro de su madre reflejado en el suelo.
-Tu padre se tuvo que ir- Silencio por parte del chico.
-Yo...-inseguridad- A mi... me gustaría verle.
-Eso es muy difícil, casi imposible, no creo que lo tengas que ver.
-Pero... a mi me gusta estar con el- insistió.
-Carlos! Ya vasta! Tu no conoces a tu padre y su lo conocieras te arrepentirías de haber tenido que aguantar tal desgracia.- histérica mientras su boca temblaba y sacudía la mano de su hijo de arriba a abajo cada vez con mas fuerza, la gente comenzaba a mirarla.
-Si que lo conozco, y no hace falta que me compres el Super Pick 2000, por que el ya me lo va a comprar.
-Tu padre no está aquí! Tu padre es un cabrón que nos abandonó cuando mas le necesitamos!- Gritaba alzando la voz a la máxima potencia y desgañitandose, ahora todos los paseantes del centro se habían detenido para mirar a Sara, mientras esta lloraba y empujaba a su hijo gritando a mas no poder.
-Carlos!- Una voz entre la multitud. -Carlos ve con migo!- Gritaba un personaje masculino a unos diez metros de distancia de donde se encontraban la madre y el hijo.
-Papa!- Dijo el niño ilusionado alzando su mirada azul cristalina.
-Alvert?- No era posible, Sara le estaba viendo, era el y se notaba que en su rostro también habían pasado los años, nueve años.
-Carlos tenemos que irnos- Dijo el hombre estirando una mano con el propósito de que su hijo corriera hacia el y le cogiera.
El niño se sacudió de entre los brazos paralizados de Sara, que todavía miraba incrédula al hombre que tanto le había hecho sufrir, no podía creerlo, intentaba reaccionar y no podía, estaba tan exhausta que incluso lo que mas quería en su vida se le estaba escapando de los brazos, que seguían inmobiles ante el impacto que le causaba lo que veía.
Primero gateó, y después dándose impulso con las manos, Carlos corrió hacia su padre.
Sara miraba anonadada la reacción de su hijo, parecía que se conocieran y que le prefiriese a el antes que a ella.
-Mamá me tengo que ir- decía triste, consolándola con la mirada y esbozando una pequeña sonrisa, la sonrisa de su bebé que todavía Sara recordaba cuando lo veía dormido por las noches en el tierno calor de su hogar, cuando le arropaba antes de ir a dormir.
-NO! Hijo, no te vayas, no le conoces, te hará daño, es un hombre malo!- Gritaba con la cara encharcada en lágrimas, extendiendo ahora su mano hacia ellos, sintiendo dolor en los dedos por la fuerza que hacia para estirarlos.
Sara se puso en pié y corrió hasta su hijo, casi patinando para no caer, le agarró de la chaqueta.
-Quedate conmigo, hijo mio, no me dejes- Mientras decía esto el pequeño gritó asustado, las lágrimas también salían de sus ojos, aquella mujer no le dejaba irse con su papá.
Acto seguido, dos policías interrumpieron en la escena, salidos de la nada se abalanzaron sobre Sara y le arrebataron a Carlos hasta llevarlo de nuevo con su padre.
-No!... NO!- (Ninguna palabra mejor)DESESPERACIÓN.
-Callate ya! El no puede estar contigo, no eres una buena madre- Gritó Alvert mientras envolvía a Carlos ahora entre sus brazos
Los bruscos policías estiraban de los brazos de Sara con la intención de alejarla del lugar donde estaba su hijo.
Algo estaba empezando a aparecer entre ella y Carlos, parecía una especie de barrera cristalina que antes no había visto, cada vez era mas nítida y por un momento pensó que los guardias la habían arrastrado l interior de alguna tienda y le veía desde el escaparate.
Cada vez mas nítida y solida, la barrera estaba allí.
Cuando se pudo dar cuenta la gente de su alrededor había desaparecido, estaba sola, con esos guardias, y Alvert y su hijo mirándole ahora desde detrás de unas verjas metálica.
El uniforme de los que le agarraban perdía color, desteñía poco a poco y casi podía ver como las gotas de tinta manchaban el suelo y lo tornaban azul. Los hombres ahora vestían de un blanco reluciente que le provocó ceguera.
-Mamá tengo que irme- Leyó en los labios de Carlos, ahora ya no podía oírles.
-No! No te vayas, quedate aquí, conmigo. No me dejes sola.-Triste, con un llanto intenso pero sereno.
-Carlos!-Dijo Alvert-Se acabó, no podrá oírte a través del cristal, solo la pondrás mas nerviosa, siempre te digo que solo mires y calles, tu madre tiene que estar sola.
Sara permanecia confusa mientras una situación desconocida la envolvía.
Carlos se alejaba de la verja que les separaba, le dio la espalda y se fue. Sintió que seria difícil volver a verlo, nada de lo que estaba pasando era razonable, hasta esta mañana su vid había sido tan satisfactoria y sencilla como la de cualquiera, ahora solo encontraba dudas. El rostro de su hijo se perdía detrás de una puerta que se cerraba. La mujer balbuceó palabras que ni ella entendía, las lágrimas corrían por sus mejillas.
Sara miró a uno de los guardias que ya le habían soltado y le hizo una pregunta.
-Por que estoy aquí?
Ya en el exterior del centro, Carlos preguntaba a su padre:
-Por que mamá está ahí?
-Mamá no está bien, y necesita ayuda- Sin ganas de dar mas explicaciones.
Unos segundos de silencio llenaron el espacio mientras el padre y el hijo cruzaban de un lado a otro de la carretera.
-Hablemos de algo mejor- Sonriendo el padre- Hoy es tu cumpleaños- dijo rascando la cabeza de su hijo como si intentara sacarle brillo- y supongo que querrás que te compre ese juguete que te gusta tanto, el... SUPER PICKKK...- Calló esperando a que su hijo diese el resto del nombre, peor no fué así- 2000!!- acabó el mismo entusiasmado.
Carlos no dio señal de reacción alguna, aunque prudente dijo algo:
-No, mejor que no.
-Por que?
-Ya tengo a alguien que me lo va a comprar.
