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Voy a analizar en este artículo una de las cosas que más cabreos me da desde que presto atención al mundo que emerge detrás de mi puerta: la privatización. Esto es algo que se lleva intentando extender desde hace ya unos cuarenta años, pero debido a la crisis, y a la inoperatividad e incompetencia de los políticos de turno, en los últimos meses se habla bastante de llevar a cabo esta práctica satánica en aquellos lugares que permanecen libres de avaricia.
Este post va de síntomas. Igual me animo en alguno a hablar de cuál es el diagnóstico completo y, en última (o primera) instancia, la enfermedad latente.
Argumentos a favor
Voy a empezar exponiendo algunos de los argumentos que esgrimen aquellos que defienden la privatización:
- Un servicio llevado a cabo por una empresa privada será más eficiente que aquél llevado a cabo por su equivalente pública.
- Los servicios públicos suponen un coste para el estado que puede ser desproporcionado en algunos casos.
- Mi primo quiere hacerse rico sin complicarse mucho la vida. Si el estado le vende una buena empresa a precio de saldo podrá llenarse los bolsillos sin despeinarse.
El tercero es el que más he oído en los telediarios.
Qué pasa detrás del telón
Pero en realidad lo que está ocurriendo aquí es otra cosa. Ningún empresario, ningún directivo, ningún presidente de ninguna multinacional quiere que disfrutemos de un servicio médico dos minutos más rápido. Más que nada, porque no es su objetivo, no son filántropos samaritanos que pretenden mantener el bienestar de sus conciudadanos. Alguien puede tacharme de estar generalizando, pero antes de hacerlo que piense que generalizo con fines prácticos, porque los casos que no concuerden con la descripción del empresario que busca sólo su beneficio son irrelevantes, ni causan impacto en el funcionamiento global de nuestras vidas ni suponen una muestra representativa dado el tamaño de la misma.
La realidad es que las privatizaciones ponen en pocas manos (privadas) las empresas más rentables y los recursos fundamentales que necesitan los ciudadanos. Sabemos de otras ocasiones que para vender un producto este producto ha de ser necesario. Así que si tenemos un producto aleatorio y queremos que se venda, sólo tenemos que crear una necesidad donde no la hay. ¡Pero todo es mucho más fácil si el producto ya es necesario! ¡No tendremos que contratar a ningún analista!
Así, la privatización comienza con justificaciones ex profeso con el fin de captar empresas industriales (mineras, energéticas, etcétera), luego pasa a los servicios financieros, a las telecomunicaciones, al transporte, al agua, y termina fulminando la enseñanza y la sanidad. Todos bienes necesarios, consumidos cada día, por todo el mundo. Frotemos nuestras palmas, porque dentro de poco tendremos entre ellas un buen fajo.
Respecto a la eficiencia: vamos a pensar. Yo lo primero que pienso es que, dada la premisa de que el buen empresario busca maximizar su beneficio, si existe una empresa pública que no reporta beneficios y es ineficiente, ¿quién es el loco que se la va a quitar al estado? Si de verdad genera pérdidas, ¿para que voy a perder yo el dinero, si puede “perderlo” el estado?.
Alguien puede objetar que tras la compra de esa empresa estatal por parte de un particular éste la mejorará y ofrecerá un servicio mejor y que generará beneficios. Así el estado deja de tener “pérdidas”.
Bien, pues eso es una basura. Para empezar, no niego que se pueda mejorar un servicio, que se pueda hacer más eficiente, pero podemos presuponer que ya se encarga la empresa, cuando es de categoría pública, de operar con eficiencia, y que mejorarla sería fruto de algún geniecillo que trabaja para intereses privados o de alguna tecnología privada que se desconoce. Pero todo eso supone una inversión, una inversión que habrá de ser recuperada, y con beneficios. Así que al final lo que pasará es que tendremos, hell yeah, un servicio sanitario dos minutos más rápido. Pero vamos a tener que pagar muchísimo dinero (la OMS publicó un estudio en 2006 en el que demostraba que en el sector privado todo era más caro, desde la construcción hasta el funcionamiento diario. Por otro lado, Frank Dobson estima que, de media, los servicios privados son un 11% más caros que los públicos), hasta el punto de que vamos a tener que dar un riñón por mantener el corazón. Lo mismo pasaría con el resto de servicios.
Otro aspecto a tener en cuenta el argumento de la eficiencia (cosa que no está demostrada ni de lejos) es que, aun suponiendo que así fuese, la privatización causa un impacto negativo sobre el bienestar, porque si bien el servicio podía ser limitado, al menos era universal. La realidad es que se insiste en que lo privado es más eficiente para poder ayudar a los capitales privados a seguir nuevas vías de expansión. Como decía Edmund Burke
Toda sociedad que destruye el tejido de su estado no tarda en desintegrarse en las cenizas y el polvo de la individualidad.
The show must go on! Y lo que pasa es que, claro, siendo servicios básicos, el estado no puede permitir que su pueblo no tenga acceso a ellos. Así que en muchos casos, es el estado el que financia parte de ese servicio, sin obtener ningún beneficio. En otros casos, ofrece un seguro contra pérdidas y, en caso de quiebra, ya se encargará Papá Estado de pagar los desperfectos y todos los vacíos económicos (y esto los dueños lo saben, y no tendrán reparo en tensar las cuerdas todo lo posible). Seguro que estáis pensando lo mismo que yo: aquello que se ha creado con dinero público, fracciones del sueldo de todos los trabajadores, ha acabado en manos privadas. Un legendario ejemplo: tenemos en estados unidos una agencia privada que facilita hipotecas a estadounidenses de clase media. Además tenemos una economía de consumo basada en la propiedad de vivienda y los créditos baratos. Para el 2008 las agencias llevan ya varios años recibiendo préstamos del gobierno, que eran los que usaban para prestarlos a su vez a sus clientes con unos beneficios muy sustanciales. Seguro que de nuevo estáis pensando lo mismo que yo: ¿esos beneficios se crean utilizando como sustrato dinero público? ¿sacan beneficios de dinero público y lo guardan en bolsillos privados? Sí! Muy bien! Continúo: están unos ricachones haciéndose más ricachones. Y pasa el tiempo…
-John, que no nos pagan.
-¿Que no nos paga quién Mike?
-Nadie nos paga.
-¿Cómo que no nos pagan?
-Es que no tienen dinero.
-¿Y ahora quién va a devolver los préstamos?
-…-Callado que se queda el director. Y boom! Nos convirtieron en chocapic.
Un poquito de historia
Como decía Tony Judt:
Hay algo peor que idealizar el pasado: olvidarlo
En realidad no recuerdo si decía eso, pero algo parecido seguro que sí. Y seguro que (algunos de) vuestros profesores de historia también lo decían. Y es muy cierto.
El boom privatizador comenzó a empinarse demasiado con el Consenso de Washington (1990) y su equivalente europeo: el Consenso de Bruselas. Acordaron aquí los países integrantes ejecutar un plan de acción estupendísimo: recorte del gasto público, reformas tributarias (menos impuestos para los muy ricos) y limitación del déficit público (¿os suena? ). Las consecuencias de todo esto, junto con la llegada de la crisis, han sido unas altísimas tasas de paro y una disminución de la participación de los salarios en la renta a favor de los beneficios. Y esto es así: si no recuerdo mal, desde el 96 los salarios no han hecho más que disminuir (prometo utilizar enlaces y referencias en el próximo post, pero este lo estoy haciendo con notas tomadas hace mucho tiempo ).
Ahora tenemos varios ejemplos de privatizaciones:
-El Chile de Pinochet. Tras la privatización de cientos de empresas, la venta de miles de inmuebles de Bienes Nacionales y la privatización del 80% de las tierras agrícolas expropiadas se calcula que el estado perdió 6000 millones de dólares.
-Soviet Russia! De las privatizaciones de empresas públicas soviéticas ha surgido la mafia dirigente del estado Ruso y las desigualdades del país. Todos hemos visto los atropellos que se suceden en rusia en las películas.
-Margaret Thatcher consiguió que las empresas públicas que en el 79 representaban el 8% del empleo, el 10% del PIB y el 16% de la inversión bruta pasaran a ser el 3% y el 5% de sus referentes en el 92. Después, la cuarta administración tory siguió con la misma dinámica, y se calcula que los ingresos por privatizaciones fueron de 60.000 millones de libras.
-Alemania, Francia, Italia, Irlanda, Japón, Turquía, bla bla bla… como un virus, la privatización se extiende.
¿Y qué pasa con nuestra querida España? Pues vamos a verlo: todo esto lo empezó Carlos Solchaga en el 85. Facilitó la privatización de unas cuantas empresas y bueno, se quedó tan pancho. Luego en la década de los 90 llegó el PP y desde entonces se privatizaron más de cien empresas que suponían unos beneficios para el erario público de 45.000 millones de euros. Y no hay estimaciones del dinero que el estado ha perdido por el camino. ¿Sabéis de cuánto ha sido el rescate a los bancos aquí en España? Pues buscadlo, os vais a reír (¡pero si teníamos ese dinero y se lo dimos a ellos! ¿se lo hemos vuelto a dar? SI). Total, todas estas empresas ofrecen servicios esenciales manteniendo precios altos y beneficios aún más altos (pero privados, eso sí). Os sonarán nombres como Repsol, Endesa, Telefónica, Tabacalera o Iberia.
Y como soy un poco friki, os diré, para desahogarme, que tenemos uno de los servicios de internet más caros y de menos calidad de europa y del mundo desarrollado.
Conclusión
El fundamento de lo público es muy sencillo: garantizar unos servicios básicos y necesarios a todo ciudadano que los necesite, porque consideramos que son imprescindibles para vivir, y que son el mínimo mimo que debe recibir cualquier persona por parte del estado y, en definitiva, de sus conciudadanos.
Lo que más me cabrea a mí, es que somos imbéciles. Como colectivo, somos imbéciles. Las empresas privadas nos cobran una pasta para enriquecerse. Cuando llegan los problemas les damos más pasta, y se enriquecen más todavía. Y mientras los de siempre se van enriqueciendo, la gran masa se va empobreciendo. Eso por no hablar de cuestiones éticas, que manda cojones que no exista la responsabilidad, la honestidad, la honradez ni ningún tipo de conciencia ni ética empresarial, económica y política.
Es perfectamente viable: todos pagamos un poquito para, cuando lo necesitemos, tener acceso a cualquier servicio básico (enseñanza, sanidad, transporte) a un precio asequible. Si ésta razón moral (este semi-altruismo que son los impuestos) no es suficiente para el lector, dedicaré un post dedicado a ello más adelante.
Tantoril escribió:Efectivamente escalextric. por eso debemos ser todos conscientes del robo legalizado al que quieren someternos, al que ya nos han sometido y al que nos estan ssometiendo. y lo peor es que ningun medio, que son los que pueden difundir la palabra, hace nada por detener este atraco.
sorry por la ortografia, esq estoy en el movil. un saludo.
Tantoril escribió:No tengo una respuesta definitiva (ojala la tuviera) pero lo que si podemos hacer es expandir la palabra, mostrar la realidad a los que estan a nuestro alrededor. con ese fin escribi el articulo. Tenemos todos distintas posibilidades y conocimientos, cada uno debe hacer lo que este en sus manos.
ToTaKo escribió:Tantoril escribió:No tengo una respuesta definitiva (ojala la tuviera) pero lo que si podemos hacer es expandir la palabra, mostrar la realidad a los que estan a nuestro alrededor. con ese fin escribi el articulo. Tenemos todos distintas posibilidades y conocimientos, cada uno debe hacer lo que este en sus manos.
Yo la verdad es que estoy cansado de intentar que se me oiga. Te manifiestas y te tratan como a un perro, expones tu ideas sobre este gobierno y te llaman perroflauta. Cada día soy mas consciente de que van a estar robándome y haciendo lo que quieran con mi vida.
Parece que la gente no tiene problema con ello así que intentare subirme al carro de la ignorancia.