Este dicho tiene su origen, según tengo entendido, en el emperador romano Constantino, y la pronunció en relación al cristianismo, convirtiendo esta religión en la oficial de Roma. Podemos afirmar sin lugar a dudas que esta resolución marcó nuestro pasado, presente y futuro en muchas facetas de nuestra vida.
En el presente se sigue escuchando con mayor o menor frecuencia, pero referida a cuestiones mucho menos trascendentales, generalmente a conflictos que ocurren dentro de nuestro círculo social. ¿Creéis que ese dicho es válido para la vida del día a día?
Yo por mi parte reconozco que, cómo me importa bastante poco pertenecer a un grupo de opinión más o menos amplio, lo he aplicado poco o nada.