Shine... (Capitulo cuarto, parte segunda)

El sobre de dinero llacía en mis manos.

Mis ojos le pedían clemencia al cielo... Lo había hecho, habia capturado otra alma.

Me arrodille en el suelo mojado de las calles. Mis lacrimales dejaron salir un par de gotas de tristeza. Unos minutos antes, mientras aquel chaval se retorcia de dolor en el suelo, yo me sentía bien...

...y ahora me siento culpable...

Mis manos apartaron la tristeza de mis ojos. Y de un golpe me levanté, asimilando mi acción e ignorando a mi consciencia.
Mis pasos de dirigían a la central. El sobre de dinero palpitaba debajo de mi chaqueta, y me incomodaba.

- ... Es tu trabajo, joder!... - Mi cabeza no paraba de ordenarle a mi boca que dijera esas palabras, para quedar satisfecho.

Mi nombre real es Matt... Matt Shankar. Tengo 29 años.
Pero eso ahora daba igual.

Me había convertido en el asesino de mentes. Aunque ahora preferiría haberme convertido en otro sin alma que ronda por las calles, o en uno de esos hombres que llegan a su casa a las tantas de la madrugada de follarse a su secretaria para acostarse en la cama con su mujer y pensar en cómo romper esa realidad que ha estado tejiendo.

Creí que el camino a convertirse en adepto del dios ese llamado felicidad era este.

Pero este dios no es mas que otro de tantos.

Mi mandíbula estaba apretada.
La cara se me habia desencajado un par de aceras atrás.
Y cuando conseguí vaciar mi alma de culpabilidad. Apareció el.

- ¿Le has hecho brillar a el tambien? - La figura era muy familiar.
Nadaba en una luz completamente blanca, ajena a mis ojos y a los de cualquier hombre... mi mente la veía.

Si, definitivamente era él.

Por un momento dudé entre llamar a la centrar por el comunicador o simplemente escuchar lo que me iba a decir.

Opté por la primera, pero antes de poder enviar la orden a mi brazo para levantar el comunicador, él volvió a hablar.

- Esta vez es diferente, ¿Verdad? - me miraba fijamente - esta vez no quereis hacerle brillar simplemente por brillar, ¿verdad? - su voz era dulce, pero su intención era amarga.

Deje caér los brazos, y miré al suelo.

Tocado, hundido.

Mi trabajo era esclavizar almas, y, ante mi, mi primer trabajo satisfactorio. Lohan Romoir.

- Lo hemos esclavizado... para matarte... Lohan - Otra gota de culpabilidad rozo mis mejillas.

"Y porqué creeis que lo habeis esclavizado, Matt?" Su voz retumbó en mi cabeza. Le mire rapidamente, el seguía ahí.

"¿Porque, Matt?" no movía un solo musculo de su boca. Mandaba el mensaje directamente a mi cabeza.

- ...Porque la dosis es mayor... y en la droga hay una serie de nanomaquinas que impiden cualquier comportam...

- Eso da igual... la ciencia da igual cuando alguien brilla...

Me interrumpio. No supe contestar.

"¿Porqué, Matt?" Su pensamiento volvió a rozar mi nuca, erizandome los pelos de los brazos.

- ¿Realmente piensas que soy un esclavo? - Lohan me hizo una pregunta que era evidente.

- No, no lo eres.

- ¿Porqué lo iba a ser el? - El brillo de sus ojos aumentó de manera solo comparable a una estrella en fase Supernova.
Me cegaron. Caí al suelo.

- Dios... ¡para Lohan!... - Mi brazo se estiró para agarrar el comunicador, pero ya no estaba.

Ya no habia calle

Ya no habia oscuridad.

Ya no estaba mi cuerpo en esa calle, ni el de Matt tampoco.

Estabamos los dos en un habitaculo blanco.


- Si no somos esclavos... ¿Quien es el esclavo realmente, Matt? - su voz ahora me daba punzadas en el corazón. Mis ojos comenzaron a llorar.

- Nosotros... Lohan... ¿porque haces esto?

- Para que veas que no hacen falta drogas para llegar a vuestro brillo.

- Nunca te qui...

"matt, no sigas" volvió a llamarme la atención en silencio, mientras su cara miraba a mi alma.

- ¿Vas a matarme? - Me meé en los pantalones.

- No. Jamas.

- ¿Porque me has traido aqui?

- Ya te lo he dicho. Para que tu también brilles.