¡Ya estoy de vuelta!
A ver cómo os cuento el viaje de forma relativamente resumida (o por lo menos, amena) y de paso os doy información útil, porque la verdad es que ha sido intenso.
Los aviones y el equipaje de mano
Comenzaré por los aviones. Tenía que coger tres:
- Ida: Sevilla - Londres - Los Ángeles - Las Vegas.
- Vuelta: Las Vegas - Chicago -  Madrid - Sevilla.
Llamé a American Airlines y me dijeron que tenía muy poco tiempo entre vuelo y vuelo, y muchas posibilidades de perder algún avión. Llamé a la agencia y me dijeron que no, que las conexiones que me habían dado eran las que proponían las propias compañías aéreas. Confié en mi suerte y en la profesionalidad de los que saben más que yo de esto y me lancé a la aventura.
Tenía 90 minutos en el aeropuerto de Londres, y dos horas en el de LA. En el primero era una simple conexión y en el segundo debía pasar la aduana. Facturé el equipaje hasta LA, como me recomendó el chico del mostrador de Iberia de Sevilla.
Llego a Londres, sabiendo que tenía el tiempo justo pero que iba bien. Había que cambiar de terminal, y además no tenía tarjeta de embarque. Me voy al mostrador de American Airlines y me toca una tía incompetente incapaz de localizar mi reserva. Entretanto, su compañera empieza a decir: ¿Alguien va a LA? Los que vayan a LA que vayan directamente a la puerta de embarque aunque no tengan tarjeta. Y yo: "eh, que yo voy a LA", y la inútil que tenía delante: Don't worry, don't worry. Total, al final hace no sé qué, encuentra la reserva y me da asientos separados, la muy gilip... Y me dice: "Vais muy tarde, tenéis que correr". ¿Cómo? ¿Has dicho run? ¡Pero si me has dicho que no me preocupara! Bueno, no había tiempo de discutir, salí pitando.
Chorrocientos controles de seguridad más tarde (me miraron hasta lo que llevaba dentro del monedero, me preguntaron si había dejado el equipaje sin vigilancia...), pude pasar al avión. Menos mal que pudimos cambiar los asientos allí dentro con un amable pasajero: nos esperaban 11 horas de vuelo.
Dormí como pude para poder evitar los efectos del jet lag en la medida de lo posible: había salido de Sevilla a las 8 de la mañana e iba a llegar, presuntamente, a las 18 horas de Las Vegas, aunque para mi cuerpo iban a ser las 3 de la mañana.
Cuando llegué a LA, un follón: dos horas para recoger equipaje, pasar aduana, cambiar de terminal, volver a facturar, recoger las tarjetas de embarque, y no sé cuántos controles de seguridad.
En USA los zapatos pasan por rayos. En Heathrow los miran los mismos que registran hasta el bolsillo más íntimo de tu maleta. En Sevilla pasan de todo. Es curioso.
Al final llegué bien... pero mi avión no. Al parecer un mecánico se había colado rellenando el tanque, y por motivos de seguridad no podíamos despegar con tanto combustible. Dos horas tardaron en arreglarlo. Dos horas que parecieron cinco, el avión era incomodísimo, parecía de juguete.
Pero bueno, al final llegamos. Dos horas tarde, pero llegamos.
Con respecto al tema del equipaje de mano, es incluso menos estricto que el verano pasado, que me pilló a mí en Frankfurt. Entonces no te dejaban pasar ningún líquido, la normativa que ha entrado ahora simplemente restringe las cantidades que puedes llevar y tienes que llevarlas en una bolsita transparente para que puedan inspeccionarlas.
También, si llevas un portátil o un equipo electrónico de gran tamaño, debes pasarlo por rayos con la funda abierta. Pero eso no es aplicable a cámaras de fotos o de vídeo, las mías pasaron sin tener que sacarlas.
¡Ah! Y no puedes pasear por Heathrow con dos bultos de equipaje de mano. Puedes coger uno de ellos y meterlo en el otro. Es absurdo, porque luego en el avión te permiten llevar hasta dos bolsos, pero bueno, los guardias de seguridad de allí te piden que lo hagas así. Así que hay que ir ligerito, por si acaso.
Transporte
Nuestro hotel era el Westin Casuarina. Estaba como a 200 m del Strip, en la calle Flamingo. No es justo el meollo de la ciudad, pero casi, sólo había que andar un poquito.
 
La mayoría de los hoteles famosos de Las Vegas están situados en un tramo de una calle principal, el Strip. Pero que eso no os engañe: el tramo principal es enorme. De hecho cada hotel es un complejo de casino, centro comercial, atracciones y auditorio para espectáculos. Sólo en atravesar un hotel ya se tarda un buen rato. Hay que estar preparado para caminar, y no está mal pillar el monorraíl para desplazarse de una zona a otra del Strip. El pase de un día cuesta 15 $, y se amortiza en tres viajes.
Luego también descubrimos el transporte gratuito: no olvidemos que los hoteles quieren que la gente llegue hasta ellos. Hay un monorraíl gratuito que une tres hoteles, y una lanzadera (un minibús) que enlaza el Rio con otro hotel del Strip.
Espectáculos gratuitos
Como ya se comentó en este hilo, los espectáculos de los hoteles son casi todos gratuitos. Los hoteles principales son casinos, y tienen que hacer lo que sea para atraer al público (total, las tragaperras son iguales en todos, ¿no?). Así que puedes pasarte horas y horas de entretenimiento sin gastarte un dólar.
De esos espectáculos no pude ver el carnaval de Rio porque lo habían suspendido. Pero sí vi las fuentes del Bellagio, el volcán del Mirage, los piratas del Treasure Island, los flamencos del Flamingo, los leones de la MGM, me di una vuelta por "Venecia" (los gondoleros cantan, igual que en la original, increíble), tigres blancos, la caída de la Atlántida (una animación en una fuente del centro comercial del Caesar's Palace), la pantalla gigante de la calle Fremont...
Los casinos
 
 No podía dejar Las Vegas sin probar suerte en un casino, ¿no?
 
 Pues nada, me instalé en una ruleta y estuve jugando como una hora y media. Cambié 40 $, pero en realidad nunca llegué a jugar tanto, con 20 $ habría bastado. Llegó un momento en el que llegué a perder 15 $ y también hubo otro momento en el que estaba ganando unos 12. Pero me vino una mala racha y los perdí, así que me planté con 1$ de ganancia. No está mal, ¿no? Una hora y media de emoción y no sólo no gasté dinero sino que encima me llevé un dólar de recuerdo.
Es curioso que en los casinos hay gente a todas horas. A las 9 de la mañana te ves gente enganchada a las maquinitas. ¿Cómo es posible, si yo a esa hora aún no soy ni persona?
 
El Gran Cañón
El domingo estuve en el Gran Cañón (279 $). La verdad es que fue un poco decepcionante, pero no por el viaje en sí, sino porque yo lo había contratado a una hora y el vuelo se retrasó dos, con lo que me anocheció antes de lo previsto y no pude sacar las imágenes que me habría gustado.
Aun así, es impresionante. Lo que pasa es que en estas excursiones de un día no te da tiempo de verlo bien, tienes que ir con muchas prisas. Quizá algún día, si paso cerca, volveré a verlo y buscaré alguna manera de tener más tiempo.
Si tienes dinero
Volviendo a Las Vegas, en cuestión de espectáculos no me dio tiempo de ver ninguno, los que me gustaban tenían las entradas agotadas. Pero la oferta era inagotable: cuatro espectáculos diferentes del circo del Sol, David Copperfield, Céline Dion, Rolling Stones, magos, acróbatas, comedias, conciertos... Por allí estaban anunciados, aunque yo no coincidí con ellos, Barbra Streisand, Liza Minelli, Paul Stanley, Prince, Elton John... Para todos los gustos.
Sí vi la exposición llamada 
Bodies. Seguro que habéis oído hablar de ella. La verdad es que no iba con intención de verla, pero pasé por el hotel en el que estaba y pensé eso de ahora o nunca. Y me metí, no por morbo, quizás más bien quería opinar por mí misma de algo que me parecía totalmente fuera de lo común, y criticarlo o defenderlo sabiendo exactamente de qué se trataba.
Y tengo que decir que me sorprendió muchísimo. Quien busque morbo va a salir defraudado. A mí me gustó, me pareció increíble el trabajo realizado, me sorprendieron las técnicas y los resultados, y sobre todo, me gustó cómo la exposición estaba tan bien hecha como para conseguir transmitir el mensaje perfectamente: la admiración por la complejidad de la anatomía del cuerpo humano.
La exposición es como un atlas de anatomía en tres dimensiones, es algo que jamás podría plasmarse en un libro.
Por supuesto hay muchas más exposiciones y museos, temporales y permanentes, también para todos los gustos. Además de atracciones, montañas rusas, paseos en helicóptero... Desde luego con una buena Visa no se aburre uno.
Como broche final subí a la torre Stratosphere (10 $), un mirador que domina la ciudad situado a 109 pisos de altura. Quien quiera emociones fuertes puede montarse en tres atracciones situadas en la cima. Estar suspendido en el aire y ser lanzado en caída libre a esa altura debe de ser toda una experiencia, pero a mí me ha cogido ya mayor para eso, no me apetecía nada esa descarga tan brutal de adrenalina.
La comida
Definitivamente, en esta ciudad no existe la mesura.
Como ya apuntabais algunos por aquí, lo mejor son los buffetes de los hoteles. Cuestan entre 15 y 25 $, y te pones ciego. El que más me gustó fue el del Mirage: comida mexicana, china, japonesa, gambas, ensaladas, macarrones, postres... Y costó 30 € dos personas. Comimos tanto que luego no cenamos. Fijaos si sale barata la comida.
En cuanto a la vuelta en avión, tampoco pudimos relajarnos. El primero que teníamos que coger salió una hora tarde. Teniendo en cuenta que había 70 minutos de conexión, estábamos ligeramente mosqueados. Pero eso no era todo: éramos los únicos pringados que no teníamos tarjeta de embarque del segundo vuelo porque no podían dárnosla en American Airlines, no sabían por qué. Algo hicieron mal los de la agencia, porque no es normal: problemas en Londres, y ahora también problemas a la vuelta.
El caso es que el piloto pisó el acelerador, y llegamos con 25 minutos para hacer la conexión. Nos dimos la carrera de nuestra vida, porque nos habían dicho que había overbooking en el vuelo transoceánico (¡y nosotros sin tarjeta de embarque!). Llegamos al mostrador cuando estaban haciendo la última llamada- Si llegamos a tener que cambiar de terminal no llegamos, eso seguro. Pero bueno, al final pudimos entrar, y volamos sin contratiempos ni retrasos hasta Madrid y luego hasta Sevilla.
El jet lag
El temido jet lag no tuvo efecto en mí a la ida. Al ir hacia el oeste simplemente es como un día más largo de la cuenta. Pero bueno, como dormí en el avión, tampoco lo acusé mucho.
Ahora, la vuelta es una sensación rarísima.
Desayuné antes de coger el primer avión, a eso de las 9.
Cinco horas más tarde, al salir de Chicago, eran las cuatro de la tarde hora local: noche cerrada. Así que nos dieron de cenar.
Después me dormí y me dieron de desayunar... ¡otra vez!
Y luego llegamos a Madrid a las... ocho de la mañana. Yo no sabía si acostarme o comerme una paella.
El caso es que en el avión a Sevilla me quedé frita, y me desperté muy activa. Actividad que se me quitó en cuanto almorcé. Ayer pasé mucho sueño por la tarde, a las 10 de la noche estaba que me caía. Y hoy ya lo llevo mejor, pero el tiempo tan oscuro que hace no me ayuda. Qué ganas tengo de echarme una siestecita.
Bueno, y después de este rollazo, tendré que poner unas fotillos, ¿no?
Las fuentes del Bellagio
  
 
  
El Gran Cañón
  
 
  
New York, New York
  
 
  
París:
  
 
  
Y una vista nocturna desde la Stratosphere:
  
 
  
Espero que os haya gustado mi reportaje. Espero comentarios.