Nunca fueron un género popular, ni siquiera dentro del segmento de la conducción, donde siempre imperó correr contra otros pilotos o las carreras desenfrenadas a lo arcade rollo Burnout o Outrun. Había algo árido y solitario en la lucha contra el reloj, en una carretera de gravilla y con un copiloto invisible de voz metálica cantando las siguientes curvas y tramos. Ahora que estamos en la época de los mundos abiertos ya incluso para conducir, donde manda el online, las microtransacciones y bailar mongoladas cada vez que ganas una partida, que aparezca un juego de rally de los de antes es casi más por atender a un nicho de consumidores todavía ordeñable más que por voluntad de dar un auténtico pelotazo y ser un superventas.
Esto de los géneros y subgéneros de moda en el mundo de los videojuegos es muy curioso y entretenido de observar. No ocurre como en el cine, que hay parcelas para todos; en este mundillo siempre impera un género en concreto cada x años, y a medida que se suceden generaciones, ciclos y máquinas, ves una clara predominancia de uno sobre los otros o sobre los anteriores.