¡Polvos para hacer sardinas!El 20.07.10, en Made in Spain, por alpoma
Me he cruzado con esta historia decenas de veces al repasar la prensa de la segunda mitad del siglo XIX. Todavía no tengo muchos detalles, y puede que nunca llegue al fondo de la historia, pero es bien curiosa. Al parecer, el dichoso anuncio sobre “Polvos para hacer sardinas” fue publicado en la prensa por unos malagueños bromistas que, a cambio de algo de dinero en sellos de correos, prometían enviar a quien se lo pidiera cierta cantidad de polvos para hacer sardinas. Sí, así de sencillo, en una época donde el hambre abundaba en España, ¿quién no iba a querer poder llevar a la realidad el famoso milagro de los panes y los peces? Bueno, sólo con peces, pero como puede pensarse, las imaginarias sardinas no podían surgir de la nada pero… ¡picó mucha gente!
Tirando un poco del hilo, vayan aquí unas cuantas pinceladas de esta broma sin igual. Publicaba el periódico La Libertad, en su edición correspondiente al miércoles, 18 de febrero de 1925, lo siguiente…
…recuerdo que hace próximamente cuarenta años apareció un anuncio en los diarios madrileños, el el cual un vecino de una capital de provincia ofrecía a todo aquel que le enviara una peseta un paquete de polvos para hacer sardinas. Fue el anuncio objeto de los más estupendos comentarios. Nadie comprendía que hubiera gentes tan ignorantes o desequilibradas que pudieran admitir la posibilidad de esta generación espontánea. Pero, transcurrido algo más de un año, apareció un comunicado del avisado provinciano. Hablaba claro y terminante: no había tales polvos. Se trataba, sencillamente, de una apuesta que había hecho con uno de sus paisanos, quien negaba que pudiera haber en España cien personas tan cerrdas y torpes de magín que creyeran en la posiblilidad de hacer sardinas con paquetes de polvos. El anunciante había ganado la apuesta: le habían enviado la peseta correspondiente más de dos mil tontos, a los cuales ofrecía devolvérsela siempre que lo escribieran solicitándolo. Nadie quiso pasar por tonto, y el humorista se quedó con aquel dinero, testimonio de la majadería nacional.
El anuncio motivo de todo esto era el que sigue, publicado durante varios días. En concreto, el que he extraído para ilustrar estas letras procede de la edición del 26 de septiembre de 1879 del periódico La Correspondencia de España (Fuente: Biblioteca Nacional).

A todo esto, apareció en El Imparcial, el viernes 3 de octubre de 1879, la siguiente carta que todo lo aclaraba:
Sr. Director de El Imparcial:
Habiendo hecho una apuesta de que por inverosímil que fuese un anuncio habría siempre algunos infelices que lo creyesen, aunque les costase dinero, se me ocurrió mandar a La Correspondencia el epígrafe a que usted hace alusión en su número del viernes. A los señores que me han escrito, les he tenido que pasar esta especie de circular: “Muy serñor mío, el anuncio de La Correspondencia sobre polvos para producir sardinas, era resultado de una apuesta en la que yo sostenía que por estupendo que fuese un descubrimiento, habría al menos cincuenta personas que lo creyesen y dieran dinero encima. Devuelvo a Vd. su sello y siento haberle molestado; pero para consuelo le diré que además de Vd., he recibido ochenta y cuatro sellos de otros tantos crédulos…” (…)
Todavía, incluso destapada la broma, siguieron llegando pesetas en forma de sellos a casa del bromista. En fin, más de un siglo después creo que todavía quedan muchos vendedores de “polvos para hacer sardinas” por ahí. Por desgracia, también hay muchos que tienen “pesetas” preparadas para ellos.