"¿Para qué sirve un verano? Para regresar a aquellos sitios donde dejaste un trozo de memoria, y desde la memoria, recuerdos en sus gentes."
Aquella tarde él se dio cuenta de algo importante. Debía compartir su presencia, su voz, sus ojos, y su sonrisa con los cuerpos que le añoraron durante un largo año. Debía volver a un sitio al que perteneció, aunque el regreso le trajera problemas, recuerdos imborrables ansiosos de florecer.
Los recuerdos imborrables. Cuando brotan, nunca mueren. Recuerdos perennes, eternos, que cuando se marchitan son bañados por la ciudad, por la ciudad a la que perteneciste durante un largo año.
El agua, y la nieve. La nieve, y sus copos, tan densos y amantes que se incrustan en la almohada para proteger la cabeza, y la memoria, y los recuerdos (con sus gentes y sus cuerpos y...)