supongo que a muchos de los que por aqui andan aparte de leer les gustara escribir ¿y que mejor ocasion que las interminables mañanas de verano? aqui os dejo un comienzo de una de las historias que me rondan por la mente en los ratos muertos.Se que no es muy bueno y no pretendo que lo sea ya que la falta de tiempo libre hace que nunca pueda escribir y practicar pero de todos modos lo dejo aqui para que personas que seguramente sepan mas que yo me aconsejen etc.
De todos modos me cuesta menos hacer guiones por ejemplo que una novela(en este caso comienzo de novela)
La luz penetro dolorosamente en la oscuridad de los ojos hiriéndolos y haciendo que se abrieran de par en par para volverse a cerrar acompañados por un gruñido de dolor, Kinet giro la cabeza buscando un sitio donde la luz no fuese tan intensa, cuando se acostumbro a la claridad de la habitación se incorporo de la cama.
La habitación estaba llena de rayos de luz que se colaban por la persiana de ramas secas de palmera dotando a la estancia de lanzas de luz que jugaban con la vista .La estancia era pequeña en ella no cabrían ni 10 hombres hacinados, pero aun así Kinet se sentía a gusto en aquella pequeña estancia hecha de barro y yesca.
El joven campesino alzo la persiana y la luz y el olor a tierra mojada inundaron la habitación, acto seguido se acerco a su pequeña mesa donde tenía aquel cuenco hecho de concha de almeja de mar lleno de agua, se lleno las manos de agua y se lavo la cara para despejar su mente aun nublada por el sueño.
Le encantaba ese cuenco ya que en el reflejo del agua se veía nítido y brillante, miro su cara reflejada en el agua.
Kinet era un chico esbelto y delgado aunque para nada endeble , su piel era lisa sin ningún tipo de manchas o impurezas , tampoco tenia vello facial que cubriera su faz. Su pelo era rubio platino suave y sedoso, tan rubio que de lejos a veces a la gente se le antojaba blanco. Sus ojos resaltaban en el reflejo del agua como dos perlas de colores varios, su iris era una mezcla de azul turquesa y verde esmeralda que traía locas a las mas jovencitas de la aldea y su pupila era negra, tan negra que a veces a el le costaba dejar de mirarla reflejada en su cuenco, era como un pozo que absorbía la luz que había a su alrededor.
Cogió las prendas que descansaban sobre una pequeña silla hecha de madera de encina de los montes del suroeste y se las puso. Los ropajes habían absorbido el aire fresco de la noche y rezumaban olor a roció del alba, camiseta de seda blanca que transpiraba como ninguna otra prenda, chaleco de cuero blando color arena, pantalones a juego con el chaleco y que le llegaban un poco mas debajo de las rodillas eran perfectos para hacer las labores sin que el calor te asfixiara en los secos días de verano y unas pequeñas y cómodas sandalias echas de esparto recubierto con piel de borrego componían la vestimenta de Kinet aquel día , un zurrón hecho con la vejiga de un borrego remataba la vestimenta.