Antes de nada, pido perdón por el tocho que voy a soltar. Si alguno gusta de leerselo, y si no, pues ignorarlo. Pero es un tema bastante discutido y me gustaría expresar una opinión fundamentada de porqué no considero adecuadas estas penas. Particularmente la de cadena perpetua, ya que la pena de muerte es inviable por infinitas razones.
La cárcel es la medida más adecuada para tratar a todo sujeto que trasgrede las normas de una manera grave. Sin embargo, cuando miramos un poco más allá, nos damos cuenta de que, en muchas ocasiones, la prisión, tal y como la estamos aplicando a día de hoy, no tiene razón de ser y mucho menos utilidad en demasiadas ocasiones.
Una pena de prisión de larga duración tiene unos efectos devastadores en la persona que la sufre, ya que pierde todo concepto de libertad y, peor aún, de responsabilidad. Cuando un individuo entra en prisión por un periodo de tiempo largo, sufre algo conocido como
prisionización. Que, en simple, se traduce en que el sujeto vuelve a una edad mental de unos 12 años. El preso, en el momento en que entra en la prisión pierde toda noción de tiempo, de libertad, de intimidad y de responsabilidad. La vida de un sujeto aquí dentro se convierte en algo totalmente reglado, calculado y sin posibilidad de cambio; existen horarios para comer, para ducharse, para dormir, para salir al patio, para recibir visitas… Incluso los encuentros íntimos están controlados hasta el más mínimo detalle. Esto convierte a la persona en un ser automatizado sin iniciativa, sin interés por mejorar y completamente dependiente del sistema penitenciario para vivir. Si a esto le añadimos que las tareas allí dentro son completamente voluntarias y lo único que conllevan es algún beneficio penitenciario, los presos no sienten la necesidad de realizarlas porque, después de todo, la comida, la cama y el techo se los van a servir igual que si las hicieran.
Puestos a pensar, resulta bastante lógico que el preso, con la vida “solucionada” allí dentro, no se moleste en hacer nada en su beneficio. Pero, y aquí viene lo trágico, también resulta igual de lógico que ese mismo preso, que ha podido estar 20 años dentro de prisión viviendo bajo estas condiciones, al quedar en libertad de nuevo, se sienta abrumado y vuelva a delinquir para volver a la prisión, al sistema donde se siente
seguro.
Entonces, ¿la solución pasa por eliminar las cárceles? No. La pena privativa de libertad más severa de nuestro sistema debe existir. Después de todo, el Derecho tiene como objetivo la convivencia de las personas de manera civilizada y, tristemente, en nuestra sociedad la coerción es la única manera de que algunos no atenten contra el orden social. Por ello, nuestro sistema necesita de ciertos
castigos para que los individuos no cometan actos que alteren dicho orden. Sin embargo, esto no significa que nuestro sistema sea uno basado en el miedo como método de control (quizá en otro momento analicemos esto, no me gustaría introducirme en el terreno de lo metajurídico ahora),al menos, no completamente; es evidente que muchos de nosotros no cometemos delitos porque nuestros valores, nuestro juicio moral nos lo impide, aunque no ocurre así en todos los casos. Como iba diciendo, la solución no pasaría por eliminar las cárceles o las penas de prisión de larga duración, la solución es sumamente compleja y, sobre todo,
cara (razón última por la que probablemente no estemos aplicándola). Pero veámosla por partes, analizando cada punto.
- En primer lugar, la cárcel debería ser un lugar en el que reflexionar sobre lo ocurrido y donde tratar a las personas para que puedan volver al sistema de manera pacífica, sin atentar contra él. ¿Qué se hace para que esto ocurra? Nada. ¿Cuantas veces recibe el preso la visita de algún especialista que le pueda ayudar con la reinserción y la reeducación? ¿Una al año? Quizás dos. Esta persona está recibiendo una ayuda claramente insuficiente. Todos somos humanos y ello implica que todos cometemos errores, pero a veces, cuando los errores son tan graves, es necesario tener un poco de ayuda externa para asimilarlos y para comprenderlos, algo que no está ocurriendo ahora. Un homicida mata y listo. Lo juzga el Derecho, lo juzga la moral y listo. Nadie se preocupa en entender cuales fueron sus razones y mucho menos en tratar de hacer algo para evitar que esa persona lo vuelva a repetir. “Unos años en la cárcel, y verás como se te quitan las ganas…”. Volvamos un poco hacia atrás. ¿Qué ocurre con los presos de larga duración? ¿No va a volver a matar? Ya veremos lo que pasa con esa persona cuando salga de la cárcel… Pero es que hay casos aún peores, ¿qué pasa con esos violadores reincidentes de los que hablaba unas cuantas entradas más atrás? A veces tienen un trastorno de verdad y necesitan ayuda porque realmente hay algo en ellos que no funciona como en los demás. Sin embargo, tampoco son tratados en muchas ocasiones, ¿y nos sorprende que reincidan nada más salir?
- Tal y como hablaba anteriormente, el preso, en muchas ocasiones, se convierte en un autómata, lo que implica que se sienta abrumado al volver a la libertad. En clase estuvimos discutiendo sobre esto y creemos que introducir un sistema de puntos en el sistema penitenciario resultaría difícil en primera instancia pero, a medio y largo plazo probablemente reportase más beneficios de lo que se invierta en él. El sistema en cuestión es muy simple de explicar, dentro de la prisión hay una serie de actividades que en función de criterios como la utilidad, el tiempo que requieran y el beneficio que reporten a la prisión o incluso a la sociedad, otorgan una serie de puntos al día. Supongamos que el máximo de puntos que un preso puede recibir al cabo de un día son 6. Las tres comidas diarias de cada uno podría costar un total de 4 puntos (1 el desayuno, 2 el almuerzo y 1 la cena). De esta forma, el preso que realice una “jornada completa” de 6 puntos, tendría suficiente para comer y, además, le sobrarían 2 puntos que podría utilizar para comprar artículos del economato de la prisión o realizar actividades de ocio como uso del gimnasio o de la piscina. Por supuesto, si una persona se encuentra incapaz de realizar tales actividades por razones médicas, se le daría de baja y obtendría 4 puntos por cada día de baja, los necesarios para comer. Las actividades para conseguir puntos podrían ser desde ayudar con los servicios de la prisión (en cocinas o limpiando) hasta ir a clase. Los presos se encontrarían con un sistema en el que mantienen las responsabilidades del mundo exterior, algo que ayudaría a su reinserción en gran medida.
- Pero también nosotros tendríamos que poner de nuestra parte para ayudar a esta reinserción. Uno de los grandes problemas con los que se encuentra alguien que es puesto en libertad es con el estigma que lleva su condición ex-preso. Poca gente entiende que estas personas necesitan de nosotros cuando salen para poder reintegrarse y no acabar marginados y volviendo al círculo vicioso de la delincuencia y la cárcel. No obstante, quizá aquí, ese sistema de puntos antes propuesto también tenga algún tipo de papel. ¿Y si parte de esas actividades implicasen una salida de la prisión con acciones sociales, tales como ayudar en un comedor social o incluso trabajar en las obras públicas? Esto supondría una vigilancia más o menos estricta según cada caso, pero también ayudaría a que las personas dejasen de ver a los internos como parásitos que viven de sus impuestos sin hacer nada a cambio. Al Estado le supondría una relación ingresos-gastos practicamente equiparada ya que los beneficios generados por el preso serían equivalentes al coste de su vigilancia, pero la imagen de los mismos mejoraría con lo que la reinserción no sería tan costosa.
Esto son sólo las divagaciones de un estudiante de criminología, divagaciones que probablemente no resulten tan fáciles de aplicar en la práctica como lo son en el papel, sin embargo, algo está claro: todo el sistema penitenciario necesita una renovación que lo adapte a los tiempos en los que estamos y, sobre todo, al creciente número de delincuentes que cada año (gracias al dudosamente eficaz endurecimiento de las penas) van a parar a alguno de los centros penitenciarios del país.
Dicho todo, no tiene mucho sentido aplicar una cadena perpetua. Además, cadena perpetua o muerte... ¿Para qué tipo de delitos? El homicidio ya está penado, y el asesinato también. Entonces, mi pregunta para los que piden cadena perpetua o pena de muerte, ¿en base a qué la aplicaríais? Y, por favor, respuestas serias, no me vale la típica de "al que se lo merezca".