Copio y pego de mi microblog (no voy a hacer spam):
Ya son conocidos, por todo aquel con un mínimo de interés y preocupación, los peligros e inconvenientes que entraña el uso de las redes sociales. Sin embargo también tienen muchas ventajas. Algunas de ellas son más bien ociosas, pero, por encima de ellas, está el hecho de que permitan una circulación rápida y masiva de noticias, ideas, opiniones y llamamientos. Ya no es tan fácil ocultar información a los ciudadanos. Ya no se puede recular tras hacer un comentario polémico o censurable. En cuanto alguien en "la nube" lo haya visto, circulará (en principio) irremediablemente y todo el mundo lo sabrá, a pesar de que se intente negar o borrar.
Twitter se ha erigido en este aspecto como el máximo exponente; por su formato de mensajes cortos y rápidos resulta muy tentador escribir un pequeño mensaje en ciertos momentos, quizás con el ánimo alterado. Después puede llegar el arrepentimiento y borrado, pero seguramente alguien haya realizado ya una captura de pantalla con el desafortunado comentario. Además, su sencillo sistema de etiquetado hace muy sencillo el seguimiento de los temas candentes o aquellos en los que estemos interesados.
De esta forma, estas características en los tiempos que corren se han orientado hacia la crítica política y la protesta social. Los políticos ya no están a salvo; las cadenas de televisión y la prensa seguirán ofreciendo información incompleta, sesgada, partidista y censurada, pero en Internet se podrán encontrar todos los hechos y bajo todos los puntos de vista. Podemos ver las imágenes y videos una y otra vez, buscar detalles, recrearnos en lo execrable de las palabras y actos de nuestros dirigentes. Podemos emitir y leer opiniones, debatir (o más bien discutir), analizar los hechos; compartir nuestros pensamientos y recibirlos de personas de todo el mundo.
Además, con esta herramienta tan formidable, consensuar los actos de protesta popular es sencillo e inmediato: basta con hacer una convocatoria para una concentración en las redes sociales y, no solamente estará todo el mundo informado, sino que se pueden organizar con detalle las acciones que se llevarán a cabo, el material, los eslóganes.... incluso se pueden ir encendiendo los ánimos o cada uno puede decir si asistirá o no.
Con todo lo expuesto, con esta potentísima tecnología al servicio del ciudadano, está claro que no vamos a perder derechos sociales, que el poder de decisión está más que nunca en manos del pueblo, que los políticos ya no permitimos que los políticos sean gente corrupta que manipule el estado y se aproveche de él en lugar de servirle como debe ser...¿o quizás no es así?
No deja de ser curioso que, a pesar de lo bien informados que estamos, de que todo el mundo sabe qué se está haciendo mal, qué se nos está quitando y cómo parece que se mofan de nosotros, todo siga igual. En las redes sociales se ve cada detalle de información (en el que posiblemente uno mismo no haya reparado), se leen críticas encendidas (parece que realmente nadie está conforme con cómo se desarrollan las cosas).
Mucha de la protesta en Internet se hace en base a la ironía y el humor. Supongo que es el "espíritu español". No niego que el humor ayude a sobrellevar situaciones difíciles y que, efectivamente, muchas veces sea mejor "tomarse las cosas con humor". Pero todo esto ya no tiene gracia. El tiempo de la risa ya debería haber pasado. Reirse de lo que está pasando tiene dos aspectos muy negativos:
En primer lugar, algo de lo que uno puede burlarse parece revestir menos gravedad, con lo que si no es tan grave no vale la pena luchar contra ello.
En segundo lugar, el humor es un buen mecanismo para soportar algo que no tiene solución; si no tiene solución, de nuevo, no vale la pena luchar contra ello.
De esta forma caemos en la desidia, en parte, porque nos desquitamos riéndonos de ello.
Otro asunto interesante es que las redes sociales también nos sirven de conductor catártico. Cuando no existía nada de esto, los ciudadanos que estaban reprimidos se reunían, discutían acaloradamente de ello y, enardecidos, se organizaban y protestaban en la calle. Hoy en día, cuando estamos estresados entramos en "la nube" y ahí nos desquitamos escribiendo, sin ningún tipo de contacto físico con la gente, con posibilidad de anonimato, sin subir la voz. Liberamos las tensiones y ya estamos dispuestos a soportar otra ración de humillación.
Todo el mundo pone verde en la red a los políticos, conocemos todas las represiones llevadas a cabo utilizando la legislación y la policía. Nos reímos de ellos. Cada acto censurable, cada injusticia de esta gente está en la boca de todos. Y nada cambia, les da lo mismo, seguimos perdiendo derechos, se siguen riendo de nosotros. Una cosa, sin embargo, sí que se consigue con todo esto: cuando voy a mirar simplemente cómo les va a mis conocidos, acabo con ardor de estómago al leer tanto material incendiario sobre algo que, parece, va a seguir igual. Con esto me mantengo en un constante estado de pesimismo que, sin duda, abotarga mis ánimos.
Ahora voy a ponerme un poco "conspiranoico". En un momento en que se está estrangulando la libertad en Internet, evitando compartir material cultural (muchas veces no tanto), me parece curioso que no se le ponga un dedo encima a las redes sociales. Seguramente los hilos que nos dirigen ya hayan considerado lo que he expuesto y muchas cosas más, que para eso son mucho más listos. Ya saben que nos ahogamos con nuestras propias risas, ya saben que nos desquitamos escribiendo, ya saben que manteniéndonos pesimistas nos controlan y ya saben que no vamos a cambiar nada.