Básicamente no se puede porque estos "supuestos" investigadores profesionales e literatos , estudiosos y un sinfín 
de adjetivos bonitos y adornados con sus mejores intenciones para desvelar el "mal" personificado, actúan bajo un interés, y es el desprestigiar el comunismo por encima 
de todo. Adaptando un libro 
de unas 1000 páginas a la masa ignorante voluntaria.
Te paso una entrevista i varios artículos que, con gusto, debe leer, al historiador Viktor Zemskov (Instituto 
de Historia 
de la Academia 
de Ciencias rusa), no es precisamente un comunista.
http://www.lavanguardia.com/internacion ... talin.htmlotro artículo:
http://web.archive.org/web/200408290559 ... _negro.htmY un documento:
A vueltas con "El libro negro del comunismo": historiografía y propaganda
Jesús Aller
Rebelión
La reedición reciente 
de la versión en español 
de El libro negro del comunismo (Ediciones B, traducción 
de César Vidal y otros), obra 
de un grupo 
de autores coordinados por el francés Stéphane Courtois, director 
de investigaciones del CNRS, ha reabierto la polémica sobre lo que se presenta como un recuento, que se quiere minucioso, 
de las víctimas 
de los regímenes sedicentemente comunistas. El libro acumula más 
de mil páginas en las que se nos describen las cristalizaciones históricas del comunismo, presentado siempre como un anhelo despiadadamente totalitario que se materializa por todo el ancho mundo en un salvaje amontonamiento 
de cadáveres. Hay que señalar, no obstante, que tras la publicación 
de la obra, tres 
de sus seis autores se desmarcaron del capítulo introductorio 
de Courtois “Los crímenes del comunismo” por medio 
de un artículo en Le Monde en el que juzgan que en él se infla injustificadamente el número 
de víctimas en un intento desesperado 
de alcanzar los 100 millones y se realiza además una comparación que no suscriben entre nazismo y estalinismo.
El libro es un ladrillo extraordinariamente útil. Puede ser lanzado contundentemente a la cabeza 
de cualquiera que se plantee una alternativa al pensamiento dominante. Aunque se argumente que los números están exagerados, no resulta fácil zafarse del golpe. El retrato que se dibuja al fin es tan monstruoso que tenderíamos a pensar que cualquier cosa debe ser mejor que eso. El problema es que no es así. El secreto del libro es la ocultación constante 
de las otras caras 
de la realidad. Cuando se atiende a ellas, se ve claramente que los “crímenes del comunismo” no son 
de ninguna manera episodios excepcionales en la “historia universal 
de la infamia”. Una muestra clara 
de esto pueden darla los datos reunidos por Gilles Perrault y otros en El libro negro del capitalismo, publicado en Francia en 1998 (hay versión en español, Txalaparta, 2002). Sin embargo esta obra no pretende ser con sus 495 páginas una recopilación tan exhaustiva como la del otro y no ha logrado tampoco una difusión tan grande. En El libro negro del comunismo, el camuflaje sistemático 
de acontecimientos históricos próximos a los narrados, y que son imprescindibles para explicarlos en una óptica racional, permiten enfocar con gran aumento “las atrocidades comunistas”, que al final resultan ser algo tan verdaderamente atroz que una interpretación maniquea 
de la historia del siglo XX está servida. 
De un lado queda el comunismo, es decir “el mal”, a cuyo lado puede colocarse el nazismo, y 
de otro, lo que no puede plantearse 
de otra forma que como “la lucha contra el mal”, en la que a veces pueden haberse cometido “algunos excesos”.
Uno 
de los innumerables ejemplos 
de la criminal ocultación del contexto en la que incurre el libro lo tenemos en la parte en la que se trata sobre la historia del jemer rojo camboyano. En ésta se describen pormenorizadamente las atrocidades cometidas en el país por los comunistas a lo largo 
de los años 70, durante la guerra civil primero y después durante el régimen 
de Pol Pot, establecido tras la toma 
de Phnom Penh en 1975 y que se mantuvo hasta la invasión vietnamita 
de 1979. Los títulos 
de los capítulos 
de esta parte son reveladores: “Camboya, el país del crimen desconcertante”, “La espiral del horror”, “Variaciones en torno a un martirologio”, “La muerte cotidiana en los tiempos 
de Pol Pot”, “Las razones 
de la locura”, “¿Un genocidio?”. Nada nos dice en ningún momento Jean-Louis Margolin, autor 
de esta parte, sobre unos hechos que muchos historiadores consideran cruciales a la hora 
de explicar la emergencia imparable y el comportamiento, ciertamente inusitado, 
de Pol Pot y sus seguidores. Nos referimos a la campaña 
de bombardeos sobre la parte oriental 
de Camboya realizados por los americanos entre 1965 y 1973, y que tuvieron su clímax durante la denominada “Operación Menú” en 1969 y 1970. El insólito nombre 
de esta operación procede 
de las distintas partes en que se fue estructurando, bautizadas: “Breakfast”, “Lunch”, “Dinner”, etc. No cabe duda 
de que los asesinatos masivos se realizaban sin perder el sentido del humor.
Estas operaciones se trataron 
de mantener en secreto, pero los documentos sobre ellas fueron desclasificados durante el mandato 
de Bill Clinton en 2000 y han sido estudiados por los historiadores Ben Kiernan y Taylor Owen. Según los datos que éstos aportan, durante ellas se realizaron 230 516 salidas sobre 113 716 objetivos, en las que se arrojaron 2 756 941 toneladas 
de bombas. Hay que decir que esta cantidad 
de bombas supone en realidad un “bombardeo en alfombra” (carpet bombing) con lo que la mención 
de “objetivos” resulta más bien grotesca. Pensemos que aunque la dividamos por la extensión total del país, son todavía 15 toneladas y 228 kg 
de bombas por kilómetro cuadrado. Tratemos 
de imaginar algo semejante en nuestro entorno próximo.
Resulta muy difícil calcular el número 
de víctimas producidas por estos ataques, pero William Showcross y otros autores han señalado la alta probabilidad 
de que su efecto final fuera en realidad desestabilizar una región ya en equilibrio precario y facilitar la toma 
de poder por 
de los comunistas. Por su parte, Ben Kiernan y Taylor Owen han usado una mezcla 
de imágenes 
de satélite, datos detallados 
de los bombardeos y testimonios recogidos sobre el terreno para argumentar contundentemente que existe una correlación entre las zonas masacradas y las áreas 
de reclutamiento del jemer rojo. A nadie se le escapan los efectos que más allá 
de la destrucción física, en el plano psicológico, puede tener sobre cualquier país una brutalidad como la que supusieron estos bombardeos. Ejemplos como éste podrían multiplicarse y la conclusión es siempre que más que una maldad intrínseca 
de nadie, la violencia 
de la historia del comunismo se explica por otros factores entre los que resulta esencial una continua y perversa dialéctica 
de acción y reacción
Aunque textos como El libro negro del capitalismo, citado antes, apuntan ya aspectos importantes, es cierto también que está pendiente un estudio pormenorizado y sistemático 
de la terrible capacidad del ser humano para la destrucción 
de sus semejantes que se manifiesta a cada paso en la Historia. Existen datos suficientes para asegurar que procesos históricos como el esclavismo en África o la explotación colonial 
de los distintos continentes, por citar sólo unos pocos ejemplos, darían para elaborar libros negros 
de muchas páginas con sobrecogedores catálogos 
de brutalidades y recuentos 
de muchos millones 
de víctimas inocentes. No obstante, el hecho es que hasta el momento el principal objeto 
de estudio historiográfico en este sentido han sido sólo “las atrocidades comunistas”. A la luz 
de esto, El libro negro del comunismo se nos aparece más que nada como un negro chorro 
de tinta 
de calamar destinada a transmitir una imagen parcial e interesada 
de la Historia.
EDITO: te dejo un artículo.
Para William Hearst, Rockefeller, Joseph Goebbels, Robert Conquest, Alexander Solzhenitsyn, Pierre Broué y Anna Applebaum entre otros pocos, las cárceles ordinarias y centros penitenciarios 
de la Unión Soviética solo eran (casi nada) fabricas 
de exterminio al puro estilo nazi, como los mas 
de cien campos hallados por toda Europa pertenecientes y construidos por el capitalismo fascista 
de la Alemania nazi con el visto bueno del capitalismo tradicional para exterminar sistemáticamente a mas 
de 20 millones 
de ciudadanos soviéticos, Justo los campos 
de concentración que fueron liberados por el ejercito Rojo. El capitalismo siempre ha tratado 
de implicar al comunismo en exactamente lo mismo que ellos han hecho contra la humanidad, los fascistas no querían ni quieren quedar como lo que son, unos parásitos asesinos 
de masas y por eso han ido hilando con los años una inmensa montaña 
de falacias que aun tienen que demostrar. 
Es curioso como Anna Applebaum menciona a Aleksándr Solzhenítsyn santificándolo como el escritor humanista, personaje que en realidad fue denunciado por su propia mujer y encarcelado por agitar consignas como "hubiera sido menos terrible rendirse a los nazis que luchar", o que los nazis invadieron la URSS por culpa 
de los bolcheviques" también hay que añadir que en su visita a España Solzhenítsyn, no escatimo en elogios al régimen fascista 
de Franco. 
¿Tan demoniaco era el comunismo que dejo en 
libertad a semejante traidor? 
Solzhenítsyn hablaba al principio 
de las pésimas condiciones 
de vida que se respiraban en las cárceles rusas, después hablaba 
de cientos 
de victimas que se convertirían en miles y posteriormente en cientos 
de miles, que con los años esos cientos 
de miles fueron millones y por ultimo cientos 
de millones. Que hombre tan extraño que no termina 
de aclararse con sus engordadas cifras sobre un hipotético genocidio del que no existen documentos. Que extraño y sospechoso es también el echo deque este trastornado personaje haya muerto en EE.UU. justo donde van a parar todos los autores y falsificadores 
de la historia 
de la Unión Soviética. 
En la URSS en 1940 existían 53 campos y 425 colonias 
de trabajo, los famosos gulags. Se diferenciaban porque las colonias eran mas pequeñas y con un régimen penitenciario más relajado que los campos y a ellas se destinaban los presos con condenas más reducidas. En los campos y colonias los presos no estaban recluidos en espacios cerrados sino que trabajaban y cobraban el mismo sueldo que los demás trabajadores, sobre la base del principio 
de que los presos no podían resultar una carga para la sociedad. Trabajaban durante su jornada laboral (7 horas diarias) y luego debían recluirse en los recintos cerrados y custodiados. En la URSS no había cárceles como las que conocemos aquí, en las que impera la ociosidad: trabajar era una obligación para todos, y no un derecho. Imperaba el conocido principio general 
de que quien no trabaja no come. 
Es curioso que Anne Applebaum haya encontrado en los archivos secretos 
de la URSS lo que no han podido encontrar los cientos 
de historiadores que ahora, ya tendrían pruebas contundentes 
de un supuesto genocidio Soviético, para por lo menos poder demostrar contundentemente lo que se esta buscando desde el primer día 
de la revolución bolchevique, que es el fogoso interés 
de implicar al comunismo en exactamente lo mismo que se ha implicado siempre el fascismo, en exterminar sistemáticamente a todo aquel que pretendiera seguir el ejemplo 
de la revolución bolchevique, en demonizar los intereses 
de los trabajadores y en apaciguar los ánimos 
de independencia 
de billones 
de gentes empobrecidas por el afán materialista del capitalismo. 
El capitalismo y sus falaces historiadores siguen fielmente los pasos 
de la teología cristiana intentando demostrar sin pruebas fehacientes, la existencia 
de un Dios todo poderoso. Que aunque no se pueda demostrar visiblemente su existencia y sus inagotables milagros, ha conseguido contradictoriamente que millones 
de testigos sostenidos por la fé crean en algo que carece 
de rigor científico y tu “profesor” por lo que veo también tienes fé ciega y ninguna razón científica.
En Rusia hoy podemos encontrar museos 
de lo que fueron los famosas cárceles penitenciarias para presos comunes, donde iban a parar todos los que cometían delitos variados, típicos 
de cualquier sociedad en el mundo, delitos como robos y asesinatos, violaciones 
de la legalidad que en cualquier país del mundo se pagarían con las cárcel o campos 
de trabajo forzado como los que existen en EE.UU, la gran diferencia con las cárceles soviéticas (también llamadas gulags) es que los presos comunes Soviéticos cobraban por su trabajo 
de siete horas diarias para costearse la alimentación, por ello tenían derecho a un sueldo con la intención 
de que no fueran una carga para el estado. Que casualidad que no existen restos fósiles 
de ninguna victima del comunismo, y seguro que los pudo haber en una época en la que el capitalismo acosaba constantemente con sabotajes, intentos 
de golpe 
de estado, invasiones militares 
de potencias extranjeras en la URSS y guerras en todos los limites fronterizos que no dejaban respiro a la revolución bolchevique. 
Seguramente en aquel contexto histórico pudo haber incluso cientos incluso miles 
de victimas inocentes que pagaron los platos rotos del fascismo internacional. Pero no hay huella alguna 
de campos 
de concentración tal y como los conocemos hoy y 
de los que si existen millones 
de pruebas contundentes que demuestran como los fascistas fueron edificando autenticas fabricas 
de la muerte a manos 
de la Alemania Nazi. Es mas, ninguno 
de los soldados capturados por el ejercito rojo durante la segunda guerra mundial ha comentado jamás, que en la URSS existieran campos crematorios y cámaras 
de gas, simplemente han comentado lo dura y difícil que era la vida en Siberia dentro 
de estas cárceles o campos 
de trabajo en la que fueron a parar en una época en la que los presos 
de cualquier cárcel del mundo padecían exactamente lo mismo que en aquellas cárceles 
de la era Soviética, o ¿acaso merecían mas los restos 
de un ejercito fascista e invasor que asesino a sangre fría a mas 
de 20 millones 
de hombres, mujeres y niños que cualquier preso común 
de la antigua Unión Soviética? El resto forma parte 
de la muy usada demagogia capitalista para demonizar ranciamente los grandes logros conseguidos por la revolución Bolchevique.
Mio* Te recuerdo que una 
de las fuentes "dignas" 
de la que bebe este libro es la obra 
de Soljenitsin (arxipelago gulag). Un conocido fascista anti-comunista y anti todo lo que tenia que ver con la URSS. Títere utilizado por USA en su campaña anti-comunista, guerra fría, caza 
de brujas etc. Cuando este hombre vino a España en los años del franquismo elogió su sistema y su sociedad y claro, su caudillo El Enano. Una fuente muy fiable.
Para saber 
de todo se tiene que leer mucho y no caer en la propagando 
de las primera filas 
de la estantería. Porque aquí si se aplica esta frase que dice: La historia la escriben los vencedores.