Creo que la gran diferencia entre la enseñanza privada elitista, y la enseñanza pública general, está en la importancia que se le dan, o no, a los idiomas, y en la forma en que se presenta la enseñanza de las lenguas extranjeras.
En la enseñanza pública común, te daban a elegir, entre francés o inglés. Se contraponían, enfrentaban, ambas lenguas, obligándote a desconocer una por elegir la otra. Por supuesto, ni hablemos sobre cómo se enseñaba el francés o el inglés, de un modo traumático, exigiendo memorizar palabras o frases, y tratando la asignatura como un obstáculo, o peor aún, un castigo.
Lo que no faltaba en cambio era el adoctrinamiento lingüístico con el gallego o el catalán. A esas dos lenguas nunca se les quita su espacio, pero sí al francés o al inglés. Si elegías inglés. no sabrías una palabra de francés, y viceversa.
El hijo del poderoso, de las personas cultas, irá en cambio a un colegio bilingüe o trilingüe, donde le enseñarán, no ya inglés -que eso se da por supuesto- sino francés, puede que chino o alemán también, y se presentará esa enseñanza como algo coherente y cohesionado dentro del programa de estudios, no como un contenido extraterrestre.
Como anécdota referir que según han contado sus hijos, la famosa Duquesa de Alba (ya fallecida) les obligaba cuando eran pequeños, a comunicarse en distintos idiomas extranjeros, durante la comida, la cena, por ejemplo, para practicarlos. Una persona de la alta sociedad no puede valerse simplemente con el inglés. Es imprescindible al menos dominar otra lengua más, que podría ser el francés, el alemán o el chino.
No conozco ningún gran catedrático que no chapurree al menos cinco lenguas y las lea con bastante fluidez. El mundo de la cultura, de las artes, no se entiende sin varias lenguas.
Como dice un proverbio, "quien adquiere una nueva lengua, adquiere una nueva alma". Es inimaginable la cantidad de posibilidades que se adquieren por aprender varios idiomas, desde la infancia. Se abre la opción de conocer toda la francofonía, toda la cultura anglosajona, incluso la cultura oriental china o la japonesa.
Mientras aquí seguimos con la doctrina obligatoria de las lenguas autonómicas, más o menos prefabricadas por autoridades lingüísticas ("Reales" academias) y esas lenguas nos sirven para andar por casa, el mundo real se expresa en inglés, en chino, en alemán, en francés, y nosotros seguimos mirándonos el ombligo e invirtiendo horas y horas en darle vueltas a la Xeración Nós, o a la obra de los autores catalanes de turno, muchos de ellos (o la mayoría) desconocidos fuera de Cataluña, lo mismo que la Xeración Nós es ignorada prácticamente fuera de Galicia.
Nos hace falta más universalidad, más conocimiento general, y menos conocimiento doméstico, menos mirarse el ombligo.
Como digo, los ricos y poderosos, saben esto muy bien. Una anécdota: el gran comunicador Eduard Punset (ya fallecido) contó en una entrevista que él, como catalán, estaba muy feliz en su tierra y pensaba estudiar en una universidad de Cataluña. Su padre, sin embargo, le obligó a estudiar en Madrid, en la Universidad Complutense. ¿Por qué? Porque el padre de Punset quería que su hijo aprendiese a hablar bien el castellano, y que fuese un hombre culto, que supiese idiomas, y que pensara en grande. No cabe duda de que acertó de pleno. Punset fue un gran comunicador y hablaba fluidamente varios idiomas.
Cuando cumplí los diecisiete, me envió estudiar a Madrid, para que aprendiera a hablar bien el castellano de una puñetera vez, según dijo. Mi padre lo hacía por una simple cuestión de conocimiento y cultura. Era su obsesión, que estudiara.
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