Yo me la sabia pero diferente, era asi (la he tenido que buscar):
Le ocurrió a un joven caballero del que habla el escritor Inglés J. R. R. Tolkien. Este, muy enamorado de una chica más bien altiva, fue con su hermana a una tienda de señoras para comprar un estupendo par de guantes y enviárselos a su amada. Su hermana aprovechó para comprarse un par de bragas de lana (era un típico invierno británico). Desgraciadamente la dependienta se equivocó y el paquete con aquellas bragas de lana fue enviado a Belgrave Square, a la dirección de la señorita que debía recibir los guantes. Quizás el error se habría podido remediar, si el regalo no hubiese ido acompañado por una carta.
Querida Velma:
Este pequeño obsequio es para decirle que no me he olvidado de tu cumpleaños. No lo he elegido pensando que te hace falta o que no acostumbras llevarlo, o porque salimos juntos de noche. Si no hubiera sido por mi hermana, habría comprado un par más largo, pero ella dice que lo usas corto, con un único botón. Es de un color muy delicado, ya lo sé, pero la dependienta me enseñó un par que llevaba desde hacía tres semanas y no tenía la más mínima mancha. ¡Como me gustaría podértelos poner yo mismo por primera vez!
Indudablemente serán muchas las manos masculinas que los toquen antes de que yo tenga la oportunidad de volver a verte, pero espero que pienses en mí cada vez que te los pongas, Hice que se los probara la dependienta y a ella le sentaban muy bien.
No sé cuál es su talla exacta, pero creo que estoy en condiciones de poder juzgar mejor que nadie. Cuando los estrenes, échale un poco de talco, para que entren mejor; y, cuando te los quites, sopla en su interior antes de guardarlos porque, como es natural, estarán ligeramente húmedos. Con la esperanza de que aceptes el obsequio con el mismo ánimo con que te lo ofrezco y de que te lo pongas para el baile del viernes por la noche, quedo tuyo afectísimo
John
P.S. Piensa, por favor, en el número de veces que habré de besártelos durante el próximo año.