Mi primer libro ya esta en marcha.
Me ha costado mucho tiempo (y mucho reescribir) el elaborar su primer capitulo. Que sera el unico que muestre hasta despues de haber acabado con toda la historia. (no se cuanto tiempo me puede llevar, quizas años....no me quiero precipitar)
Aqui os lo dejo, pues me acorde de este foro, y me seria muy grato que fuerais vosotros los primeros en verlo. Siempre e admirado a muchos escritores de este foro de literatura.
Alla va.
Capitulo 1º: La profecía
Vilzeria, Reino de Aspec , Año 4982
Estaba exhausto, cansado y bajo ninguna circunstancia tenia ganas de continuar mas aquella locura. El valle arisco quedaba muy lejos de sus posibilidades, además de ser inaccesible por sus dos flancos. Miró con resignación a Buttercup y comprendio que no seria capaz de desvelar los misterios que se ocultan bajo sus ojos.
- Estoy cansada caballeros....-dijo Buttercup tímidamente.
Aaron se acercó a ella y le puso la mano en el hombro.
- Ven....te acompañare a un lugar resguardado.-dijo mientras miraba con mala cara a aquel Kontorg (de Kontorgia) entrometido.
La llevó al torreón destruido del cruce de Vilzeria, y allí durmió durante horas y horas hasta haber recuperado sus fuerzas. Durante esos momentos, Aaron y Zroit no se cruzaron ni palabras ni miradas. Los dos sabian que ya nada ,entre ellos, quedaba por hablar. Una vez despertó la enigmatica mujer, se acercó a la hoguera donde ese pretencioso Kontorg y Aaron descansaban a duras penas.
Aaron por aquel entonces contaba con diecinueve años. Muy joven en verdad, para su juicio tan reposado y su temple admirable. Era un chico agradable a la vista. Su cabello, rubio como el sol, se alargaba hasta sus hombros. De vez en cuando algun mechón de pelo le molestaba en los ojos, sus claros y azules ojos. Tenia ademas el porte de un guerrero, pero la palabra y la conciliacion siempre fueron sus mejores armas. De caracter timido, y extremadamente cohibido para el sexo contrario. Perdia su integridad ante las mujeres, no por mujeriego, mas bien por inexperto. Y encontró en Buttercup, aquel amor platonico que jamas le seria concedido. Era su destino...
- Ya me encuentro mejor Sir Aarón- susurró Buttercup al oido del joven caballero.
Aaron volvió a caer preso de sus mas desalentadores pensamientos, y fue entonces, en ese preciso instante junto al calor del fuego, cuando comprendio que Buttercup jamás seria suya, pues su voladora mente seguía presa del oscuro Kontorg Zroit, al cual había deseado las peores penas en sus mas tenebrosos sueños. "Oh mi reina Lorenna...ojala algún día me perdones.....".-solia pensar Aaron, al venirle a la memoria sus crueles pesadillas.
Como impulsado por el viento se levantó de la hoguera y dirigió su mirada azul a Buttercup...
- No puedo mas.....me voy a la taberna.
Sus ojos reflejaban a un hombre cansado de esperar, cansado de las incertidumbres y de las incógnitas, cansado de no encontrar amor sobre esta tierra tan llena de soledad.
Buttercup le miró de nuevo con esos ojos auxiliadores que tanto le dolian contemplar al muchacho. Parecía que no entendía a que se debía la nueva actitud de Aaron.
- Déjeme que le acompañe Sir Aaron- le dijo medio sonrojada.
Aaron le negó con un gesto despectivo
- No quiero seguir con tanto mal....encargaros vosotros de los bandidos. Yo no pienso entrar en los planes de Zroit.
Dicho esto se alejó intentando evitar la mirada sumisa de Buttercup; le costó horrores hacerlo, pero era la única forma de escapar de sus hechizantes ojos.
Recorrió varios metros con los ojos enrojecidos. Intentó llegar a la posada oculto de las miradas descaradas de algunos insolentes habitantes del campamento Vilzeriano; gentes sin ideales y expectantes, con la única ambición de matar y conseguir riquezas sin importarles lo que su propia religión y código moral les dicta.
Ciertamente notó que este mundo se iva pudriendo poco a poco, y que si no cambiaban mucho las cosas, el caos pronto se apoderaria de las tierras libres; como Vilzeria.
- Por favor guarde sus armas, este es un campamento pacifico.
El guardia hizo, con su mano, un gesto para que Aaron se detuviera.
- Lo siento señor guardia, no volverá a ocurrir.
El pobre muchacho envainó su espada con gesto sofocado, no se habia dado cuenta que todavia sujetaba la espada con la que, de forma frustrada, habia intentado asaltar al jefe bandido del valle arisco.
- Que no se vuelva a repetir. Muchas son las gentes que llegan al campamento y muchos los propositos de esas gentes. Tenemos que asegurarnos.
- Lo entiendo...lo entiendo.-dijo atropelladamente haciendo una estupida reverencia.
Se abrió el porton....
Nadie quedaba en la explanada del pozo. Seguramente todos iban camino de Aspec para vender sus adquisiciones. El resto estarian en la taberna, emborrachandose y canturreando. A veces Vilzeria podia resultar tremendamente solitaria cuando nadie ocupaba sus bancos. Los cuales eran testigos a diario de acaloradas ,y por que no decirlo, entretenidas discusiones teologicas. Esa era la magia de Vilzeria; la diversidad.
Kontorgs de las tierras frias de Kontorgia, humanos oscuros tanto de pensamiento como de aspecto, servidores del mal, de Modhos, de sus secuaces y sus demonios.
Dunelos, del este de Vilzeria, moradores del desierto, grandes supervivientes. Esbeltos hasta la exageración, de grandes y objetivos pensamientos. Casados con la arena, con nadie mas que con ella.
Danalos, venidos del bosque de Danalia y seguidores de Danalia la blanca, sierva de Amalia y aliada de Lorenna, reina de Adertha. De aspecto muy similar a los Dunelos. En realidad de las mismas características. Y con un pasado unido por la leyenda.
Y por supuesto los Farengelianos. Venidos todos del reino de Farengel, el reino humano por excelencia. Hombres de honor marchitado, hombres de esperanzas rotas, hombres desterrados de su patria. De porte robusto y fuerte complexión. Aaron era uno de ellos, al igual que su tio el gran Zener, del cual se hablará mas adelante, al igual que de Danalia y de otras razas y religiones que todavian quedan por nombrar.
Todos vivian en armonia ,que no alegria, pero siempre quedaba la taberna para discutir de forma distendida sobre los pros y los contras de cada religion. Pero ultimamente la magia se estaba marchitando. Poco a poco algo oscuro se hacia con los muros del campamento. Una extraña sombra que hacia que cada dia, las discusiones fueran mas acaloradas. Se notaba en el ambiente, pero nadie, todavia, le habia puesto nombre.
Aaron se adentro en la taberna en la cual moraba. El dragon verde. En ella tenia una habitación prestada por 100 ohrios diarios, la cual no era una cifra despreciable. La economia del muchacho dependia del éxito de sus expediciones. Siempre habia algun que otro grupo de bandidos que saquear, o alguna que otra misión que cumplir. Quien roba a un ladron tiene cien años de perdon. Ese era mas o menos el lema de algunas de las personas que le proporcionaban a Aaron cierto tipo de trabajos. El no tenia mas remedio que aceptarlos si no queria verse en la calle. No obstante, hoy no habia sido un dia muy bueno. Con lo que se quedaria el tabernero, Aaron no tendría casi nada para su propio disfrute.
El muchacho entró en la taberna, estaba abarrotada, con lo cual aprovecho para escabullirse a su habitación sin que nadie se diera cuenta de su presencia.
Mañana sera otro dia pensó....y con el calor de las sabanas y la imagen aun clara de Buttercup en la cabeza, se durmió placidamente.
Justo cuando el sol le acariciaba la cara, Aaron, estiró todo su cuerpo. Bostezó mientras se incorporaba, su ultimo sueño habia sido algo turbio. Tenia que ver con Buttercup.
Bajo esa confusión matutina, el joven, fue a mojarse la cara. Una vez refrescado, se sintió con fuerzas para salir al campamento. Necesitaba pasear, recapacitar y, ¿quien sabe?, hablar con alguien que fuera capaz de escucharle.
Lógicamente, para Aaron, ese alguien era Buttercup. La mujer que el tanto deseaba y a la cual habia conocido dias antes en la ruta de Aspec. Ciertamente habia calado muy hondo y en muy poco tiempo, dentro de su corazon. Habia visto en su mirar algo extraño que no le dejaba dormir. Como el que ama y retiene sus sentimientos. Como el que pide auxilio con la boca cerrada. Pese a todo, esa misma enigmatica mirada, habia hecho caer al guerrero presa del amor.
No obstante Aaron se sentia animado, y bajo ese sentimiento, estaba dispuesto a decirle a Buttercup lo que sentia por ella. Esperaba dar luz sobre muchas incógnitas. Esperaba que este dia fuera un dia de respuestas.
Buscó su zurrón con cierta desesperación, como si el mismo se estuviera exigiendo un minimo de prisa. Salió de la taberna sin hacer caso de la palabreria que reinaba bajo. Todos le miraban de forma malamente disimulada. Por la mente de muchos habian varios adjetivos, pero el mas obvio era el de...cobarde.
Y es que en Vilzeria los secretos duran lo que dura una moneda tirada en el suelo. Probablemente Zroit ya habia extendido el fracaso de la expedición comandada por Aaron en la noche anterior, y por añadidura, seguro que habia otorgado todo el peso de ese fracaso a su abandono en el cruce de Vilzeria. No importaban los motivos. Ni siquiera importaba el, muy a tener en cuenta, tamaño reducido de tal expedicion. Un abandono es un abandono, y eso en Vilzeria te resta muchos puntos. Ser sobrino del gran Zener no ayudaba mucho, eso es cierto. Todos sus movimientos estaban examinados al mas minimo detalle, y todos sus fracasos en sus expediciones, no hacian mas que agrandar la leyenda de su tio en oposición a la suya propia.
Aaron, no estaba realmente preocupado por esas acusadoras miradas, y las olvidó tan rapido como el sol volvio a acariciarle la cara. Los metales que adornaban la muralla de madera del campamento brillaban incesantes. Potenciaban el resplandor del calido y puntual astro rojizo. A su vez otogabarban una belleza ambiental poco usual para quien no sabia apreciarla.
Aaron lo hacia, fijándose continuamente en todos los regalos que la naturaleza le otorgaba cada dia. Sabia que la vida era efímera, por lo que intentaba absorver en su mente cada amanecer, cada paisaje y cada escena minúscula, minúsculamente apreciada. Las guardaba
en su mente. Y ese calor.....lo reflejaba en sus ojos.
- Bonito dia señor Aaron.....-dijo un mercader a su paso.
El olor a carne cocinada era delicioso. En Vilzeria era normal ver a los mercaderes montar sus cocinas “moviles” por doquier. No era como en otras regiones, donde al ser la caza mas escasa, tambien lo eran este tipo de negocios.
Tras aquel manto embriagador de humos y vapores se encontraba Colondrio el abrasa chichas...Asi era conocido por todos.
Aquel era un agradable, fornido y bonachon amigo del muchacho, el cual se habia convertido ya en su mejor cliente.
Se detuvó y sonrió....
- Asi es.....dia claro y de respuestas venideras.
- Venga señor Aaron....compreme esta estupenda carne de jabalí. No desaproveche este mágico amanecer y disfrútelo junto a su sabor
- Jajaja......Sabes como convencerme ¿verdad?
- Se como tratarle. No me hace falta convencerle...Empiezo a conocer sus rutinas y sus apetitos matinales.
Aarón dejo escapar una leve carcajada.
- Mirare haber si encuentro algun ohrio dentro de mi desolado zurrón
- ¡Busque....busque!....no deje que esos villanos plateados se escapen a mis garras.... ¡jaja!
- Paciencia, amigo Colondrio, pues últimamente el polvo esta invadiendo su interior, y es difícil encontrar algo entre tanto vacio-dijo Aaron con inteligente sutileza.
- Ha veces es difícil encontrar en los vacios algo que merezca la pena, en eso debo darle la razon.
Tras unos segundos, Aaron sacó tres ohrios plateados de su zurrón. Brillaban descaradamente bajo la incidencia del sol. Formaron un halo brillante sobre el rostro del joven. Colondrio pudo observar entonces algo raro en la mirada de Aaron. Melancolia, tal vez. Advirtió que algo le rondaba por la cabeza. Los rumores se propagaban pronto por Vilzeria, y Colondrio sabia mas o menos por que pie cojeaba Aaron en esa mañana de respuestas.
- ¿Le pasa algo, Aaron?
Aaron miró con fijadez penetrante a Colondrio. Su rostro de pronto se torno serio y pensativo.
- Creo que hoy no voy a poder optar a tan jugoso placer. Es evidente que últimamente mis expediciones no han sido del todo fructuosas.
Colondrio observó con gran pesar como el muchacho volvia a introducir el dinero en el zurrón. Al parecer no habia contado con tanta sequia monetaria.
- Permitame que le diga una cosa sin animo de ofender.
- No creo que ninguna de tus palabras sea mas ofensiva que las miradas recientes que me acaban de asediar.
El mercader miró de reojo a dos hombres aposentados en un banco exterior de la taberna.
- Los rumores corren veloces. Y las compañias oscuras estan muy mal vistas. Sobre todo por los fanáticos.
Aaron se volvio y desafio visualmente a aquellos hombres que lo miraban con desprecio. Estos, aludidos, se levantaron y desaparecieron tras la puerta de la taberna.
- No me incomodo por la mirada de unos simples cobardes charlatanes.
- Sin embargo no comprendo....¿por que se junta con cierto tipo de gente?
Aaron bajo la mirada. Un sentimiento de rabia invadio su cuerpo, y a su mente retorno la imagen de Zroit increpando a Buttercup en la ruta de Aspec.
- Debia auxiliar a una señorita de ese sucio apestoso Kontorg.
Colondrio se sorprendio un poco, parecia algo descolocado. Aaron a su vez sintio que empezaba a hablar demasiado.
- Debo marcharme.
- ¡Si se da prisa todavía podra verla! –Dijo Colondrio con cierta urgencia.
- ¿Verla?
- Ella estuvo aquí con el. –Colondrio empezaba a entender que Aaron desconocia ciertas cosas- Se aprovisionaron, y luego fueron corriendo al puerto.
- ¿A que te refieres? – Aaron estaba inquieto.
- ¿No dijo usted que queria protegerla de el?.....pues.. ¡Todavía esta a tiempo!
Muchos arqueros Vilzerianos hacian guardia en las torres. Parecian estar alerta por algo.
De repente alguien gritó al otro lado del campamento.
- ¡Onirical en movimiento!
Vilzeria era un pequeño campamento donde se daban cita todos los aventureros del mundo. Su caprichosa situación era como un punto de arranque para todas las expediciones. La encrucijada Vilzeriana era como el centro de la tierra. Desde ese punto podias viajar a cualquier lado. Muchos destinos se cruzaban en esa encrucijada. Desde los caminos oscuros, a las montañas de la desesperación, sin olvidar el camino hacia la ciudad sagrada de Adertha. A este ultimo se llegaba a pie por medio de los caminos de Cachar-dal. Pero si el objetivo era atacarla, solo se podia hacer por un medio; El mar.
Y ese era el objetivo del Onirical, el barco mas grande que jamas se habia construido.
Cientos de servidores de Modhos partian hacia Adertha, y los servidores del bien no podian hacer nada. Solo mirar atonitos como esa monumental mole de madera se desplazaba majestuosa rumbo a la ciudad blanca. Las leyes de Menelya eran claras. La paz y la tolerancia debian reinar en un campamento neutral. No se permitirian disturbios, y por supuesto no se podria entorpecer la marcha del Onirical, aun sabiendo las mismas autoridades el motivo de esa marcha.
Aaron corrio lo mas liviano que pudo hacia el puerto. Se temia lo peor.
Como el, muchos corrian hacia alli. Querian estar presentes en aquel momento historico.
El Onirical pasaria a la historia. Pasara lo que pasara. Para bien o para mal.
Ciertamente se cumplieron sus temores, y Aaron pudo contemplar a Zroit dentro del barco acompañado de una mujer. Esa persona estaba encapuchada. Era dificil comprobar su identidad.
Estaba claro quien era. Mas la fe superaba al desasosiego. Cada metro que el Onirical se alejaba, Aaron notaba en su interior que algo se apagaba. Aun sin saber a ciencia cierta quien era aquella mujer.
- ¡Buttercup!-grito Aaron desgarrando el viento con su voz.
Zroit se giró de subito para contemplar la orilla. Con su mano empujó a la mujer fuera de la vista de Aaron. No habia duda. Aaron no pudo ver a Buttercup, y eso fue fatal para su mente. Suficiente excusa era para autoconvencerse de que no era Buttercup a quien Zroit empujaba.
Cuando el Onirical se perdio de vista, muchos empezaron a comentar su suerte.
- Moriran todos.-dijo un caballero junto al muelle.
Aaron lo miro con ojos de fuego.
- ¡Callesé!
Aquel caballero fruncio el ceño.
- ¿De que lado estas tu?.....jamas conseguiran penetrar las defensas de Adherta. Moriran, y ese sera el castigo por su osadia.
Aun siendo un fiel servidor de la luz, Aaron se hubiera cambiado por ella en aquel momento. El amor superó las barreras de la fe. Ahora Aaron estaba desnudo. Debia recapacitar. Debia tomar una importante decisión.....Muchas cosas empezaban a reclamar su atención. Muchos asuntos que requerían su tiempo. Sin embargo ahora su mente estaba totalmente copada por el posible amor recientemente perdido.
Su vista se perdio en el infinito mientras en su cabeza retumbaba las palabras del caballero.
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La tarde de la partida del Onirical, Aaron reposaba como una pluma en la madera, sumergido bajo un manto de ociosas y vociferantes melodías creadas por el gentio de la taberna. Su rostro acariciaba suavemente la textura de la mesa, imaginando, la suave piel de su amada. Sus ojos....¿Estaban medio abiertos o medio cerrados? El alcohol los mantenia en esa caprichosa forma. La luz de los mismos parecia menguar con sus parpados, como un amanecer....como un ocaso, como algo que se apaga lentamente y de repente empieza a despertar para volver a desaparecer en el ambiente. No obstante, nadie se percataba del muchacho. Todos reian, gritaban, discutian, cantaban, sin prestar atención a la mesa de la esquina donde el caballero de los rubios cabellos se ahogaba en las sombras.
Alli permanecio toda la noche, aumentando su desasosiego a la par que disminuian los vociferios. El sol se apago.....y la taberna, por increíble que parezca silenció los canticos y dejo morir las alegrias. Era un dia de respuestas sin respuestas.
Aaron traspaso los lindes del sueño, y el tabernero se apiado de el. Con gran sutileza y delicadeza, aupó al muchacho y lo llevo con gran calma y parsimonia al piso de arriba donde pudiera descansar. Sobre la mesita, el tabernero pudo observar un pequeño saco de tela. Escrito en el ponia las siguiente inscripción; “cien ohrios para el tabernero”. Este, todavía con Aaron en brazos, hizo nacer de su rostro una bondadosa sonrisa. Lo posó en la cama, arropándolo por fin. Después....la vela se apago y la puerta se cerro. La bolsa permanecia sobre la mesita.......
Eran altas horas de la noche y se oian golpes sobre la cabeza del tabernero. Parecia alertado. Su bigote se movia con inquietud. Curiosamente esa noche no habia nadie tomando un trago. Raro ciertamente. Un hecho como el del Onirical era fuente inagotable de conversaciones, rumores y disputas para hacer dormir a la propia luna. En contra, el tabernero examinaba la estancia intentado divisar algun alma entre las mesas y sillas.
No habia nadie. Al parecer nadie queria verse las caras en tan criticos momentos. La luna habia dejado paso al final de las canciones. Y las disputas se reservaban para el dia venidero, con la mas que problable llegada de noticias del exterior.
El curso del dia dependeria del éxito o el fracaso del Onirical. ¿Traspasaria las defensas marítimas? ¿Conseguiria atracar en el puerto blanco?
De pronto algo paso. Las puertas retumbaron con fuertes y secos golpes. El tabernero se sobresaltó. Se acerco a la entrada, y cuando se encontraba a escasos diez pasos, pudo observar como un papel se deslizaba por debajo de la puerta.....
Toc, toc toc......
- ¿Quién llama?
- Soy yo, señor Aaron. Alguien a dejado correspondencia para usted.
Aaron abrio la puerta. Tenia el rostro descompuesto, acababa de despertar y estaba recogiendo sus cosas. De hay venian los golpes que tanto alertaron al tabernero.
- ¿Se marcha ya?
- Me temo que si. No creo que pueda permitirme esta habitación durante mucho mas tiempo. Ademas, hay asuntos que tengo que atender.
- Coja la bolsa de la mesita señor Aaron. Si esta pasando por un mal momento lo entenderé. Puede quedarse una semana mas hasta que se aclaren las cosas. ¿qué me dice?- dijo el tabernero meneando el bigote.
Aaron miro al suelo intentando evitar la mirada compasiva del tabernero.
- De verdad que se lo agradezco, pero mi tarea en este lugar a acabado. Hay otras gentes que me requieren.
- ¿Volvera a su pais natal, Farengel?
- No creo que Exelar me diera una buena bienvenida. No.....lo mas seguro es que tome otra ruta.
El tabernero apreto los labios como gesto de resignación.
- Coja la carta, quizas sea importante.
- ¿Quién puede acordarse de mi en estos momentos?
- No lo se, pero el sello me hizo pensar en que usted debia de volver a la ciudad desgraciada.
La puerta se cerro dejando a Aaron solo con su perplejidad, en sus manos tenia el sobre que le dio el tabernero, el cual tenia un sello bastante revelador.... no era ni mas ni menos que el águila dorada del castillo de Farengel.
Creo que seria conveniente puntualizar que Farengel, originalmente, era país de humanos, guerreros, nobles y caminantes en las lucidas sendas de Amalia....de allí vienen valerosos corazones como el de Zener y el de Aaron. Sin embargo Farengel sufre desde hace tiempo el apelativo de "País sin rey".....
Abrio el sobre con gran alteración de su corazón, y aproximó el papel cuidadosamente a la lumbre de la vela...
"Farengel.......día 24, mes 11, año 4982
Querido Aaron.
La luz que tanto rogamos esta a punto de sernos concedida. Según la profecía del maestro Skartio, una luz penetraría en las sombras permanentes de Farengel y abrirían brecha en los muros de la oscuridad a la que tantos años nos hemos visto obligados a soportar. Y es que después de la creciente promulgación de la religión Modhosiana y del ascenso al poder del regente Exelar , todo parecía idóneo para que perdiéramos la esperanza en la profecía, según la cual un niño nacería marcado con una estrella detrás de su cuello.....
En verdad te digo querido Aaron que vi muy lejos el día en el que un apuesto caballero traspasara las puertas de la ciudad sagrada de Adertha, y superara la prueba a la que Amalia somete a sus elegidos. Pero la esperanza ahora crece en mi corazón, pues el día de la profecía es hoy......
Un niño de pelo rojo y alegre mirada a nacido en los suburbios de Farengel, y una estrella grabada en su cuello nos advierte que estamos ante el elegido que Amalia nos envía para erradicar nuestra oscuridad. Según la profecía el niño deberá partir a la edad de 18 años y demostrar que es digno de superar la prueba de Adertha y poder así comenzar la era del declive de la oscuridad, y de esta forma volver algún día a reclamar el trono que legítimamente le pertenece.
Sin embargo Aaron no todo son buenas noticias, pues Exelar conoce muy bien la profecía y sabe perfectamente los comentarios que se hacen en "su" reino. Sabe de la existencia del niño y ya ha mandado a sus secuaces a hacer el trabajo sucio -matarlo por supuesto- ;Afortunadamente un hombre de mi confianza se dirige con el niño camino de Danalia, donde debe criarse y aprender a conocerse a si mismo hasta el día en que la profecía deba ser ejecutada y tenga que partir rumbo a Vilzeria.
Si te envió esta carta querido Aaron es por que ahora tienes una misión que cumplir....debes ser los ojos del niño allí en Vilzeria, asegurate de que todo este allanado para cuando deba ejecutarse la profecía. Ayuda a salvaguardar las fronteras de Adertha en todo lo que te sea posible. Confió en que escribas todos los acontecimientos importantes que allí sucedan, y que por medio de correspondencia te pongas en contacto asiduamente con las gentes de Danalia...Y por encima de todo.....nunca olvides el nombre de nuestro pequeño salvador...William Draco.
Ahora yo debo esperar a que vengan a por mi...se que Exelar me matará, pues sabe que hoy llegue desde Danalia...de todas formas ya soy un pobre viejo al cual los brebajes Danalos ya no pueden alargar mas la vida...no creo que nadie me eche de menos. Ahora me despido y te deseo suerte.
Solo una pregunta me ronda en la mente antes de mi muerte.
¿Que fue de mis amigos Max y Malkav?
Adiós Aaron.......tu tío que te quiere y que nunca te olvida...... Firmado: ZENER."
Muchas imágenes pasaron por la cabeza de Aaron....el Onirical, Exelar, Farengel, Adherta, y la guerra inevitable en sus muros. Sintió que en sus manos tenia un arma de doble filo, por eso mismo cogió fuerzas , pensó en su tío y después de hacer resbalar una lagrima por su cara.....quemó la carta.