No es eso, pero me ha recordado a esto.
o sabemos lo que debió pensar Zinu, una mujer que vivió en la ciudad mesopotámica de Larsa (a unos 24 kilómetros al sudeste de Uruk, en el actual Irak), cuando recibió la carta que le enviaba su hijo Iddin-Sin.
El muchacho, que debía estar estudiando en alguna escuela del reino del famoso Hammurabi, se quejaba amargamente de que la ropa que le enviaba su madre era como muy del siglo XIX a.C., mientras que sus amigos iban todos monísimos a la moda de 1790 a.C.
Bromas aparte, algo así es lo que podemos leer en una tableta de arcilla escrita alrededor de esa época (entre 1792 y 1750 a.C.), en tiempos del primer imperio babilónico que se encontró en las ruinas de la ciudad de Larsa.
La carta de Iddin-Sin a su madre, conservada en el Museo del Louvre (número de catálogo AO 8372 ; TCL 18,111)La carta de Iddin-Sin a su madre, conservada en el Museo del Louvre (número de catálogo AO 8372 ; TCL 18,111). Crédito: Museo del Louvre
Se desconoce cuando fue descubierta, pero para el año 1922 la tablilla fue adquirida por el Museo del Louvre, donde se encuentra en la actualidad. Su contenido fue publicado por primera vez por el arqueólogo belga Georges Dossin en 1934, revelando las amargas palabras de Iddin-Sin para con su madre Zinu.
Iddin-Sin pertencía a la clase alta de la ciudad de Larsa, ya que su padre Shamash-Hazir era un alto funcionario de la administración. Como era costumbre, había sido enviado como interno a un templo donde debía aprender a leer y a escribir siguiendo el sistema cuneiforme, y prepararse para ser funcionario, sacerdote o escriba. La carta ofrece poco contexto, pero los investigadores suponen que esa era la razón por la que Iddin-Sin vivía fuera de la casa paterna.
El contenido de la carta, en la que Iddin-Sin intenta hacer que su madre se sienta culpable por no enviarle ropa nueva, fue traducido por el asiriólogo Adolf Leo Oppenheim en 1967:
Dile a la señora Zinu que Iddin-Sin envía el siguiente mensaje: Que los dioses Shamash, Marduk e Ilabrat te mantengan siempre con buena salud por mi causa. De año en año, la ropa de los jóvenes caballeros de aquí mejora, pero tú dejas que mi ropa empeore de año en año. De hecho, os empeñasteis en empobrecer mi ropa y hacerla más escasa. En una época en que en nuestra casa la lana se consume como el pan, tú me has hecho ropa pobre. El hijo de Adad-iddinam, cuyo padre no es más que un ayudante de mi padre, tiene dos juegos de ropa nuevos, mientras que tú apenas te preocupas por conseguir un solo juego de ropa para mí. A pesar de que tú me pariste y su madre sólo lo adoptó, ¡su madre lo ama, mientras que tú no me amas!