IMPORTANTE: ENTIENDO QUE 1000 ES EL MÍNIMO DE PALABRAS (ya que no se especifica si es mínimo o máximo y en los demás retos en caso de no especificarse, se asume como mínimo). No se me puede decir que el reto no se hubiera superado con este texto argumentando la extensión puesto que eso es fallo del enunciado y no de mi realización. Dicho, esto, aquí teneis:
El Reto que Balsi No Pudo Superar.
Cuando se despertó, el lobo estaba aún allí. Lo miró, cogió su enorme hacha y lo despedazó en un santiamén. Julián era un buen leñador, sus cortes fueron limpios y apenas perdió una gota de sangre. Recogió todo y fue hasta su casa en el bosque silbando tranquilo, contento y ufano.
“Y ahora, querido enano, a seguir dormido profundamente, nada de despertarte otra vez”. Lorena cerró aquel libro lleno de dibujos hipercoloreados. Eran tan unos dibujos tan cursis… optar por leer en vez de enseñárselos había sido buena idea, salvo por el texto, casi igual de ñoño. De ahí a invertarse el cuento, pasaron simplemente dos páginas. Total, su sobrino disfrutaba con oirla y nada más. Ella sabía de buena tinta cómo de adormedecedor era el tono de voz empleado.
Sin embargo, aquel cuento inventado habia picado su vena creativa. Aquel final era poco concluyente. Se decidió. Cogería papel y boli... bueno, mejor cogería el teclado para aprovechar el editor de texto y evitar cometer faltas pues odiaba al tipo ese empeñado siempre en corregirselas cuando se le ocurría publicar en el foro.
Por desgracia, messenger y creación literaria son incompatibles y finalmente el sueño acabó por llevarla a la cama. En el word, había apenas 3 líneas…
Cuando se despertó, el ordenador aún estaba allí. Lo miró y alargó las piernas para salir de la cama. Sin embargo, optó por ir a la cocina y abrir la nevera. Otra persona habría comido unas galletas, tal vez un sandwich de embutido… ella prefirió sentarse a roer una zanahoria. Se sentía como Bugs Bunny, en la entrada de su madriguera viendo como Calamity Joe intenta atraparlo, aunque más bien ella sería el pelirrojo bigotudo tras la inspiración.
Estaba absorta en estos pensamientos cuando vió una sombra pasar rápidamente por el suelo de la cocina. Sacudió la cara y trató de intuir con por dónde había salido. Se echó al suelo y miró atentamente apoyando la cara en el suelo. Tenía los ojos abiertos de par en par, atenta a cualquier movimiento.
Entonces sucedió. De nuevo la sombra empezó a moverse rápidamente hacia la puerta de salida al jardín hasta colarse por la gatera. Lorena saltó como activada por un resorte, corrió abrió la puerta y siguió mientras pudo aquella veloz silueta. Pero la noche era oscura y pronto se encontró en medio del verde, con una zanahoria en la boca y su poca ropa de dormir. Giró en derredor, y se sintió perdida, como en un lugar muy lejano. La puerta de su casa parecía distinta ahora. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y se rodeó con los brazos: sin saber la razón se estaba sintiendo nerviosa y asustada.
Sintió el suelo un poco húmedo al sentarse. Estaba haciendo una tontería, lo sabía. La puerta estaba ahí… pero algo le hacía quedarse y esperar. Y pronto comprobó cuán acertada había sido su idea. De entre unos arbustos le llegó un rumor de hojas y tras él vió cómo aparecía un pequeño hocico nervioso agitando los bigotes. Lorena se inclinó lentamente para observarlo con atención. ¡No era un ratón cualquiera! Según terminó de pasar entre las hojas, se incorporó a dos patas y se sacudió, coqueto, el polvo. Lorena comprendió la situación de inmediato y aprovechó para continuar observándo: aquel ser ignoraba su presencia. Iba vestido con una especie de casaca roja y cargaba a la espalda una pequeña mochila. La palpaba y parecía comprobar cómo estaba vacía para luego refunfuñar y mover la cabeza a los lados como sin poder creerselo.
Entonces empezó a olisquear el aire y se quedó como petrificado. Movió únicamente los ojos hasta acabar posándolos sobre Lorena. Ésta se sonrojó súbitamente y se le cortó la respiración. En medio de la noche, las dos figuras parecían elementos decorativos del jardín.
El primero en volver a moverse fue el ratón. Muy despacio, comenzó a girarse buscando una via de escape pero, al parecer, la curiosidad era demasiado grande y finalmente optó por acercarse moviendo su naricilla.
Los ojos de Lorena se abrieron como platos al escuchar, de pronto, una voz fina y chillona:
- ¿Y tú quién eres?
- …
La olfateó más de cerca y acabó por sentarse junto a sus rodillas.
- Yo me llamo Cristiano Rineberando Jerónimo, pero para abreviar me llaman por mi apellido: Pérez, ratón Pérez.
- Yo… yo soy Lorena.
- Bien. Muy bien… pues ahora vas a venirte conmigo.
- ¿Cómo dices?
- Venga- su tono de voz era firme- andando. Te quiero ver caminando delante de mí ahora mismo.
- Pero.. pero… ¡no quiero!
El ratón Pérez sacó del bolsillo de la casaca una bolsita y se la mostró a la joven.
- ¡O vienes o verás!
- ¿Me estás amenazando con una bolsita? –respondío, incrédula, Lorena.
Con un rápido gesto, el ratón Pérez abrió la bolsa y lanzó su contenido sobre ella. Unos brillantes polvos cayeron sobre Lorena provocándole un leve escozor allí donde se posaban. Comenzó a rascarse y a toser. Le picaban los ojos. Cuando por fin pudo abrirlos, se encontró con el ratón a la altura de su cara, sonriendo. Trató de retroceder pero se sentía torpe, como incapaz de mover sus articulaciones. Se las miró y, sin caber en si de asombro, descubrió cómo sus manos eran ahora unas peludas patas de las cuales salían afiladas uñas.
- Sí –dijo el ratón Pérez- eres una loba. Mi loba. Mi taxi, si lo prefieres decir así. Estos polvos te mandrán bajo esa forma hasta que yo lo considere necesario, así pues, ve pensando en cómo hacerme cambiar de opinión.
Lorena trató de protestar, pero un aullido comenzó a salir de su garganta y se calló horrorizada.
- Vamos, vamos –el ratón le dio unas palmadas en el costado- ¿no has visto los dibujos de David el Gnomo? Serás como Swift, pero en loba -dijo antes de echarse a reir sádicamente.
De un salto se subió sobre ella y apretando las patas contra sus costillas, le hizo comenzar a moverse. En unos segundos, el miedo hizo a Lorena empezar a coordinar los movimientos de sus cuatro extremedidades y tras dar un par de vueltas al jardín, cogió impulso y saltó el seto en dirección al bosque. El malvado ratón le hacía daño tirando de las orejas y espoleándola con sus uñas. A pesar de la rabia y sentir un profundo odio, Lorena se veia incapaz de enfrentarse al ratón, de pararse y comerlo de un bocado ¿Sería por ser vegetariana o tal vez parte del efecto de aquellos polvos del ratón?
Finalmente llegaron a un claro. El ratón desmontó y comenzo a chillar.
- Me cago hasta en las muelas más limpias del mundo: ¡¡¿¿Quien ha sido el listo, tan listo como para haberme robado las monedas de esta noche?? ¡¿Quién?!
Nuestra joven llegó a sentir pánico: los ojos del ratón estaban inyectados en sangre, sus dientecillos afilados asomaban entre las babas espumeantes que ya le estaban cayendo de la boca…
- ¡¡Juro que iré uno a uno dandoos de ostias hasta acabar con todos!!
- Haya calma, señor Pérez, haya calma…
Hablaba un hombrecillo de poco más de un metro veinte. Llevaba un parche, calzaba pata de palo y en la mano izquierda en lugar de dedos brillaba un garfio. Cabalgaba a lomos un rollizo cerdo rosado. Desmontó y dejó a su montura royendo bellotas por los bordes del claro. Bajo la luz de la luna su garfio lanzó un destello antes de aparecer junto al pescuezo del ratón.
- Sospechas de mí por ser pirata ¿verdad? Me juzgas por mi aspecto y nada más, desprecias los méritos de mi vida –su voz, en un principio atronadora y fuerte, se quebraba -. Ignoras cada una de mis buenas acciones –dejó caer los brazos-, me haces sentir inutil y despreciado…- y rompió a llorar.
Entonces, una voz brotó de entre las sombras y un extraño calor se extendió sobre el verde. Era dulce pero firme, cercana pero autoritaria, fuerte pero cargada de cariño.
- Recuerda, amigo Pérez- se oyó- cómo tú también erraste en tu labor en ocasiones previas y cómo tú y sólo tú olvidó traerme recompensa cuando perdí mi primer diente de leche… ¿Pues lo recuerdas, cierto?*
- ¡Oh señor, cierto es, es imposible negarlo! Pero hoy se trata de otra cosa. Hoy, Dios, me han robado mis monedas, las necesarias para mi labor… sin ellas mi viaje es en balde y los niños despertarán sin diente y sin regalo, dejaran de creer en mí…-su voz sonaba desconsolada. Lorena casí comenzó a llorar- y cuando eso suceda, cuando eso suceda… ¡¡ningún Bastian podrá recuperarme para el reino de Fantasía pues ya seré pasto del olvido!!
- Tú pasa.
Lorena se giró espantada.
- Montan cada dos por tres el mismo cirio. Yo me limito a traer a éste y punto.
Quién hablaba era el cerdo, y parecía simpático.
- Me llamo Lorena.
- Encantado, yo soy Gabriel. El cabrón del piratilla que va conmigo también soy yo, algo así como mi alter ego… cosas de los cuentos, ya ves.
- Ya, ya veo… Espera ¿cuentos?
- Bueno, tú eres la que está escribiendo, tú sabrás cómo leches quieres acabar esto ¿verdad?
- Yo… yo… ¿estoy escribiendo? ¿Estoy despierta? Estas letras, las estoy escribiendo yo… Esta baba está reseca… y me duele el cuello, pero… todo… ¿cómo puede ser? ¿Y por qué me estoy leyendo mis pensamientos en la pantalla del ordenador en lugar de parar y acostarme ya? Odio al puto Balmung y su maldito reto de mierda. Me voy a la cama.
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* Ver reto 11:
Ver reto
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sílaba).
Alguien ha perdido una apuesta.