Imagino que era una cuestión de orgullo personal. Él es el alcalde elegido por la ciudadanía vitoriana por lo tanto, tiene derecho a acudir a los actos de la Blanca con la cabeza bien alta, a pesar de las perrerías políticas que hubiera hecho. Y los que le tiraron huevos, no serían precisamente de los que se quejan por su gestión municipal en Vitoria, si no porque no comulga con sus postulados y les jode, ver a un Pepero gobernando la capital vasca. A mí me resulta una actitud intolerante. Se le puede abuchear, o invitarle a irse a base de gritos al unísono, pero tirarle huevos dice muy poco en favor de los individuos que los lanzaron. Parecía más una escena de linchamiento público en un país tercermundista, que una lucha política. Descerebrados, sin más.