Harry no había tenido un buen día : un terrible dolor de cabeza le atormentaba desde hacía horas, y encima en la oficina el jefe no paraba de darle la brasa.
Por suerte en casa le esperaba una buena ducha y una cerveza fresca, además de la incomparable compañía de su perro. Menos mal que ese día estaba a punto de acabar; el sol se escondió tras el horizonte hacía ya un rato y el suave traqueteo de los vagones del tren le producía una agradable sensación de relax...
Pero tan absorto estaba en sus propios pensamientos que no se fijó en los 4 indivíduos que se acababan de subir en su mismo vagón : vestían de la misma manera y eran una auténtica chimenea humana...
Harry no estaba por la labor de aguantar a unos tíos fumando petas delante de sus narices, pero pensó que no merecía la pena decir nada puesto que no quedaba mucho trayecto para llegar a casa.
El colmo de los colmos llegó cuando uno de ellos sacó un movil y empezó a poner a todo volumen canciones de Concha Martinez Piquer ante las risas de los otros tres y el estupor general del vagón. Harry respetaba a esa artista (aunque no era su tipo de música ni de lejos), pero su dolor de cabeza empezó a agudizarse; y más todavía cuando Piquer dejó pasó a una especie de danzas tribales en las que sólo se entendían palabras sueltas como "culooo", "to santo" y demás estupideces...
Harry no aguantó ni un segunto más, y poniendo a un lado el humo del peta que se le metía por la nariz y las estupidas músicas del maldito movil y a otro el polló que le podían montar esos tíos, decidió actuar en consecuencia.
-Apaga esa mierda y métete el puto teléfono por el culo, verás como te gusta.- Dijo Harry
La cara del que sostenía el movil y parecía el más chulo de los cuatro era un poema; mezcla de incredulidad e indignación. ¡Oh!, alguien le había dicho que hiciera algo, le había ofendido, le había faltado al respeto...
-A ver, gilipollas; no pienso aguantar más esto; o apagas eso o lo apago yo, ¿me oyes?
El kie empezó a hablar a voces : -Oye, tío mierda, a mí no me vas a decir lo que tengo que hacer; me das asco y...
No pudo decir nada más porque Harry, en un rápido movimiento, le enganchó por la nariz y empezó a apretar poco a poco. El kie sólo conseguía emitir un ruido gutural, algo parecido a "Gnuuuuu" mientras abría mucho sus ojos vidriosos.
Viendo que el resto de colegas del tipo aquel se había quedadon mudos e inmoviles Harry se sintió mejor, y siguió apretando la nariz de aquel personajillo hasta que algo crujió allí dentro y empezó a sangrar.
En ese momento, una voz femenina anunció la llegada a una de las estaciones del trayecto; Harry esperó unos segundos más con las napias de aquel tipejo inmundo que manoteaba sin parar entre sus dedos.
La puerta se abrió y entonces levantó al chaval sin soltarle de la nariz, lo acercó a la salida del vagón y de un empujón quedó patas arriba sobre el andén, junto al peta humeante y el movil del que seguían saliendo horribles sonidos chirriantes.
Harry instó a los otros tres amiguetes del kie, que ahora yacía como una tortuga dada la vuelta sobre el andén de la estación, a que abandonaran el vagón por su propio pie si no querían que él les echara una manita. Ante esas poderosas razónes, todos ellos se bajaron con celeridad y por su propio pie, no sin antes llevarse una patada en el culo cada uno ante los aplausos de los viajeros según iban pasando por la puerta del vagón.
El pitido que anunciaba el cierre de puertas devolvió a Harry al duro asiento del vagón; el resto de los viajeros cuchicheaban y hacían comentarios sobre lo ocurrido; pero de algo estaba seguro : nadie le demandaría por agresión.
Gracias Harry!